Esta complejidad se pue<strong>de</strong> apreciar también cuando se investigasobre el sujeto <strong>de</strong> esta virtud. La estudiosidad, en cierto aspecto,<strong>de</strong>be radicar en el apetito concupiscible, para refrenar el <strong>de</strong>seoinmo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> saber –la curiosidad- en las cosas sensibles. A estafaceta “sensible” <strong>de</strong> la curiosidad parece referirse Santo Tomáscuando afirma que, “puesto que el hombre se siente atraído <strong>de</strong>manera especial hacia aquello que halaga a la carne, es natural quesu pensamiento se dirija principalmente a esto, es <strong>de</strong>cir, que busqueel modo <strong>de</strong> dar gusto a su carne por cualquier medio. Por eso lacuriosidad tiene por objeto principal la carne <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista<strong>de</strong>l conocimiento” 264 . Pero, por otra parte, parece que la estudiosidad<strong>de</strong>be radicar en el apetito irascible para robustecer la esperanza <strong>de</strong>saber, también en el plano sensible, y no <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong>l estudio a pesar<strong>de</strong> su dificultad. Por eso dice Santo Tomás que la estudiosidad“parece oponerse más al vicio por <strong>de</strong>fecto, es <strong>de</strong>cir, a la negligencia,que al vicio por exceso que es la curiosidad” 265 . Y es algo queconviene tener en mente, pues ocurre lo contrario a lo que eshabitual en la templanza, virtud a la que se opone más el exceso enla pasión que el <strong>de</strong>fecto. Por último, la estudiosidad <strong>de</strong>bería radicartambién en la voluntad con la doble finalidad <strong>de</strong> atemperar el <strong>de</strong>seoinnato <strong>de</strong> saber en el or<strong>de</strong>n intelectual y <strong>de</strong> robustecer la voluntadpara que persista en dicho empeño a pesar <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s 266 .Todos esos frentes parecen ser cubiertos por la estudiosidad.La estudiosidad es una virtud necesaria para cualquier actividadhumana. En efecto, todo trabajo humano –hasta el más materialpresuponeen su origen cierto conocimiento, consecuencia <strong>de</strong> laaplicación <strong>de</strong> la razón al estudio o reflexión sobre la propia actividad.Por tanto, “la mente se refiere ante todo al conocimiento yposteriormente a las <strong>de</strong>más tareas para cuya dirección necesitamos<strong>de</strong>l conocimiento” 267 . Por ello, se pue<strong>de</strong> afirmar que en la raíz <strong>de</strong> todotrabajo bien hecho está la virtud <strong>de</strong> la estudiosidad, y que muchasveces tras la pereza se escon<strong>de</strong> una corrupción <strong>de</strong> la estudiosidad.El vicio contrario, por exceso, a la estudiosidad es la curiosidad.“Studiositas y curiositas son los dos polos opuestos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l instintonatural <strong>de</strong> conocer; es <strong>de</strong>cir, templanza y ausencia <strong>de</strong> la misma en elplacer que proporciona la percepción sensible <strong>de</strong> la riquezacognoscitiva que ofrece el mundo” 268 . En sí mismo, el conocimiento<strong>de</strong> la verdad es esencialmente bueno (aunque acci<strong>de</strong>ntalmentepudiera ser malo por algo que se siguiera <strong>de</strong> él), pero la estudiosidadno dice relación directa con el conocimiento, sino con el apetito <strong>de</strong>lmismo, como vimos. Y éste sí que pue<strong>de</strong> ser recto o perverso, comosería el caso <strong>de</strong> quien tuviera interés en apren<strong>de</strong>r algo paraensoberbecerse o para aplicarse a algún otro vicio. En ambos casoseste interés sería vicioso porque, al <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> conocer la verdad seune algo malo. Pero podría ocurrir que el mismo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r la44
