VE-27 NOVIEMBRE 2016
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Número <strong>27</strong> - Noviembre <strong>2016</strong>
© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías o<br />
ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />
respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />
Fotografía de la portada: Book lover – Alejandra Castaño (Colombia)<br />
http://alephunky.deviantart.com/<br />
Diseño y edición: Rafa Sastre<br />
Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />
«La escritura es la pintura de la voz»<br />
François-Marie Arouet, Voltaire (1694-1778)<br />
Descarga de este número de la revista (formato PDF, 3.65 MB):<br />
http://www.mediafire.com/file/m539maax4oq213w/<strong>VE</strong>-<strong>27</strong>+<strong>NOVIEMBRE</strong>.pdf
Nuestros libros<br />
«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (<strong>2016</strong>)<br />
disponibles en AMAZON en papel y ebook<br />
Dos libros de relatos y microrrelatos<br />
con la participación de escritores habituales<br />
de la revista VALENCIA ESCRIBE<br />
¿Que no los tienes? ¡Y a qué estás esperando!
Índice<br />
Oscuridad y letras (Rafa Sastre) Pág. 1<br />
Arquitectura (Cristina Cifuentes) Pág. 3<br />
Haiku (Marga Alcalá) Pág. 5<br />
La mochila (Susana Gisbert) Pág. 7<br />
Caladas de delirio (Belén Mateos) Pág. 9<br />
Rosa encarnada (Vicente Montemayor) Pág. 11<br />
Nada que decir (Manoli Vicente) Pág. 13<br />
Raíces (Toni Ávila) Pág. 17<br />
Golosinas (Jorge Richter) Pág. 19<br />
La benvinguda dels peixos (Toni Mascarell) Pág. 21<br />
Palabras para Anahí en el ceibal (Vivian Rodriguez) Pág. 23<br />
Nuevo destino (Esther Moreno) Pág. 25<br />
¡Bendita rutina! (Carmen Fabiá) Pág. <strong>27</strong><br />
Una mujer que sabía volar (M.Luisa Pérez) Pág. 29<br />
Cambiar de paleta (Aurora Losa) Pág. 31<br />
La novia viuda (Manuel Serrano) Pág. 35<br />
Un amor feliz (Maÿlis Bohère Rousselbin) Pág. 37<br />
Sueños de garabatos (Eva C. Franco) Pág. 39<br />
Tres palabras (Rafa Olivares) Pág. 41<br />
Malvarrosa (Rafael Blasco) Pág. 43<br />
Nuevos tiempos (Nicolás Jarque) Pág. 45<br />
Perdida (Pablo lloret) Pág. 47<br />
El sembrador de estrellas (Malén Carrillo) Pág. 49<br />
El polvo (Sarah Martínez) Pág. 51<br />
Lectura rápida de un corazón roto (Gabriela Pavinski) Pág. 53
Las rosas amarillas (Lu Hoyos) Pág. 55<br />
Voluntad (Aldana Giménez) Pág. 59<br />
El ser (Pernando Gaztelu) Pág. 61<br />
Dormit (Marisa Martínez) Pág. 63<br />
Exorcismo (David Rubio) Pág. 65<br />
Personajes inexistentes (Lola Piera) Pág. 67<br />
Melomanía (Rafa Sastre) Pág. 71<br />
Quinientas palabras (Alfredo Cot) Pág. 73<br />
La hora del agua (Conxa Gausí) Pág. 75<br />
La sonrisa corta (Laura Rubio) Pág. 77<br />
Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 79<br />
Valencia Escribe en las redes Pág. 80<br />
La foto de Miguel Pág. 82
Entre las palabras - Renata Magda (Polonia) http://renmag.digart.pl/
Oscuridad y letras<br />
¿Es la oscuridad que conlleva el reciente cambio de hora una<br />
buena cómplice de la lectura y la escritura? Se me acaba de ocurrir<br />
esa peregrina cuestión mientras intentaba construir la introducción a<br />
este nuevo número de la revista.<br />
Yo opino que sí, que la oscuridad, la lluvia, el viento, el frío, etc.<br />
son grandes aliados de la literatura. Me resulta imposible evocar a<br />
uno de los clásicos (Kafka, Dostoyevski, Dickens... ) escribir una de<br />
sus obras maestras mientras toma el sol en la playa y degusta una piña<br />
colada (tampoco presiento a nadie leyendo La metamorfosis, por<br />
ejemplo, en idénticas condiciones). Claro que ha habido, hay y habrá<br />
excelentes escritores residentes en lugares paradisíacos donde la<br />
meteorología rara vez es adversa, pero me inclino a pensar que es<br />
