<strong>de</strong>lectaciones sensibles 207 , también a algunas pasiones <strong>de</strong>l apetitoirascible, como la ira, o intelectuales 208 . En este sentido, continentees el que se contiene a sí mismo, el que no se <strong>de</strong>sparrama en lamultitud <strong>de</strong> solicitaciones que se nos presentan, sino que sabeguardarse para lo que verda<strong>de</strong>ramente quiere. El continente es elque, a la hora <strong>de</strong> la trepidación que produce el encontronazo con lapasión, mantiene lo que querría hacer en momentos <strong>de</strong> mayortranquilidad. Hace realmente lo que quería hacer. Mantiene supropósito. Es más libre.2) La humildadEl modo <strong>de</strong> tratar la humildad en la Summa Theologiae en unpoco confuso, como ya anunciamos. De una parte, en el comienzo <strong>de</strong>ltratado sobre la templanza, al enumerar sus partes potenciales, sehabla <strong>de</strong> un primer grupo <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s, que tienen como objeto losmovimientos y actos internos <strong>de</strong>l alma. En este grupo se incluyen lacontinencia (que ya hemos visto), la mansedumbre (que veremosenseguida, junto con la clemencia) y la humildad, que mo<strong>de</strong>ra elmovimiento <strong>de</strong> esperanza o audacia <strong>de</strong> la voluntad hacia el objeto<strong>de</strong>seado 209 . Sin embargo, algunas cuestiones más a<strong>de</strong>lante, en lamisma Summa Theologiae, Santo Tomás parece contra<strong>de</strong>cirse pues,al hablar <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>stia, que da origen al segundo grupo <strong>de</strong> partespotenciales (el constituido por las virtu<strong>de</strong>s cuyo objeto es mo<strong>de</strong>rar losmovimientos y actos externos y corporales), incluye bajo la mo<strong>de</strong>stia,<strong>de</strong> nuevo, la humildad, como virtud que mo<strong>de</strong>ra el movimiento <strong>de</strong>lánimo hacia alguna excelencia 210 . Podríamos preguntarnos, por tanto,si la humildad es parte <strong>de</strong> la templanza o parte <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>stia. Elmismo Santo Tomás se lo pregunta en un artículo <strong>de</strong> otra cuestión laSumma Theologiae 211 , y su respuesta parece ser que, propiamente,la humildad es una parte potencial <strong>de</strong> la templanza, pues reprime elmovimiento <strong>de</strong> esperanza, como la mansedumbre el <strong>de</strong> ira y, portanto, pertenece a la primera serie <strong>de</strong> las partes potenciales, quemo<strong>de</strong>ran los movimientos y actos internos <strong>de</strong>l alma. Sólo si seconsi<strong>de</strong>rara la mo<strong>de</strong>stia en el sentido que lo hace Cicerón, es <strong>de</strong>cir,como la virtud que se ocupa no sólo <strong>de</strong> las acciones exteriores, sinotambién <strong>de</strong> las interiores, la humildad quedaría incluida bajo la órbita<strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>stia. Sin embargo, para Santo Tomás la mo<strong>de</strong>stia parecehacer más referencia a lo externo 212 . Por tanto, adoptaremos laprimera clasificación mencionada, por consi<strong>de</strong>rar que el objeto <strong>de</strong> lahumildad son los movimientos internos <strong>de</strong>l alma: <strong>de</strong> audacia,esperanza y apetito <strong>de</strong> la propia excelencia; y no los actos externos<strong>de</strong>l hombre, por más que, lógicamente, los primeros influyan en lossegundos como su causa.36
En cierto modo, pue<strong>de</strong> que no parezca <strong>de</strong>l todo a<strong>de</strong>cuadoclasificar la humildad como parte <strong>de</strong> la templanza, pues si bien esclaro que se da en ella la mo<strong>de</strong>ración característica <strong>de</strong> la templanza,aplicada a una materia secundaria como es la audacia, esperanza yapetito <strong>de</strong> la propia excelencia, también lo es que la humildad radicaen el apetito irascible, y que tiene una íntima unión con lamagnanimidad, <strong>de</strong> la que viene a ser como la otra cara <strong>de</strong> una mismamoneda. Santo Tomás lo explica así: “el bien arduo tiene algo queatrae el apetito, a saber, la misma razón <strong>de</strong> bien, y tiene algo queretrae, que es la misma dificultad <strong>de</strong> conseguirlo. Del primero se<strong>de</strong>riva el movimiento <strong>de</strong> esperanza y <strong>de</strong>l segundo el <strong>de</strong><strong>de</strong>sesperación. Por otro lado, ya dijimos (I-II q61 a2) que losmovimientos <strong>de</strong>l apetito que se comportan como impulsos exigen unavirtud que los mo<strong>de</strong>re y los frene, mientras que aquellos que indicanun retraimiento necesitan una virtud moral que los reafirme yempuje. Por eso es necesaria una doble virtud sobre el apetito <strong>de</strong>lbien arduo. Una <strong>de</strong> ellas ha <strong>de</strong> atemperar y refrenar el ánimo, paraque no aspire <strong>de</strong>smedidamente a las cosas excelsas, lo cualpertenece a la humildad, y la otra ha <strong>de</strong> fortalecer el ánimo contra la<strong>de</strong>sesperación y empujarlo a <strong>de</strong>sear las cosas gran<strong>de</strong>s conforme a larecta razón, y es lo que hace la magnanimidad” 213 . Por ello, en ciertomodo, parecería lógico incluir la humildad en la fortaleza, al igual quela magnanimidad. La respuesta <strong>de</strong> Santo Tomás a esta objeción, yque también se podría aplicar a la continencia, es que “las partespotenciales se asignan a las virtu<strong>de</strong>s principales no según lacoinci<strong>de</strong>ncia en el sujeto o materia, sino por la coinci<strong>de</strong>ncia en elmodo formal (...) Por ello, aunque el sujeto <strong>de</strong> la humildad es elirascible, se consi<strong>de</strong>ra parte <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>stia y <strong>de</strong> la templanza por elmodo <strong>de</strong> obrar” 214 . Es <strong>de</strong>cir, si la humildad actúa frenando yatemperando, no importa qué materia frene o atempere, ni <strong>de</strong>s<strong>de</strong>don<strong>de</strong> lo haga: pertenece a la templanza.Por otra parte, correspon<strong>de</strong> propiamente a la humildad elrefrenar los movimientos <strong>de</strong>l apetito, para que no busque<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nadamente las cosas gran<strong>de</strong>s, ni aspire a lo que es superioral hombre (a este hombre). Por eso el conocimiento <strong>de</strong> los <strong>de</strong>fectospropios pertenece a la humildad como regla directiva <strong>de</strong>l apetito, queconsiste en que nadie se sobreestime 215 . Pero eso no pue<strong>de</strong> llevarnosa concluir que la humildad resida en la inteligencia: la humildadconsiste esencialmente en mo<strong>de</strong>rar “<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro” el apetito <strong>de</strong> lapropia excelencia. También por eso, “la humildad reprime laesperanza o confianza en sí mismo más que usar <strong>de</strong> ella, por lo cualel exceso se opone más a ella que el <strong>de</strong>fecto” 216 , como escaracterístico <strong>de</strong> la templanza y sus partes.Ahora bien, Santo Tomás no parece satisfecho con estaasignación <strong>de</strong>l apetito irascible como sujeto propio <strong>de</strong> la humildad, y37
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