in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la voluntad, carece por completo <strong>de</strong> la luz <strong>de</strong> larazón. “La verda<strong>de</strong>ra libertad, que es auto<strong>de</strong>terminación a lo conocidocomo bueno, es sustituida por una libertad que en último términosólo reconoce como buena la auto<strong>de</strong>terminación. Se trata <strong>de</strong> aquellaclase <strong>de</strong> autonomía que finalmente tiene que volverse contra larazón” 231 .En <strong>de</strong>finitiva, la soberbia no sigue la norma <strong>de</strong> la rectaestimación <strong>de</strong> uno mismo, sino que se cree más <strong>de</strong> lo que es, ya que“lo que uno <strong>de</strong>sea ardientemente lo cree con facilidad” 232 , y asíengendra “una <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada presunción <strong>de</strong> superar a los otros” 233 , alos que <strong>de</strong>sprecia o minusvalora. Pero lo propio <strong>de</strong> la soberbia es lano sujeción <strong>de</strong>l hombre a Dios y su regla, a los que <strong>de</strong>sprecia 234 .Soberbia es ante todo una postura ante Dios. Quiere <strong>de</strong>cir,fundamentalmente, la negación <strong>de</strong> la relación criatura-Creador. Comodice Pieper, con palabras <strong>de</strong> Casiano, “todos los pecados son fuga <strong>de</strong>Dios, la soberbia es el único que le planta cara” 235 .3) La mansedumbre y clemenciaEn opinión <strong>de</strong> Santo Tomás, la mansedumbre y la clemencia sondos virtu<strong>de</strong>s íntimamente relacionadas entre sí, pero distintas. Lamansedumbre mo<strong>de</strong>ra la pasión <strong>de</strong> la ira 236 , y por ello radica en elapetito irascible. Se le opone la iracundia. La clemencia, en cambio,mitiga el castigo externo que <strong>de</strong>be aplicarse a alguien, y <strong>de</strong>be radicaren la voluntad, don<strong>de</strong> también lo hace la justicia. Se le opone lacrueldad. Sin embargo, en cuanto a sus efectos, son muy similares,pues las virtu<strong>de</strong>s que mo<strong>de</strong>ran las pasiones colaboran, en ciertomodo, en cuanto a su efecto, con las virtu<strong>de</strong>s que mo<strong>de</strong>ran lasacciones. Así, puesto que la pasión <strong>de</strong> la ira incita al hombre a lavenganza, a imponer castigos mayores <strong>de</strong> los <strong>de</strong>bidos, “lamansedumbre, por el hecho <strong>de</strong> refrenar el ímpetu <strong>de</strong> la ira, concurrecon la clemencia para producir su mismo efecto” 237 : la disminución<strong>de</strong>l castigo.Tanto una como otra miran a la razón, como correspon<strong>de</strong> a todavirtud moral: en el caso <strong>de</strong> la mansedumbre, en cuanto que sujeta elapetito irascible a la razón, mo<strong>de</strong>rando la pasión <strong>de</strong> la ira a loconveniente según ese or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la razón 238 . En el caso <strong>de</strong> laclemencia, porque tien<strong>de</strong> a aminorar los castigos cuando y comoconviene, es <strong>de</strong>cir, según la recta razón. Y ambas <strong>de</strong>signan ciertofreno en su obrar, aplicando el modo <strong>de</strong> obrar característico <strong>de</strong> latemplanza a sus materias secundarias propias: ira y penas 239 . Poreso, se relacionan con la templanza como partes potenciales suyas,aunque quizás la clemencia, al mo<strong>de</strong>rar un acto externo (el castigo),40
cabría incluirla en la segunda serie <strong>de</strong> las partes potenciales (bajo lamo<strong>de</strong>stia), que mo<strong>de</strong>ran los movimientos y actos externos. Encualquier caso, Santo Tomás habla <strong>de</strong> ella junto a la mansedumbre,mientras que Aristóteles no la menciona.Anota Santo Tomás que “la ira, que mo<strong>de</strong>ra la mansedumbre,impi<strong>de</strong>, a causa <strong>de</strong> su impulso, que el ánimo <strong>de</strong>l hombre juzguelibremente <strong>de</strong> la verdad” 240 . Por ello la mansedumbre participa, encierto modo, <strong>de</strong> la excelencia <strong>de</strong> la templanza para hacer al hombredueño <strong>de</strong> sí mismo 241 , capaz <strong>de</strong> juzgar rectamente y, por tanto, libre.A<strong>de</strong>más la ira es un vicio capital, pues <strong>de</strong> ella pue<strong>de</strong>n nacermuchos vicios <strong>de</strong> un doble modo. Primero, por parte <strong>de</strong> su objeto,que es sumamente apetecible, pues a la venganza compete ciertarazón <strong>de</strong> justo y honesto. Segundo, por su ímpetu, que arrastra a lamente a la ejecución <strong>de</strong> todo lo or<strong>de</strong>nado, pasando por encima <strong>de</strong>cuantas barreras se encuentren a su paso 242 . Santo Tomás lo expresamuy gráficamente: “Se consi<strong>de</strong>ra que la ira es puerta <strong>de</strong> los vicioscircunstancialmente, en cuanto que quita obstáculos, es <strong>de</strong>cir,impidiendo el juicio <strong>de</strong> la razón, que es el que aparta al hombre <strong>de</strong>lmal” 243 . Aquí se ve bien el carácter <strong>de</strong> falta <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>ración y dominio<strong>de</strong> sí que lleva consigo la iracundia, y sus nefastas consecuenciaspara la convivencia y la justicia. “La persona iracunda convierte todosu ser en un látigo que maneja a mano airada; pero cuando lo usacontra la templanza fracasa por necesidad en aquello mismo que seproponía: tener en su mano el dominio y el empleo <strong>de</strong> un caudal <strong>de</strong>energías. Entonces es cuando esas fuerzas salvajes se in<strong>de</strong>pendizan yescapan <strong>de</strong> su control” 244 . En realidad, también aquí, el iracundo seve arrastrado a hacer lo que no querría hacer, y probablemente searrepentirá una vez pase la ira: el iracundo es esclavo <strong>de</strong> su pasión.Pero no toda ira es mala 245 . La ira pue<strong>de</strong> relacionarse <strong>de</strong> dosmodos con la razón. Primeramente, como algo anterior. Bajo esteaspecto, aparta <strong>de</strong> su rectitud a la razón y es un mal. En segundolugar, como algo posterior en cuanto que el apetito sensible semueve en contra <strong>de</strong> los vicios 246 opuestos a la razón. Esta ira esbuena 247 , en cuanto que está regulada por la razón, bajo un dobleaspecto: Primero, por razón <strong>de</strong>l objeto apetecible al que tien<strong>de</strong>, quees la venganza para que se corrijan los vicios y se conserve el bien <strong>de</strong>la justicia, no por el mal <strong>de</strong>l castigado 248 . Y segundo, por el modo <strong>de</strong>airarse, ya que no se inflama <strong>de</strong>masiado interior ni exteriormente 249 .Por ello, pue<strong>de</strong> afirmar Santo Tomás que, “es viciosa la falta <strong>de</strong>pasión, como falta <strong>de</strong> movimiento voluntario [que no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong>repercutir en el apetito sensitivo] para castigar según el juicio <strong>de</strong> larazón” 250 . Y en otro lugar, siguiendo a Aristóteles, afirma que “esalabado el hombre que se encoleriza en lo que correspon<strong>de</strong>, con las41
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