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LA TEMPLANZA - Universidad de Navarra

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todas estas dimensiones, y or<strong>de</strong>nar las inferiores a las superiores, yeste principio no pue<strong>de</strong> ser otro que la razón. Surge así la necesidad<strong>de</strong> la castidad, “a la que compete la integración <strong>de</strong> los dinamismosafectivos” 131 , bajo el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la razón. Ni basta la razón, ni bastanlas inclinaciones naturales. Se precisa una armonización.Esto significa que en el caso <strong>de</strong>l hombre, la sexualidad estácondicionada, pero no guiada, por el instinto. El control o guía <strong>de</strong> lasexualidad correspon<strong>de</strong> a la razón y la voluntad, que tienen en cuentatodas las dimensiones <strong>de</strong> la experiencia amorosa y configuran lasrelaciones surgidas entre el hombre y la mujer en virtud <strong>de</strong>l instintosexual, así como el comportamiento ante las consecuenciasprocreativas <strong>de</strong> la unión sexual. Estas relaciones son –apuntaRhonheimer- amor, autoentrega <strong>de</strong> una persona a la otra, fi<strong>de</strong>lidad,responsabilidad procreativa, indisolubilidad <strong>de</strong> la unión. “Todos estosno son bienes que se añadan a la sexualidad. Son la sexualidad comobien humano; es <strong>de</strong>cir, son el instinto sexual mismo <strong>de</strong> una personahumana en su interpretación por la razón <strong>de</strong> la persona que tiene eseinstinto” 132 .Pero es preciso advertir que la verda<strong>de</strong>ra castidad no se reduce auna vigilancia y control racionales <strong>de</strong> los movimientos ten<strong>de</strong>nciales <strong>de</strong>las dimensiones inferiores (corporal y afectiva) <strong>de</strong> la sexualidad,dirigiéndolos hacia los bienes específicos <strong>de</strong> las dimensiones máselevadas (personal y religiosa). “La capacidad <strong>de</strong> controlar y refrenar,<strong>de</strong> contener la energía que se libera, en modo tal que la voluntad nose vea arrastrada, es el primer paso para adquirir el hábito. Pero talcontrol va dirigido a la plasmación <strong>de</strong>l afecto” 133 (con el sello <strong>de</strong> laracionalidad). Se trata <strong>de</strong> configurar la capacidad <strong>de</strong> reacción sexualy afectiva interviniendo sobre las mismas potencias cognoscitivas queimplican (sensibilidad, imaginación y memoria), <strong>de</strong> tal manera que lamisma atención que se preste a los valores sexuales y afectivos estéen relación con la promesa <strong>de</strong> comunión 134 . La castidad es como unarte: quien va rectificando su <strong>de</strong>seo y armonizando su atención, suimpulso, su valoración, va adquiriendo una <strong>de</strong>streza que afecta almismo modo <strong>de</strong> ser impactado por, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sear, y <strong>de</strong> valorar lasexualidad. Se adquiere un nuevo gusto para lo sexual, que respetatodos sus aspectos y se manifiesta a la vez en todos ellos. El mismoamor y el <strong>de</strong>seo se convierten ahora en amor y <strong>de</strong>seo inteligentes,que tienen una racionalidad intrínseca.Con el hábito <strong>de</strong> la castidad “la persona se posee en una formanueva, esto es, posee su impulso sexual, su reacción afectiva, sucapacidad <strong>de</strong> donarse en una forma original” 135 . La castidad posibilitael don <strong>de</strong> sí, la entrega <strong>de</strong> la totalidad <strong>de</strong> lo que el hombre y la mujerson y, por eso, les permite alcanzar la excelencia <strong>de</strong>l amor 136 . Como24

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