verdad, en sí mismo, estuviera <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado, como ocurre cuando porla aplicación al estudio <strong>de</strong> lo menos útil se <strong>de</strong>ja el estudio <strong>de</strong> lo quees necesario, o cuando se afana por apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> quien no se <strong>de</strong>be, ose <strong>de</strong>sea conocer la verdad sobre las criaturas sin or<strong>de</strong>narla a su<strong>de</strong>bido fin, o cuando se aplica al conocimiento <strong>de</strong> una verdad quesupera nuestro capacidad 269 . En todas estas actitu<strong>de</strong>s se pier<strong>de</strong> <strong>de</strong>vista que, aunque el bien <strong>de</strong>l hombre consiste en conocer la verdad,el sumo bien <strong>de</strong>l hombre no consiste en conocer cualquier verdad,sino la suprema verdad, y el resto, en la medida que se or<strong>de</strong>nan aella.Del mismo modo que la estudiosidad está en la base <strong>de</strong>l trabajo,la curiosidad es causa <strong>de</strong> la pereza, esa “muelle <strong>de</strong>sgana <strong>de</strong>l corazónque no se atreve a lo gran<strong>de</strong> para lo que el hombre está llamado(...). Y lo que es vagancia que traiciona el propio ser se convierteluego en divagación. Por eso dice Santo Tomás que la pereza esinquietud errante <strong>de</strong>l espíritu (...). Esa inquietud <strong>de</strong>l ánimo semanifiesta luego en el torrente <strong>de</strong> palabrería, en el <strong>de</strong>scontrol y enlas ganas <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong>l recinto amurallado <strong>de</strong>l espíritu, para<strong>de</strong>rramarse en la pluralidad, en el <strong>de</strong>sasosiego interior, en lainestabilidad, en la imposibilidad <strong>de</strong> asentarse en un lugar y <strong>de</strong><strong>de</strong>cidirse por algo; exactamente, en eso que se llama curiosidadinsaciable” 270 . La conexión entre pereza y curiosidad es innegable, ypor eso personas muy activas pue<strong>de</strong>n ser en el fondo perezosas.No se piense que este vicio permanece en la periferia <strong>de</strong>l serhumano, porque cuando la potencia perceptora que surte alconocimiento <strong>de</strong>genera en curiositas pue<strong>de</strong> ser el síntoma <strong>de</strong> unauténtico <strong>de</strong>sarraigo, <strong>de</strong> una nefasta frivolidad. Pue<strong>de</strong> significar quela persona ha perdido la capacidad <strong>de</strong> habitar en sí misma, que se hadado a la fuga <strong>de</strong> su propio yo y que, asqueada por la <strong>de</strong>vastaciónque observa en el propio corazón, se <strong>de</strong>sespera y busca con un miedoegoísta, por miles <strong>de</strong> caminos, aquello que es imposible; aquello quesólo encuentra la quietud magnánima <strong>de</strong> un corazón dispuesto alsacrificio y seguro <strong>de</strong> sí mismo, y que se llama la plenitud <strong>de</strong> lapropia vida. Como no se nutre <strong>de</strong> los seguros manantiales <strong>de</strong>l ser,otea en todas las direcciones, “con una curiosidad al viento que todolo prueba”, citando a Hei<strong>de</strong>gger, “buscando suelo firme en un terrenoque no pue<strong>de</strong> darle seguridad” 271 .La curiosidad, como ya hemos mencionado, cabe también en elconocimiento sensible que, como es sabido, se or<strong>de</strong>na a un doble fin:el sustento <strong>de</strong>l cuerpo, y el conocimiento intelectual. El <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n aquípue<strong>de</strong> venir, bien porque se pone gran empeño en conocer algosensible no or<strong>de</strong>nado a algo útil, o bien porque ese conocimientosensible se or<strong>de</strong>na a algo malo 272 , lo que es aún peor. Como diceHei<strong>de</strong>gger: “la preocupación <strong>de</strong> esta forma <strong>de</strong> mirar no está en45
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