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en mi opinión, la obra capital de todo imaginero.
Se puede ser un magnífico escultor
y no sentir la imaginería religiosa. Claro es
que, para ser un buen imaginero, forzosamente
hay que ser antes un buen escultor.
En este extremo tan delicado, opino que los
imagineros andaluces del Siglo de Oro eran
muy superiores a los del resto de España”.
Estas palabras le habría encantado oírlas
al primer Sebastián Santos, porque, a decir
de Ricardo Rufino, Santos no había nacido
ese 2 de noviembre de 1896 que señalaba
su carnet, sino a finales del XVII o principios
del XVIII. “¡Hombre, tan viejo me cree
usted!”, y el periodista le decía que no, que
era por la categoría de su arte, que responde
al más bello instante del Barroco. Y sin
embargo, él sonreía modestamente cuando
se le decía que su Virgen del Refugio se la
habría firmado sin problemas Pedro
Roldán. Esta era, por lo general, la actitud
de aquellos artistas hoy legendarios: la
● «¡Hombre, tan viejo
me cree usted!», protestó
Sebastián Santos cuando
se le dijo que parecía un
artista del Siglo de Oro
Los grandes talentos de una época
A la izquierda, Corazón de Jesús de Antonio Castillo Lastrucci y, en el
centro, él mismo esculpiendo un retrato. Sobre estas líneas, uno de los
muchos maravillosos desnudos que hizo Antonio Illanes.
humildad. Un rasgo que compartía también
el ínclito Antonio Illanes, aunque, en
este caso concreto, el periodista no era en
absoluto imparcial, a la vista de cómo había
tratado a tan colosal artista el sanedrín sevillano.
En una conferencia sobre Illanes, y
tras poner a caer de un burro a todos esos
presuntos artistas de cámara o de camarilla
que no hacen más que labrarse su prestigio
en merendolas con otros de su mismo
porte y especie, merendolas que generalmente
no pagan, dijo el crítico de su heterodoxo
amigo, tan ajeno a todo eso: “Todos lo
conocéis. Es este entusiasta sevillano, joven
y sonriente, modesto y callado, trabajador
infatigable, al que un día no lejano la
Academia, es decir, la Ortodoxia, lo desairó
sin piedad. Ese desaire le hizo mucho bien
a Illanes, aunque él crea lo contrario”. Y tras
incluir a Illanes en ese pequeño olimpo de
genios a contracorriente donde también
están Beethoven y Miguel Ángel; tras repa-
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