mismo objetivo: el nacimiento <strong>de</strong> la virtud <strong>de</strong> la temperancia, <strong>de</strong> laque son las dos condiciones necesarias” 74 .De este modo, estamos en condiciones <strong>de</strong> apreciar la granimportancia que tiene para la educación en la templanza el inculcar elamor a la belleza, y más en concreto a lo moralmente bello, a lohonesto, a lo digno <strong>de</strong> honor 75 . Si ese resplandor <strong>de</strong> lo inteligible enlo sensible, propio <strong>de</strong> la conducta virtuosa, no <strong>de</strong>spierta en nosotrosla pasión <strong>de</strong>l amor, y consecuentemente la admiración y el <strong>de</strong>seo, sepier<strong>de</strong>n muchas energías que facilitarían vivir y adquirir la virtud <strong>de</strong> latemplanza.Por último, una aclaración, por lo <strong>de</strong>más, obvia: cuando <strong>de</strong>cimosque la templanza no sólo es bella en sí misma como virtud, sino queembellece al hombre y su conducta, hablamos “<strong>de</strong> la belleza irradiadapor el or<strong>de</strong>namiento estructural <strong>de</strong> lo verda<strong>de</strong>ro y <strong>de</strong> lo bueno, no <strong>de</strong>la belleza facial o sensitiva <strong>de</strong> una agradable presencia. La hermosura<strong>de</strong> la templanza tiene una cara más espiritual, más seca y másviril” 76 . Se trata <strong>de</strong> la belleza que surge <strong>de</strong> la armonía, <strong>de</strong> la unidad<strong>de</strong> lo sensible integrado en lo inteligible: belleza no puramenteespiritual, pero tampoco puramente sensible.c) Papel <strong>de</strong> los sentimientos en la educación moralEl tratamiento tomista <strong>de</strong> la vergüenza y la honestidad tiene unagran actualidad en nuestra época. La alta estima que merecen aSanto Tomás dos sentimientos como son la vergüenza y lahonestidad -hasta el punto <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarlos condiciones necesarias<strong>de</strong> la virtud <strong>de</strong> la templanza-, prece<strong>de</strong>, en casi siete siglos, a la actualrevalorización <strong>de</strong>l papel <strong>de</strong> la esfera afectiva en la moralidad, tanolvidada en gran parte <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad 77 .En efecto, no conviene <strong>de</strong>spreciar el papel que correspon<strong>de</strong> a lossentimientos en la educación moral y, más en concreto, el <strong>de</strong> estaspasiones laudables –vergüenza y honestidad- <strong>de</strong> las que habla SantoTomás. Como <strong>de</strong>cía C.S. Lewis con fina ironía, “ninguna justificación<strong>de</strong> la virtud permite al hombre ser virtuoso. Sin la ayuda <strong>de</strong> lossentimientos orientados, el intelecto es débil frente al organismoanimal. Yo jugaría antes a las cartas con un hombre escépticorespecto a la ética pero educado en la creencia <strong>de</strong> que un caballerono hace trampas que con un intachable filósofo moral que haya sidoeducado entre estafadores” 78 . La correcta precaución contra elsentimentalismo mo<strong>de</strong>rno es la <strong>de</strong> inculcar sentimientos a<strong>de</strong>cuados –amor a la belleza moral, vergüenza ante lo torpe, etc.-, no la <strong>de</strong>eliminarlos, ya que los sentimientos son <strong>de</strong> gran ayuda para lapráctica <strong>de</strong> la virtud. “No negamos el peligro <strong>de</strong> distorsiones en la16
esfera afectiva, es <strong>de</strong>cir, el peligro <strong>de</strong> los sentimientos fingidos y máso menos ilusorios, pero al mismo tiempo se <strong>de</strong>be subrayar que losabusos nunca dan <strong>de</strong>recho a menospreciar el valor <strong>de</strong>l objeto” 79 . Delo contrario podría ocurrir lo que el mismo C.S. Lewis <strong>de</strong>nunciaba:“Con una especie <strong>de</strong> terrible simplicidad extirpamos el órgano yexigimos la función. Hacemos hombres sin corazón y esperamos <strong>de</strong>ellos virtud e iniciativa. Nos reímos <strong>de</strong>l honor y nos extrañamos <strong>de</strong>ver traidores entre nosotros” 80 .En general, es moralmente relevante tener los afectosapropiados para disponer <strong>de</strong> un refuerzo motivacional afectivo para elactuar concreto. “La virtud moral es connaturalidad afectiva con elbien, y concretamente una connaturalidad <strong>de</strong> todo el hombre y <strong>de</strong>todas sus ten<strong>de</strong>ncias” 81 . De este modo, “cuando llegue a la edad enque se empieza a reflexionar, el alumno que haya sido educadosegún afectos or<strong>de</strong>nados o sentimientos a<strong>de</strong>cuados reconoceráfácilmente los primeros principios <strong>de</strong> la ética” 82 . Bien es cierto que esposible hacer cosas buenas y correctas sin pasión ni sentimiento,pero esto no constituye el paradigma <strong>de</strong>l actuar éticamente correcto,como <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n, siguiendo a Kant, los partidarios <strong>de</strong> la ética <strong>de</strong>l<strong>de</strong>ber. Al contrario, “en esos casos falta precisamente un rasgoesencial <strong>de</strong> la perfección <strong>de</strong>l actuar moral: la connaturalidad afectivacon el bien, consistente en hacer el bien no en virtud <strong>de</strong>l sentimiento<strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber y <strong>de</strong> la razón pura, sino en ten<strong>de</strong>r al bien con todas laspotencias y las capacida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la persona” 83 , también con la pasiónrectamente or<strong>de</strong>nada. La pasión forma parte, por tanto, <strong>de</strong> laperfección moral.De hecho, se pue<strong>de</strong> afirmar con Romano Cessario que “la virtudintroduce la razón en la emoción” 84 , teniendo en cuenta la matización<strong>de</strong> C.S. Lewis: “Ningún sentimiento es, en sí mismo, un juicio; eneste sentido, ninguna emoción o sentimiento tiene lógica. Pero pue<strong>de</strong>ser racional o irracional según se a<strong>de</strong>cue a la razón o no. El corazónnunca ocupa el lugar <strong>de</strong> la cabeza sino que pue<strong>de</strong>, y <strong>de</strong>be,obe<strong>de</strong>cerla” 85 . Ahora bien, cabe preguntarse: ¿<strong>de</strong> qué modo serealiza esa influencia, o control flexible, <strong>de</strong> la razón en los afectos,que inicialmente no son racionales? En opinión <strong>de</strong> Antonio Malo, tantoAristóteles como Santo Tomás creen que ésta es posible, pero no han<strong>de</strong>jado una explicación <strong>de</strong> cómo se produce. Su tesis es “que larazón pue<strong>de</strong> influir en los afectos precisamente porque en ellos secontiene un juicio natural” 86 gracias al cual, la razón pue<strong>de</strong>interpretar el significado <strong>de</strong> la afectividad, valorarla a la luz <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong>la persona, y corregirla cuando sea necesario.En efecto, este juicio natural <strong>de</strong> las emociones se refiere, enparte, a una realidad exterior, pero no por ello es un juicio objetivo,pues la subjetividad aparece siempre indisolublemente unida al17
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