precisamente la adversidad el primer estímulo de la imaginación. En<br />
fin, divagaciones mías que no os obligaré a seguir sufriendo.<br />
Porque ahora se trata de convenceros de que el día 12 vengáis a<br />
Sagunto y participéis en el Concurso de Relato Rápido Negro, que<br />
junto a los compañeros de Ágora Puerto Cultural y Marián Creación<br />
Literaria hemos organizado en el marco del certamen Novembre Negre<br />
que se celebra anualmente en esa localidad tan próxima a Valencia.<br />
Tenéis disponibles las bases en la web del certamen (y en el Facebook<br />
de Valencia Escribe). Seguro que lo pasamos muy bien; no solo<br />
escribiendo, también escuchando las interesantes charlas que esa<br />
misma mañana, mientras el Jurado dirime el resultado de la<br />
competición y asimismo después de la entrega de premios, ofrecerán<br />
los escritores Juan Madrid, Pablo de Aguilar y José Luis Muñoz.<br />
Anotad esa fecha en vuestras agendas. Os esperamos a todos.<br />
Rafa Sastre<br />
1
La bruja no sabe – Antonio Más Morales (Madrid)<br />
http://www.antoniomas.com/<br />
2
Arquitectura<br />
Él era el arquitecto de los conceptos, yo un albañil de las<br />
palabras. Él proyectaba espacios, yo los llenaba de vida. A él le<br />
sedujeron mis dedos ágiles, a mí su mirada clara. Durante muchos<br />
años logramos la más perfecta conjunción entre piedras y estrellas. Él<br />
dibujaba esferas pulidas y perfectas, yo las convertía en pompas de<br />
jabón que explotaban en música. Sus bocetos claros y limpios se<br />
llenaban de manchas de colores al llegar a mis manos, y él reía, feliz.<br />
Mis sueños delirantes se volvían practicables bajo sus ojos, y yo<br />
lloraba de emoción.<br />
Nos encargaron viviendas: yo proyectaba hogares plenos de<br />
sueños, él edificaba habitáculos perfectos. Nos encargaron escuelas y<br />
hospitales: sus edificios eran prácticos, útiles, sobrios; tras mi paso,<br />
eran también alegres y optimistas. Nos encargaron luego la biblioteca:<br />
diseñó un lugar exacto para albergar libros y lectores; yo lo transformé<br />
en luminoso, sosegado y sereno. Nuestra obra cumbre, la Catedral,<br />
eleva los fustes de sus columnas hasta tocar el cielo, pero el mismo<br />
cielo baja por las vidrieras de mi cimborrio hecho luz de acuarelas y<br />
acaricia los rostros de los fieles. La oración es murmullo y cántico que<br />
se enreda en los capiteles y las arquivoltas de mis arcos, y se desliza<br />
suave por sus suelos pulidos y alegre por sus escalinatas como agua<br />
rumorosa.<br />
Entonces decidimos estar listos para construir nuestro propio<br />
mundo. Mientras él calculaba los cimientos, yo aboné el terreno. Sólo<br />
en las noches de luna llena nos permitíamos dibujar plantas y alzados,<br />
añadir dormitorios y escaleras, sorprendernos con pasillos que no<br />
llevaban a ningún sitio, laberintos para perdernos o huir de las<br />
pesadillas. A la luz del sol presentíamos la inclinación de los tejados o<br />
el número imprescindible de chimeneas. Los días lluvia los<br />
3
dedicábamos a diseñar las vidrieras de las ventanas y los marcos de<br />
las puertas. Tardamos lo que dura un eclipse en decidir el color del<br />
suelo y una estrella fugaz nos indicó la orientación de la fachada<br />
principal. Jugamos a los dados para conseguir la financiación, y<br />
ganamos.<br />
Se elevaron los muros ágilmente, apoyados en pilares que se<br />
ramificaban acunando los huecos transparentes de las luces. El cristal<br />
jugaba con la piedra, la madera y el agua. Los espejos reflejaban el<br />
verde de los bosques y el azul del cielo. Mármol blanco y acero pulido<br />
se apropiaron de las estancias sanitarias, y la cocina surgió del fuego y<br />
la alquimia de los metales bruñidos. Al final del verano, salió humo<br />
