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Elementos Nº 53. AUTORES KR II - El Manifiesto

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no sólo soñaban con la eliminación deHitler, sino que hacía de ese sueño uncompromiso activo, reclamabanprecisamente aquel programa político queellos habían visto traicionado por los nazis.Reck no podía sino reprocharles esalarga espera suya, esos años que pasaron ala expectativa –por no decir que le sujetabanel estribo al Führer- para hacer luego unviraje de última hora. Para él, la resistenciadel 20 de julio era antes que nada un “golpede los generales”, a los que él despreciaba:“Pues es un poco tarde, caballeros; vosotros,que os habéis convertido en losarchidestructores de Alemania, quecorristeis tras él mientras todo parecía irbien, vosotros, oficiales de la monarquía,que prestasteis sin reparos el juramento defidelidad que se os exigió a todos y cadauno, que os rebajasteis a la condición demíseros mamelucos de ese asesino cargadocon cientos de miles de crímenes, con eldolor y la maldición del mundo, y ahora letraicionáis, igual que anteayer traicionasteisa la monarquía y ayer a la república …”.Únicamente los hermanos Scholl y susamigos merecieron las simpatías de Reck.“En su tumba puede brillar aquella frase quehabría hecho ruborizar a este pueblo quevive desde hace diez años sumido en unaprofunda vergüenza. Cogi nos potest quisquismori scit: “No se puede doblegar a quiensabe morir”.Tras el “barbecho” ya pronosticado porJung en 1932, en la Alemania de posguerrallegaron al poder muchos de losconservadores cuyo expediente estaba enapariencia “limpio” y que, si bien no sehabían involucrado personalmente en laresistencia, en su fuero interno es posibleque simpatizaran con ella; en cualquier casose mantuvieron fieles al pensamientoantidemocrático y antipluralista, mientrasocupaban, sin ser molestados, posicionesclave como redactores jefe, profesoresnumerarios, abogados o médicos, por asídecirlo con mejores condiciones de trabajo, yencarnaban lo que hubo de incontestablecontinuidad –más tarde negada- entre laprimera y la segunda mitad del siglo XX.Rec previó con lucidez poco frecuente elnecesario fracaso del nacionalsocialismo en24Alemania, quizá porque ansiaba el final deesa detestable maldición, como unaredención. Es evidente que, contra laopinión general, el pensamientodesiderativo ayuda en ocasiones a alcanzaruna claridad incorruptible. Con todas susmalas interpretaciones sobre el sentido de lademocracia, en lo que concernía a su mortalenemigo no estaba ciego de rabia, sinolúcido de cólera, una condición ciertamenteparadójica. Al fijar el punto de fuga de suencarnizada perspectiva central en unaépoca arcaica, alejada del presente, Reck nomiró a Hitler y a sus seguidores a través delmicroscopio, sino a a través de untelescopio, hasta alcanzar una profundidadde enfoque poco frecuente entre losobservadores del entorno. Es posible que lafamiliaridad con su propio arte del disimuloy la desfiguración lo ayudara en el trance.Casi nadie tuvo tan poca piedad al despojarcon la mirada al Tercer Reich y a toda suprole de sus falsos ropajes, para desvelar sustergiversaciones y mascaradas; nadie que,como él, viviera también contra los hechos.“A veces su lirismo se eleva (…) y rescatalejanas visiones del futuro con un poderprofético de carácter verdaderamentereligioso”, escribió Herbert Saickel ya en1929 sobre sus obras. En efecto, pocos teníanal estallar la Segunda Guerra Mundial laseguridad de que en ese día “el grancriminal había firmado su propia sentenciade muerte (página 99 del Diario). Pero lasatisfacción de ver el final de aquel régimenno llegó Reck a experimentarla […]Es más que probable que la detención deReck, a finales de 1944, fuera resultado deuna delación. Reck fue conducido en primerlugar a la prisión de la Gestapo en Múnich…después de un ataque aéreo, el 9 de enero de1945, fue trasladado al campo deconcentración de Dachau. Allí cayó prontoenfermo… La probabilidad de morir de tifusera alta. De hecho, Reck moriría de estaenfermedad el 16 de febrero de 1945.© Extraído de Friedrich Reck, un ensayo biográfico,de Christine Zeile, en Diario de un desesperado, deFriedrich Reck; traducción de Carlos Fortea, Ed.Minúscula, Barcelona.

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