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7 - EIKASIA - Revista de Filosofía

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MAY O<br />

2012<br />

La teoría <strong>de</strong> las categorías en una ontología hermenéutica | Alejandro Escu<strong>de</strong>ro Pérez<br />

que Hei<strong>de</strong>gger no ignoraba el problema: «¿Pue<strong>de</strong> la ontología fundamentarse ontológicamente, o requiere también<br />

un fundamento óntico, y cuál es el ente que <strong>de</strong>be asumir la función fundante? La distinción tan manifiestamente<br />

obvia entre el ser <strong>de</strong>l Dasein existente y el ser <strong>de</strong> los entes que no son el Dasein (el estar-ahí, por ejemplo), es tan<br />

sólo el punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong> la problemática ontológica, y no algo en lo que la filosofía pudiera hallar su reposo» (Ser<br />

y tiempo, op. cit., § 83, p. 450). A la pregunta formulada tiene que respon<strong>de</strong>rse a nuestro juicio: la ontología <strong>de</strong>be<br />

cimentarse ontológicamente; a su vez ninguna distinción entre entes pue<strong>de</strong> reclamar protagonismo alguno en el<br />

seno <strong>de</strong> la indagación ontológica. Tal vez, y por último, yo no sea un ente “con existenciarios” (¿son estos un<br />

remedo <strong>de</strong> las vetustas “faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Sujeto”?) y las “categorías <strong>de</strong>l ente” tengan que enten<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> otra manera a<br />

como Hei<strong>de</strong>gger –en la estela <strong>de</strong> Husserl- las tematizó (quizá las categorías <strong>de</strong> los fenómenos no tengan nada que<br />

ver con unas presuntas “regiones ónticas” –fijadas a<strong>de</strong>máspor un camino bastante confuso).<br />

2.2.- Las ontologías categoriales en tela <strong>de</strong> juicio<br />

Acaso suceda que la comprensión <strong>de</strong> los entes sea ab initio “categorial”: incluya a priori una serie <strong>de</strong><br />

“categorías”. No resulta sin embargo obvio que las categorías tengan que concebirse como regiones –géneros o<br />

clases- <strong>de</strong> modo tal que compren<strong>de</strong>r algo siendo algo equivalga sin más a subsumir un “particular” en una “esencia<br />

universal” –sea una esencia genérica o una esencia específica. Es necesario –acudiendo al fondo <strong>de</strong> la cuestiónafrontar<br />

y enfrentar la pregunta siguiente: ¿es seguro e indudable que la “totalidad <strong>de</strong> lo óntico” se parte y se divi<strong>de</strong><br />

según “géneros supremos” (regiones o categorías)? Es muy habitual creer esto –tal vez por el hechizo que provoca<br />

en nosotros el “conocimiento clasificatorio” o por otro motivo que hay que localizar- pero cabe dudar <strong>de</strong> que por<br />

esta vía el problema esté bien enfocado. En general cuando se nos proponen divisiones <strong>de</strong> la “realidad en su<br />

conjunto” en “clases <strong>de</strong> objetos” se suelen proyectar repartos tomados <strong>de</strong> las ciencias –por eso es habitual<br />

adoptarlas como hilo conductor <strong>de</strong> las ontologías regionales. La distinción entre “ciencias naturales” y “ciencias <strong>de</strong>l<br />

espíritu”, por ejemplo, se proyecta sobre la totalidad <strong>de</strong> lo óntico induciendo a creer que existen dos gran<strong>de</strong>s clases<br />

<strong>de</strong> realida<strong>de</strong>s: la realidad natural y la realidad espiritual 54 . Pero esta tesis y este modo <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r es, a nuestro<br />

enten<strong>de</strong>r, enteramente discutible. Cabe articular otra opción –pendiente, eso sí, <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>sarrollada, argumentada,<br />

explicada-: “dividir” o “repartir” la totalidad <strong>de</strong> lo óntico según ámbitos <strong>de</strong>l saber: el saber científico, el saber<br />

técnico, el saber moral, el saber político, el saber artístico y el saber religioso; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta óptica algo es “científico”<br />

o “artístico” no porque tenga tales o cuales propieda<strong>de</strong>s esenciales ni porque sea subsumible bajo tal o cual género<br />

o clase sino porque, únicamente, ha ingresado en el ámbito <strong>de</strong> la ciencia o <strong>de</strong>l arte y por eso comparece como tal.<br />

Cada uno <strong>de</strong> estos ámbitos <strong>de</strong>l saber o formas <strong>de</strong> comprensión solicita y admite una indagación “ontológico<br />

regional” –eso sí concebida <strong>de</strong> una modo muy distinto al que encontramos en Husserl o en Hei<strong>de</strong>gger pues su meta,<br />

por ejemplo, nunca pue<strong>de</strong> ser poner <strong>de</strong> manifiesto la esencia <strong>de</strong> un género <strong>de</strong> lo óntico. Señalando esto acabamos <strong>de</strong><br />

54 En el segundo volumen <strong>de</strong> sus I<strong>de</strong>as relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica Husserl esboza tres ontologías<br />

regionales –siguiendo el hilo conductor <strong>de</strong> las ciencias-: una <strong>de</strong> la realidad natura inanimada, otra <strong>de</strong> la realidad natural animada y una tercera<br />

sobre las realida<strong>de</strong>s espirituales. Todo ello en un marco estrictamente i<strong>de</strong>alista: sería el “espíritu” el que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sí mismo, ha constituido la<br />

“naturaleza”.

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