por las chimeneas, espantando a las brujas de las veletas, los arbustos<br />
habían arraigado sin problemas y el viento arrancó la primera hoja de<br />
los jóvenes castaños.<br />
Y, entonces, él desapareció.<br />
Por eso te escribo a ti, vendedor de sueños. Tú eres el único<br />
capaz de hallar habitantes para mi casa, que es ahora el hogar del<br />
silencio y las lágrimas. Tú, quien puede convencer a un poeta de que<br />
aquí los versos surgen de los grifos o las corrientes de aire traen<br />
canciones para un joven músico. Tú, el único capaz de cautivar a una<br />
voz que se demore en el eco de sus rincones o de seducir a un pintor<br />
para que refleje la luz de sus balconadas. A ti te encargo que entregues<br />
mi dolor, que se oculta tras el papel pintado de los dormitorios, a<br />
quien sepa darme a cambio la promesa del olvido, o la muerte. A ti,<br />
comerciante de ilusiones, embaucador de anhelos, trocador de<br />
quimeras, a ti entrego mi obra y mi espejismo. A cambio, te deberé la<br />
vida; lo sé bien, y lo acepto. Seré tuya por siempre.<br />
Eternamente tuya.<br />
Cristina Cifuentes (La Puebla de Alfindén, Zaragoza)<br />
http://www.irae.es/<br />
4
Haiku<br />
Fotografía aportada por la autora<br />
Lluvia de otoño<br />
los recuerdos de ayer<br />
en blanco y negro<br />
Marga Alcalá (Valencia)<br />
http://comolaspiedrasoelviento.blogspot.com.es/<br />
5
The power breakdance – Sefi A. Yamani (Indonesia)<br />
http://manursstudio.deviantart.com/<br />
6
La mochila<br />
Desde que la vi entrar me llamó la atención. Era realmente<br />
chocante ver a una señora de esa edad en un espectáculo así, donde la<br />
mayoría de espectadores no pasaban de los veinticinco años, con la<br />
excepción de algunos padres y madres entregados. Y ella destacaba<br />
como una bombilla en medio de la oscuridad más absoluta, con su<br />
rebequita a hombros, su pelo cardado al estilo de tres décadas atrás y<br />
su collar de perlas. Y encima, con aquella mochila que desentonaba<br />
de su atuendo, agarrada al pecho como si fueran a quitársela, a pesar<br />
de que parecía estar vacía.<br />
El azar quiso que su butaca fuera la de al lado de la mía. Si no<br />
hubiera sido así, tal vez no la hubiera visto llorar a moco tendido<br />
cuando tuvo lugar la tercera de las batallas de break-dance que se<br />
desarrollaban ante nuestros ojos. No me fue difícil adivinar que su<br />
nieto era uno de los contendientes, concretamente el que ganó. Y lo<br />
cierto es que el muchacho no lo hacía nada mal, pero de ahí a<br />
emocionarse había un mundo. Pero la señora estaba totalmente<br />
entregada, como si estuviera viendo el melodrama más sensiblero del<br />
mundo.<br />
Cuando dieron los resultados, y el nombre de aquellos de los<br />
bailarines que se clasificaban para la siguiente fase del campeonato,<br />
temí seriamente que a aquella buena mujer le fuera a dar un colapso.<br />
Transida de entusiasmo, aplaudía de un modo que parecía que iba a<br />
arrancarse las manos, al tiempo que lloraba a mares mientras se<br />
abrazaba con todas sus fuerzas a la dichosa mochila. Y eso que solo<br />
era una competición regional. No quise ni imaginar lo que sería si<br />
fuera un campeonato del mundo.<br />
No podía dejar de observarla. Pasado el momento culminante,<br />
una sonrisa beatífica se pintó en su cara con una expresión tan ajena<br />
7
al mundo que, si no fuera por su aspecto y su edad, hubiera jurado<br />
que estaba bajo el efecto de una droga de diseño de potente efecto.<br />
Al cabo de un momento la perdí de vista. Tras atender a su<br />
teléfono móvil de teclas enormes, abandonó su asiento a más<br />
velocidad de lo que era esperable. Y creí que no la vería más, y<br />
quedaría como una anécdota a comentar con mis colegas. Eso sí, al<br />
