Alcide d'Orbigny y Esteban EcheverrÃa - Estudios â Revista de ...

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El Sltstema Naturae de Lineo, publicado en 173-5, había sentado las bases de lanueva organizacilntaxonómica del saber europeo, cuyo análisis clásico ha realizadoMichel Foucault en Las palabras y las cosas. A parlir dc mediados del siglo XVIII lahistoria natural, que ponía en funcionamiento una actividad global de clasificación yordenamiento, se había ido convirtiendo en centro productor de un nuevo tipo denarraciones de viaje en torno a la figura del viajero herborizador dedicado a observarlanattraleza,a recoger plantas, coleccionarlas, catalogarlas, descubrir nuevos especímenesy darles nombres nuevos dentro del sistema. Esa actividad aparentementeinofensiva y desinteresada hace del viajero naturalista la contraparte ilustrada delagresivo conquistador de siglos anteriores (Prutt: 1992:24ss.)11.Dentro de esa tradición del viaje pacífico y la misión científica, d'Orbigny se autorrepresentarecorriendo con proverbial desinterés el litoral rioplatense y la Patagonia,enfrentándose ajaguares y mosquitos, a caimanes e indios, arriesgando la vida en arasdel saber. En esa narración el viajero naturalista va en busca de otras riquezas, suactividad no es el saqueo ni la explotación, sino la recolección inocente, aunque noexenta de riesgos, de especímenes valiosos para la ciencia, pero sin valor comercial.Si bien estos viajeros se concebían como descubridores de una realidad natural queya existía, y que sólo esperaba ser descripta e integrada en los museos' archivos ybibliotecas de Europa -ésaera la "misión"- en rigor los textos que produjeron fueroncontribuyendo a la construcción de un nuevo campo de visibilidad (Foucault, 1966) ygeneraron, en este caso, una nueva versión de América para la imaginación europea.En el marco de ese tipo de actividades de descubrimiento y registro de una naturalezaamericana desconocida en Europa, concebía también d'Orbigny su misión científicaen la tradición de los viaieros que, desde mediados del siglo XVIII, descubríanpor segunda vez el "Nuevo Mundo" y 1o incorporabafla los museos, bibliotecas ycompartimentos de clasificación europeos.Las actividades cle este recolector y cazador del siglo XIX estaban pues orientadasa alimentar la ciencia, eran parte de su misión. Así abundan en la "Parte histórica"las explicaciones sobre los métodos de caza con fines científicos. Sobre todo enel primer tramo d'Orbigny se siente obligado a explicar y disculparse. Los sacrificiosque exigía la misión científica eran múltiples: el viajero naturalista se sacrificaba ysacrificaba también a otros en aras de la ciencia. Lo que se incorporaba a las coleccionesde Europa se incorporaba muerto12. Así describe d'Orbigny su victoria sobreuna comadreja:llt2pratt(1992) acuña el término de "anti-conquista" para designar las estrategias de representaciónmediante las cuales el viajero europco subraya su carácter inofensivo. escamoteando lahegemonía europea que hace posible esa actividad científica y que esa misma actividad contribuyea extender."Si saber implica morir y matar, como ocurre, sorprendentemente en buena parte de la narrativadel siglo XIX, t...I entonces la epistemología está en cri si s" (Levine, 1993: 364) '44
Entonces se entabló entre el animal y yo, una lucha que sólo podía sermeventajosa. Sucumbió la pobre madre, y quedé dueño de ella y nueve crías queconstituían su camada. Se trataba de una de las primeras especies de mamíferosque encontraba, lo que me causó gran satisfacción, sin haberme podido librar,empero, de un sentimiento penoso que turbaba algo la alegría de mi [triunfo].Tales excursiones, con demasiada frecuencia sangrientas, impuestas al naturalistaviajero por necesidad científica, contra seres pacíficos que la naturalezaparecería abandonar sin defensa equiparable a la superioridad de las armashumanas, me hicieron sentir, más de una vez, algo que debe parecerse al remordimiento,y requieren una especie de valor que jamás me ha faltado, pero quesólo la necesidad imperiosa puede inspirar y sostener (1998: 99)13.Si la caza le provocaba sentimientos ambiguos, la recolección de conchillas, insectoso plantas proporcionaba a d'Orbigny un placer no enturbiado por el remordimiento.Los conquistadores habían entrado en el Nuevo Mundo a sangre y fuego en busca deoro y plata; el pacífico viajero naturalista en cambio, coleccionaba tesoros carentes detodo valor comercial y que defraudarían a eventuales ladrones (1998: 512; 1835: l, 464) .4. La naturaleza virgen y el placer del observadorD'Orbigny concebía su misión en términos de "dar a conocer un país desde susdistintos puntos de vista" (1998: 14; 1835: I, 3); se trataba de ofrecer una representaciónexhaustiva, en este caso, del cono sur americano. Esa operación suponía unobservador capaz de abarcar los "distintos puntos de vista"; suponía también que lospuntos de vista estaban dados en el objeto a observar, de modo que el observadorubicuo se limitaba a reconocerlos, ocuparlos y representar fidedignamente lo queveía; suponía finalmente un sujeto observador viajero europeo- y un objetoobservable-elnaturaleza americana-, un sujeto que sabe y un objeto que es registradoy situado según las coordenadas de ese saber.-laEl lugar de enunciación que garantiza la autoridad discursiva del viajero naturalistaes análogo a ese centro que ocupa en el panóptico el observador que ve sin que lovean (Foucault,1975). La posibilidad de ocupar todos los lugares, no está dada por lamovilidad del viajero, sino por la ubicuidad de la mirada y el alcance de la autoridad13 "Alors s'engagea, entre I'animal et moi, une lutte qui ne pouvait étre qu'á mon avantage. La pauvremére succomba et j'en restai rnaitre, ainsi que des neuf petits qui composaient sa portée. C'était unedes premiéres espéces de mammifdres queje rencontrais; aussi me fit-elle grand plaisir, sans quejepusse, néanmoins, m'affranchir d'un sentiment pénible qui troublait un peu lajoie de mon triomphe.Ces excursions, trop souvent sanglantes, commandées par I'in1ér6t de la science au naturalistevoyageur,contre des étres paisibles que la nature semble abandonner sans défense égale á la supérioritédes armes de l'homme, m'ont fait, plus d'une fois, éprouver quelque chose qui doit ressembler auremords, et demandent une sorte de courage dontje n'aijamais manqué, mais que l'impérieuse nécessitépeut seule inspirer et soutenir" ( I 835: I, 82 ss.).45
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