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OpiniónFrancisco Zea,aguerrido adalidde los pobresAq u i l e s Có r d o v a Mo r á nEn el noticiario televisivodel Canal 28(no muy conocidopor cierto) propiedaddel empresarioOlegario VázquezRaña, en su transmisión del 13 deabril a las 21 horas, el conductorFrancisco Zea, indignado por unadeclaración mía hecha el mismodía en Morelia, Michoacán, arremetióen mi contra con un tan escogidoramillete de injurias soecese infamantes que me sentí, si noherido, sí sorprendido por esa súbitaexplosión de escatología verbal,por ese baño de excrementoimpropio en un medio de comunicaciónque se respete un poco.Primero pensé que se trataba delclásico periodicazo mercenario,pagado a buen precio por gentepoderosa que se sintió tocada poralgunas verdades que me permitímanejar en relación con la crisiseconómica que viven México y elmundo. Mis razones eran: primera,ni Zea ni su medio estuvieronpresentes cuando hice la declaraciónque lo sacó de sus casillas; segunda,de las muchas cuestionesque se tocaron allí, la más tonta eirrelevante fue la pregunta de unajoven reportera sobre la “lujosa”Francisco Zea, como dice don Miguel deCervantes en el prólogo a la primera partedel Quijote, no podía ni puede “contraveniral orden de naturaleza, que en ella cadacosa engendra su semejante”, es decir, queexcremento sólo puede engendrar excrementoy no hay por qué exigirle otra cosa.camioneta en que había arribadoal lugar del evento; tercera: vistala cosa de cerca, ¿qué le puede importara ese señor una “camionetalujosa”, él que está acostumbrado acontemplar impávido los tremendosderroches de sus patrones yde sus protectores políticos, de loscuales, incluso, participa cuandolo invitan? Mi hipótesis, además,explicaba bien el derroche de escatología:Francisco Zea, como dicedon Miguel de Cervantes en el prólogoa la primera parte del Quijote,no podía ni puede “contravenir alorden de naturaleza, que en ellacada cosa engendra su semejante”,es decir, que excremento sólo puedeengendrar excremento y no haypor qué exigirle otra cosa.Pero amigos y gente conocedoradel medio me sacaron de mi error.El interés de Zea por los pobres deMéxico, me dijeron, está fuera deduda. No hay día en que no se levea en colonias, pueblos y barriospobres tratando de ayudar a losmenesterosos con acciones concretasy no con palabras huecas;no hay día en que no se le vea juntoa los ancianos, los discapacitados,los enfermos, las viudas, loshuérfanos, tendiéndoles la manogenerosa. Tiene las manos callosasde coger el pico y la pala paratrabajar hombro con hombro enel arreglo de calles, construcciónde banquetas, recolección de escombroy basura en las coloniaspobres y, para decirlo en términosde Pablo Neruda, tiene las manosblancas de repartir pan a los hambrientosen las panaderías. Y esono es todo. En un acto de supremacongruencia, ha renunciado alautomóvil y llega todos los días asu trabajo arrastrando los pies o,cuando más, en un patín del diablo.Y con harta frecuencia, se dice,no puede aparecer en pantalla porque,en el trayecto a su oficina, seha quitado la camisa y la corbatade seda para dárselas a algún menesterosoque le ha salido al paso.Es consenso entre quienes lo conocenque ni el Mahatma Gandhi,libertador de la India; ni Diógenesde Sínope, el filósofo cínico quevivía desnudo dentro de un barrily que, cuando Alejandro Magno leofreció cualquier cosa que le solicitara,sólo le pidió que se hicieraa un lado porque le tapaba el sol;que ni los más rigurosos anacoretasadeptos al brahmanismo, elbudismo y el jainismo en la antiguaIndia superan la abstinencia,la frugalidad y la renuncia a todobienestar de Francisco Zea.Al oír esto, tuve que reconocerque un hombre de tal congruenciaentre vida y pensamiento, tienetoda la autoridad moral para criticary desenmascarar a los impostorescomo yo; que un sabio, ungigante moral de esa talla, tiene elderecho indiscutible de llamar sinvergüenza,cínico y parásito socialal primero que le estorbe, aunquenada de eso pueda probar. Y meimpuse de inmediato la obligaciónde ayudarlo a salir verdadero antesus televidentes. Por eso, aquí repitoy amplío lo que dije en Morelia:yo no tengo ni uso vehículosde “lujo” y doy razones. Primero,el lujo es siempre algo superfluofrente a lo estrictamente necesario;algo que se tiene o se procurasólo por afán de ostentación. Fuepor eso que, tratando de hacermeentender, dije que nunca utilizo elvehículo a mi servicio para “padrotear”,cosa que se puede intentaraunque se tenga una cara comola mía, de la que se burla Zea. Memuevo en una camioneta de desplazamientorelativamente rápidoy de capacidad suficiente para mipequeña guardia puramente disuasivay testimonial (es decir, noarmada) y nada más; por tanto,el vehículo se corresponde estrictamentecon las necesidades demi trabajo y no puede, salvo pormala fe o por encargo, ser calificadocomo un “lujo” ofensivo paralos pobres. Segundo, ese vehículono es mío, sino de la organizacióna la que sirvo, y ni ése ni ningúnotro se adquiere con las cuotas dela gente. Es fruto del trabajo económicopermanente que todos loslíderes antorchistas realizamospara sufragar nuestros gastos, sintener que tocar nunca ni un centavode las cuotas de los agremiados.Esto que aquí digo es algo muy conocido,incluso por gente ajena alantorchismo; y si Francisco Zealo duda, lo reto a que investigue yme desmienta con hechos a mano.No hay, por tanto, explotación denadie por parte mía o de otros dirigentes.Buscando que se me entendieracorrectamente, dije que en estostiempos en que la velocidad de lascomunicaciones ha achicado, entérminos relativos, al planeta, yono podría realizar mi trabajo viajandoen burro, pues nunca llegaríaa tiempo a mis compromisos.Pero Francisco Zea, con envidiableagudeza, reviró: no señor, no esnecesario ningún burro, ya que unburro no puede montar sobre otroburro. ¡Pues claro, hombre! ¡Nadiediría que es mala la lógica y la filosofíaasnales de don Francisco!Permítaseme, sin embargo, expresaruna pequeña duda: si el señorentiende que un asno no puede irjinete sobre otro asno, ¿cómo seexplica que crea que un cuadrúpedo,con garras y sin cerebro aunquecon micrófono en mano, puede ydebe educar a un pueblo tan noblee inteligente como el mexicano?¿Cree acaso, él y quienes lo patrocinany le pagan, que basta su podermediático para que las peoresnecedades y las más torpes injuriaspasen por verdades de buenaley? Ése ha sido el error de todoslos dictadores que, junto con sucohorte de lacayos intelectuales,encabezan regímenes decadentes:tratar a los pueblos como a retrasadosmentales. Y así les ha ido.Opinión27 de abril de 2009 www.buzos.com.mxwww.buzos.com.mx27 de abril de 2009

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