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noviembre - LiahonaSud

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Un coro de niños de la Primaria recibe al presidenteHinckley y a su esposa en el aeropuerto de Francia.Los miembros se despiden del presidente Hinckley enParís donde unas dos mil cuatrocientas personas sereunieron para escucharlo.convertido en una extraordinariafamilia de diez millones de personas,adorando todos juntos al SeñorJesucristo, tal como si fuéramos unafamilia. Veinticuatro mil congregacionesde feligreses se reúnen todos losdomingos y estudian las mismaslecciones y aprenden los mismos principiosen muchos idiomas diferentes".Al hablar de la Iglesia, como de"una gran organización social", elpresidente Hinckley dijo: "Somosamigos y nos queremos todos. Enrealidad, nos queremos tanto losunos a los otros que no podemoscomportarnos con mucha reverenciadurante la reunión sacramental.Siempre conversamos en lasreuniones sacramentales. Está bienque conversemos en el vestíbulo,pero cuando nos encontramosdentro de la capilla debemos permaneceren silencio, comportarnos conreverencia y respeto y no ser irreverentes...Seamos un poquito másreverentes durante nuestrasreuniones sacramentales para que laspersonas que no sean de la Iglesia yasistan a ellas sientan el espíritu, deesta obra y el espíritu de amor queimpera entre nuestra gente".Jaime Rivera, presidente de laRama Lawrence (en español), de laEstaca Exeter, New Hampshire, dijo:"Es un gran honor el estar aquí,donde reina un espíritu de humildad.Es un gran privilegio que el Señornos ha concedido".PARÍS, FRANCIAEl presidente Hinckley cruzó elOcéano Atlántico y llegó a París,Francia el 4 de junio. Esa mismatarde, habló a los misioneros congregadosen el centro de reuniones deVersalles y por la noche se dirigió aunos 2.400 miembros de dos estacasparisienses y de tres distritos periféricos.Por el hecho de tratarse de unanoche de entre semana, el presidenteHinckley dijo: "Les agradezcomuchísimo que hayan venido.Algunos de ustedes vienen desdelejos y deseo agradecerles por ello".En Europa lo acompañó el élderDieter F. Uchtdorf, presidente delÁrea Europa Oeste.Luego de comentar acerca de lahermosa campiña francesa y de labella ciudad de París, el presidenteHinckley dijo: "Sin embargo, lo máshermoso de este gran país son aquellosque tienen dentro de sí laconvicción de que esta obra esverdadera. Si no tienen esa convicción,entonces se están perdiendo deposeer lo mejor de esta obra; y cadauno de ustedes tiene la oportunidady la responsabilidad de obtener esaconvicción. ¿Cómo? Bueno, prestandoservicio en la Iglesia yhaciendo lo que se les pida quehagan. El Señor nunca les pedirá quehagan nada que no puedan cumplir.Quizás se sientan inadecuados eincapaces de hacerlo, pero arrodíllensey rueguen al Señor que lesayude, y Él los bendecirá. Lean Supalabra sagrada y Él los bendecirá".En el correr del discurso, el presidenteHinckley habló acerca de laposibilidad de edificar un templo enFrancia. "Cuando vine a este paísdespués de la guerra, había muypocos miembros de la Iglesia, peroahora hay unos 30.000", dijo. "Noquisiera que se hicieran demasiadasesperanzas, pero ha llegado elmomento en que se merecen tenerun templo aquí y estamos buscandoel sitio adecuado para edificar uno.No sé el tiempo que llevará elencontrar un terreno apropiado, porlo que les pido a cada uno deustedes, mis hermanos y hermanas,que rueguen al Señor en forma indi-2

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