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c. pozo 194.qxd - Editorial Sal Terrae

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Como muestra la riquísima selección textual que configuraeste volumen, Merton hace de la escritura un «oficio divino».Me es sumamente grato poder presentar estas páginas, ciertamente«esenciales», de Merton, cuya compilación es el fruto demucho tiempo de trabajo constante y paciente, de oración y demaduración por parte de Francisco Rafael de Pascual, monjecisterciense con quien tengo el privilegio y la bendición de colaboraren la difusión del mensaje contemplativo de Merton enespañol a través de traducciones, ensayos y encuentros. El resultadode ese trabajo es una composición textual plena de sentidoen nuestro tiempo: un tejido que integra, a través de un hilotemático dibujado con trazo fino y a la vez nítido, las múltiplesfacetas de Thomas Merton, dando cuenta de su profunda filiaciónespiritual y de la anchura de su corazón. La introduccióny el epílogo proporcionan un marco indispensable para la comprensiónde los escritos en su contexto y para la cohesión de losfragmentos escogidos, que tienen valor en sí mismos a la vezque se incardinan en un conjunto armónico y congruente. Lavoz de Merton es no sólo vigente, sino urgente, como ponen demanifiesto sus escritos en torno al misticismo, al diálogo interconfesionaly a la paz.¿Cuál es, en suma, el legado espiritual de Merton para lasgeneraciones que le han seguido y para las venideras? El volumenrevela que, en la medida en que Merton fue capaz de leerlas noticias de su siglo con el ojo interior del amor, en la medidaen que supo penetrar en el corazón de la complejidad socialcon sencillez y sin egoísmo, y en tanto se hizo portavoz, conlengua de fuego y corazón herido, de una invitación universal ala santidad (la radical cordura y la fuente de la cordialidad), suspalabras fueron las de un verdadero profeta del siglo XX. Y esque, al decir de Merton, «profetizar no es predecir, sino captarla realidad en su momento de suprema expectación y tensiónhacia lo nuevo. Esta tensión se descubre, no en un entusiasmohipnótico, sino a la luz de la existencia diaria».– 31 –

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