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7 - EIKASIA - Revista de Filosofía

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MAY O<br />

2012<br />

La naturaleza heroica en la obra <strong>de</strong> Friedrich Schiller |Guillermo Aguirre Martínez<br />

e interés individual <strong>de</strong>l Infante con una sensibilidad exacerbada, un pathos muy acusado mediante el que preten<strong>de</strong><br />

mostrar la necesidad <strong>de</strong> alcanzar un acuerdo entre el bien individual y el colectivo, pero asimismo la necesidad <strong>de</strong><br />

salir <strong>de</strong> una sensibilidad exclusivamente subjetiva que en la obra motivará el que Don Carlos no sepa hacia don<strong>de</strong><br />

dirigir sus nobles inquietu<strong>de</strong>s. El Infante se manifiesta enamorado <strong>de</strong> Isabel <strong>de</strong> Valois, esposa <strong>de</strong> su padre, el Rey, a<br />

pesar <strong>de</strong> que tiempo atrás fue su prometida. El monarca <strong>de</strong>sconfía <strong>de</strong>l Infante, <strong>de</strong> su afectividad exacerbada, <strong>de</strong> una<br />

fogosidad carente <strong>de</strong> medida y <strong>de</strong> los sentimientos que el Infante manifiesta hacia la Reina. Encarna, a<strong>de</strong>más, el<br />

prototipo <strong>de</strong>l tirano, figura aislada y <strong>de</strong>sconfiada <strong>de</strong> cuantos se mueven a su alre<strong>de</strong>dor. Felipe II necesitará <strong>de</strong> una<br />

jerarquía rígida y estática que le permita mantenerse en el po<strong>de</strong>r pero, a su vez, va a anhelar el amor <strong>de</strong> un hijo cuya<br />

actitud aborrece al tiempo que lo ve como un posible enemigo futuro.<br />

Las motivaciones <strong>de</strong> Don Carlos son claras y, pese a que sus intereses se encaminan a la consecución <strong>de</strong> un<br />

gobierno justo en los Países Bajos, no po<strong>de</strong>mos ignorar que dicha ampliación <strong>de</strong> miras no se <strong>de</strong>be tanto al querer<br />

satisfacer sus i<strong>de</strong>ales republicanos sino al <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> cumplir lo requerimientos <strong>de</strong>l corazón <strong>de</strong> Isabel, es <strong>de</strong>cir, la<br />

sensibilidad individual no se va a acrecentar por sí misma hacia unos límites más universales y colectivos sino que<br />

estos límites tan solo convergen con los anhelos <strong>de</strong> su corazón. Quien va a posibilitar la proyección <strong>de</strong> la<br />

interioridad <strong>de</strong>l Infante es el Marqués <strong>de</strong> Poza, que a su vez va a convertirse en el personaje sacrificado <strong>de</strong> cara a la<br />

consecución <strong>de</strong> dicho interés colectivo. Poza es el alma bella, aquél en quien verdad, belleza y bondad se aúnan<br />

quedando como reflejo <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al ético-estético que encontramos en los dramas <strong>de</strong>l autor.<br />

Las búsquedas <strong>de</strong> Schiller muestran <strong>de</strong> un modo bastante obvio su necesidad <strong>de</strong> lograr una cohesión absoluta <strong>de</strong><br />

cara al logro <strong>de</strong> una existencia puramente creativa. En cierta ocasión en que le preguntaron al autor el porqué <strong>de</strong> su<br />

escasa asistencia a las reuniones sociales que se prodigaban por aquellos tiempos en Weimar, contestó que el<br />

motivo obe<strong>de</strong>cía a que trabajaba a diario en torno a catorce horas, catorce horas plenas <strong>de</strong> entusiasmo. Frente a un<br />

Goethe para quien el proceso creativo, <strong>de</strong>l que participaba asimismo el <strong>de</strong>venir vital, discurría a través <strong>de</strong> cauces<br />

más acor<strong>de</strong>s con su naturaleza, Schiller apenas se permitía la posibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>scansar, aun a costa <strong>de</strong> maltratar su<br />

obcecada persona.<br />

Retornando al tema que nos guía, observamos las palabras que el Infante le dirige a la Reina, “Carlos no tiene<br />

intención <strong>de</strong> quedarse en este reino siendo el más <strong>de</strong>sgraciado, cuando ser el más feliz no le cuesta nada más que<br />

subvertir las leyes” (Schiller 1996: 154). En esta misma escena observamos la respuesta ofrecida por Isabel,<br />

“¡Alzaos, Príncipe!, ¡respetad la justicia <strong>de</strong>l cielo! ¡Haceos merecedor <strong>de</strong> ser el primero <strong>de</strong>l mundo y sacrificad lo<br />

que nadie ha sacrificado!” (Schiller 1996: 155). Dada la imposibilidad <strong>de</strong> satisfacer ambos planos a un mismo<br />

tiempo, la Reina le ofrece la posibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>saten<strong>de</strong>r su amor en aras <strong>de</strong> un bien supraindividual que ayu<strong>de</strong> a<br />

garantizar la libertad <strong>de</strong> un pueblo oprimido y, por consiguiente, combatir en cierto modo la tiranía <strong>de</strong> Felipe II. De<br />

esta manera, <strong>de</strong>sviando sus intereses íntimos hacia otros políticos, ya estará <strong>de</strong>fendiendo aquello que en sí mismo<br />

sufre como consecuencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo <strong>de</strong>l monarca, el <strong>de</strong>recho a la libertad.<br />

Este conflicto se va a acumular en el corazón <strong>de</strong>l Infante al suscitado por la rabia <strong>de</strong> encontrar un tirano allí<br />

don<strong>de</strong> <strong>de</strong>biera hallar una figura paterna, por estar ante un déspota que se dirige a él con las siguientes palabras<br />

cuando Carlos le propone hacerse cargo <strong>de</strong> los Países Bajos, “la sangre hierve en tus venas con <strong>de</strong>masiada

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