PASIÓN.es - El Correo de Andalucía

Paco
García
Periodista
Javier
Márquez
Periodista
el foro
MÉNDEZ
El debate. El arzobispo Asenjo ha pedido que solo una
persona por hermandad opte a ser hermano mayor. ¿Debe
imponer la autoridad eclesiástica que se presente
una sola candidatura a las elecciones internas?
Lo demás es ‘ojana’
Es más, me parece la única manera
sí
razonable de acabar de una vez por
todas con la típica ojana de “no, aquí
nos presentamos dos o tres candidatos,
pero de verdad que no hay ni
vencedores ni vencidos, todos remamos en el
mismo barco”. Venga ya. Aquí, por lo general, el que
pierde unas elecciones en una hermandad tiene dos
salidas: o desaparece de la hermandad hasta intentarlo
en otra ocasión o se dedica los tres o cuatro
años de mandato de la junta ganadora a ponerle piedrecitas
en el camino. Ahora bien, para no mermar
el carácter democrático de nuestras cofradías, bandera
de ellas hasta en tiempos de dictadura, no puede
ser que el único candidato que pide la autoridad
Soberanía y democracia
no
Claramente no. Las hermandades
deben mantener su soberanía en
la elección de las personas que
van a regir los avatares de la corporación
durante algunos años. Ya
en su día se plantearon condiciones para formar
parte de una junta de gobierno, como el hecho
de no poder estar separado, pero obligar a que
exista una paz social ficticia dentro de las corporaciones
es un sinsentido.
Además, la pluralidad lleva aparejada riqueza.
Porque si los hermanos no están de acuerdo con
los derroteros que toma su corporación, están
absolutamente legitimados a plantear alternativas.Aestosesumaqueencasodequeexistan
dos líneas o dos candidaturas en la hermandad,
eclesiástica sea señalado a dedo por quien en el
momento de convocar el cabildo de elecciones
ostente la vara dorada. Ahí Palacio, sería lo menos
injusto, debe articular la forma de que todas las
corrientes y proyectos que existan en el seno de la
corporación tengan la misma oportunidad. En definitiva,
el arzobispo debe crear una delegación diocesana
para las elecciones en hermandades y cofradías
que se encargue de entrevistar a los posibles candidatos
y estudiar en profundidad sus programas para
designar al que concurrirá finalmente al cabildo de
hermanos. Además, de esta forma Palacio se evitaría
tener que poner una rectora si el candidato que gana
en las urnas no es su favorito, como ocurrió en La
Bofetá con Armando Palomino.
¿por cuál opta el arzobispo? ¿Por la oficial? ¿Por
la crítica? Creo mucho más conveniente que sean
los hermanos los que elijan a su junta de gobierno,
a que sea Palacio quien la imponga.
Estos son los problemas a priori, pero los hay
también a posteriori. Si se produce un problema
económico en la hermandad, o si la cofradía en
la calle se moja, ¿a quién se le pide responsabilidades
a la junta de gobierno elegida o a Palacio
que la ha impuesto frente a otras opciones?
Una última reflexión. Si las cosas no funcionan,
haya una, dos o tres candidaturas, Palacio
tendrá que entrar en escena y nombrar una rectora,
como tienen ahora San Esteban o el Dulce
Nombre. Al final, estamos en las mismas que
ahora.
febrero 2012 ● mp7 ● 29