pasar me tocó la visera de mi gorra, esa gorra que yo jamás me<br />
quitaba bajo ningún concepto. Y, por una razón que desconozco, me<br />
hizo gracia.<br />
Me equivoqué. No tardaría en volverla a ver. El destino quiso<br />
que coincidiera con ella a la salida del teatro. Ya no abrazaba la<br />
mochila sino que la llevaba bien agarrada de las asas en una mano,<br />
mientras que con la otra cogía a aquel muchacho que supuse que era<br />
su nieto y que identifiqué como el bailarín que ganó la tercera de las<br />
batallas de la competición.<br />
Cuando pasé por su lado, comprendí muchas cosas. La mochila<br />
ya no estaba vacía. De su interior sobresalía una zapatilla de deporte.<br />
Una zapatilla atada sobre una pierna rígida. La pierna ortopédica del<br />
muchacho que, sonriente, agarraba a su abuela haciendo equilibrios<br />
con sus muletas. Y entonces, en un gesto reflejo, me quité a su paso<br />
esa gorra que nunca antes me hubiera quitado ante nadie.<br />
Tres meses más tarde llegó a mis manos un periódico donde<br />
salía aquella extraña pareja. El chico había ganado el campeonato<br />
nacional a pesar de que, cuando apenas tenía ocho años, había<br />
perdido su pierna derecha en un terrible accidente de tráfico. El<br />
mismo en el que perdió a sus padres. Y, aunque no podían verme, me<br />
quité de nuevo mi gorra ante ellos.<br />
Susana Gisbert Grifo (Valencia)<br />
http://conmitogaymistacones.com/<br />
8
Caladas de delirio<br />
Fotografía aportada por la autora<br />
Se postró en la cama deseosa de caricias. Comenzó a<br />
desprenderse de cada tela que cubriera su cuerpo. La blusa resbaló por<br />
sus hombros hasta caer al suelo, la falda osó deslizarse por las piernas<br />
y estrellarse a los pies desnudos de calzado. La ropa interior le<br />
quemaba la piel como un fuego húmedo que deseara calmar su ardor<br />
con la fresca saliva de unos besos.<br />
Y ahí, expuesta, y envuelta en mutismo, esperó el cuerpo<br />
desnudo de su amante.<br />
9
Sus dedos comenzaron a sentirse fríos y su tibia boca a exhalar el<br />
humo de un cigarrillo encendido para templar la densidad de sus<br />
senos. Un almizcle de aroma y sudor comenzó a bañarla entera.<br />
Al otro lado de la puerta, tecleando sin pudor, se hallaba el<br />
amador virtual de muchas y de nadie.<br />
Todo un despropósito para una realidad que le espera ansiosa y<br />
se iba esfumando igual que cada una de las caladas que no conseguían<br />
llenar ni sus pulmones ni el abismo de sus caderas.<br />
Mª Belén Mateos Galán (Zaragoza)<br />
10
Rosa encarnada<br />
Wild rose – Andreea Iancu (Rumanía)<br />
http://ideea.deviantart.com/<br />
Hermosa flor encarnada<br />
de suaves pétalos finos<br />
que se desgranan al tacto<br />
de mis dedos peregrinos.<br />
Dulce rosa perfumada<br />
con la fragancia exquisita<br />
del rocío tempranero<br />
de una tierna mañanita.<br />
11
Capullo impaciente y tierno<br />
de breve tono escarlata<br />
palpitante como el fuego<br />
que el suave tacto dilata.<br />
Jugosa fruta del cuerpo<br />
que despierta mis anhelos<br />
escondida entre tus piernas<br />
puerta de todos los cielos.<br />
Selva de cabellos de oro<br />
Rizos de satin y seda<br />
Puertas abiertas del cielo<br />
Dulce y frondosa arboleda.<br />
El escondite secreto<br />
que incita a encontrar la gloria<br />
que esconden aquellos pliegues<br />
de la más dulce memoria.<br />
Ahí se oculta un tesoro<br />
encerrado en una herida<br />
luminosa, transparente,<br />
llena de amor y de vida.<br />
Ahí quiero vivir mi vida<br />
y ahí quiero morir mi muerte.<br />
Vicente Montemayor (Omaha, Nebraska – EUA)<br />
12
Nada que decir<br />
Alone in the café – Jess Shepherd (EUA)<br />
https://www.flickr.com/photos/98659616@N02/<br />
