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4.1.5._Cabanne_-_Conversaciones_con_Marcel_Duchamp

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Pierre <strong>Cabanne</strong> C o n v e r s a c i o n e s c o n M a r c e l D u c h a m p 15de memoria la cuarta dimensión y, por ello se le escuchaba. Metzinger, que era inteligente, lo utilizómucho. La cuarta dimensión se estaba <strong>con</strong>virtiendo en una cosa de la que se hablaba mucho, sinsaber de qué se trataba. Igual que ocurre ahora.P. C. — ¿Quiénes eran sus amigos, sus camaradas, en esa época?M. D. — Con Villon, en Neuilly, tuve muy pocos amigos. Me veo a mí mismo, en esosmomentos, encaminándome a Bullier y percibiendo a lo lejos, hablando profusamente, a Delaunay,pero ni siquiera le <strong>con</strong>ocí.P. C. — Al trasladarse a Neuilly, que estaba entonces al otro extremo del mundo, ¿quisoestablecer una distancia entre esos pintores y usted?M. D. — Probablemente. Entre 1909 y 1910 pinté muy poco. A finales de 1911 <strong>con</strong>ocí a Gleizes,Metzinger y Léger, que vivía en el mismo círculo. Los martes había reunión en casa de los Gleizes,en Courbevoie; junto <strong>con</strong> Metzingen elaboraban su libro sobre el cubismo. También había losdomingos en Puteaux donde, debido a que mis hermanos <strong>con</strong>ocían toda la pandilla del Salón deOtoño, había muchos visitantes. Cocteau iba de vez en cuando. También asistía un tiposorprendente, Martin-Barzun. Le veo de vez en cuando en los Estados Unidos; cada año edita unenorme libro en inglés y francés que <strong>con</strong>tiene toda su obra a partir de 1907; todo está en el libro. Eneste momento debe tener unos ochenta años. Su hijo, que es totalmente norteamericano, es directorde la Columbia University en New York.P. C. — ¿Conoció usted a Apollinaire?ApollinaireM. D. — No mucho. Por otra parte, exceptuando a las personas quetenían más intimidad <strong>con</strong> él, era muy difícil <strong>con</strong>ocerle. Era una mariposa.Si estaba <strong>con</strong> nosotros hablaba de cubismo y, después, al día siguiente leíaa Victor Hugo en un salón. Lo divertido de los hombres de letras de esaépoca es que cuando uno los en<strong>con</strong>traba <strong>con</strong> otros dos hombres de letras nose podía pronunciar ni una palabra. Era toda una serie de fuegosartificiales, mentiras, todo ello insuperable, porque estaba dicho <strong>con</strong> unestilo que uno era incapaz de utilizar; entonces, uno se callaba. Un día fui <strong>con</strong> Picabia a comer <strong>con</strong>Max Jacob y Apollinaire, fue algo increíble; nuestro espíritu dudaba entre la angustia y unasenormes ganas de estallar en carcajadas. Los dos seres vivían en la óptica de los hombres de letrasde la época simbolista de los años 1880.P. C. — Usted expuso dos obras, por primera vez, en el Salónde los Independientes de 1909...Francis Picabia, autorretrato.M. D. — ... una de las cuales era un pequeño paisaje de Saint-Cloud que vendí por cien francos. Y estaba encantado. Eramaravilloso. Sin ningún «enchufe». No recuerdo quién lo compró.Otro episodio de venta: en el Salón de Otoño de 1910 ó 1911vendí una pequeña obra, el esbozo de un desnudo de IsadoraDuncan, sin que la <strong>con</strong>ociera. Más tarde intenté en<strong>con</strong>trar esecuadro, vi a Isadora en los Estados Unidos, pero no pude lograrlo.Isadora debió comprarlo para dárselo a uno de sus amigos comoregalito de Navidad. No sé qué ha sido de él.

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