La llamó al mediodía. Tenían que hablar. No sabía cómo<br />
decírselo. Llevaba días intentándolo, pero ella nunca le permitía<br />
continuar. Comenzaba a interrumpirle, a hablarle de mil y una cosas<br />
distintas, a enredarle en sus historias hasta que ambos acababan<br />
riéndose a carcajadas. Así no se puede, pensaba. Volvía siempre a<br />
casa con una sensación trágica de vacío que, finalmente, se<br />
transformaba en un sentimiento de culpabilidad. No se entendía a sí<br />
mismo. En realidad hasta se repelía a sí mismo. ¿Cómo podía ser tan<br />
cruel? Ella era un ángel. Perfecta en todas sus curvas, con los ojos<br />
color de cielo y tan dulce que era imposible negarle nada. Emitía<br />
simpatía por todos los poros de su piel. Lo habían pasado tan bien<br />
juntos... Aún ahora, en la situación en que se encontraban, no era<br />
capaz de resistirse a su encanto. Acababan jugando y riendo como<br />
13
niños y, no obstante, él estaba cansado. La relación le producía una<br />
intensa fatiga, que no podía ocultarse a sí mismo por más tiempo. Ese<br />
mediodía estaba dispuesto a llegar hasta el final.<br />
Habían quedado en el café de siempre. Llegaron casi al unísono,<br />
y se sentaron en su rincón favorito, al lado de la ventana. Él tomó<br />
aire y comenzó a hablar enseguida.<br />
—Ariadna, tenemos que hablar en serio.<br />
Ella ladeó la cabeza para mirarle. La larga melena dorada<br />
esparcida sobre su hombro derecho.<br />
—¿Tan en serio, Daniel? ¿Te acuerdas de aquella vez en que<br />
fingimos estar enfadados? Cuando perdimos el anillo en el parque y<br />
nos pasamos la tarde buscándolo…<br />
«No puede ser que comience otra vez con esto», se dijo Daniel,<br />
mientras pensaba en cómo interrumpir la conversación de Ariadna.<br />
De pronto, ella calló. Se hizo un denso silencio entre los dos hasta<br />
que, finalmente, volvió a hablar:<br />
—Tú no quieres decirme nada, Daniel. En realidad, no hace<br />
falta que me digas nada. Si recuerdo todo lo que hemos vivido juntos<br />
es para que recapacites. Para que veas que estoy hablando en pasado;<br />
que tienes que seguir adelante con tu vida, sin mí.<br />
—Es justo esto lo que necesito decirte, Ariadna: no puedo<br />
alejarme de tu lado. No soy capaz.<br />
_ _ _ _ _ _<br />
El camarero lee el titular del periódico con dificultad. Los ojos<br />
llenos de lágrimas. Lo sabía: otro de esos casos que todo el mundo ve<br />
venir y en el que nadie hace nada. Daniel era uno de los clientes más<br />
antiguos del local. Se sentaba siempre en la última mesa, al lado de la<br />
14
ventana. Parecía hablar con alguien, pero no había nadie. La última<br />
vez lo vio peor. Gesticulaba demasiado. Se llevaba la mano a la frente<br />
y se frotaba los ojos una y otra vez, mientras parecía dirigirse a la silla<br />
de al lado. Siempre vacía.<br />
Lo encontraron en el lago del parque al que solía ir a menudo<br />
desde la pérdida de su antigua novia, Ariadna, muerta en un trágico<br />
accidente poco antes de la fecha en que pensaban casarse. Llevaba<br />
consigo un estuche con un anillo y una carta en su interior que,<br />
milagrosamente, logró salvarse del agua. Contenía un escueto<br />
mensaje:<br />
«No hay nada que decir cuando se quiere decir adiós».<br />
Manoli Vicente Fernández (Viana del Bollo, Orense)<br />
http://lascosasqueescribo.wordpress.com<br />
15
Groot – Alegra Figeroid (EUA) http://fledglinger.deviantart.com/<br />
16
Raíces<br />
Un día noté una molestia en la planta del pie. «Un callo», pensé.<br />
El podólogo no pudo reprimir una expresión de asco al comprobar<br />
que, en realidad, me estaban saliendo raíces. Las mantuve a raya<br />
durante un tiempo, podándolas a diario después de afeitarme. Pero<br />
cuanto más las recortaba más fuertes volvían a salir. Las primeras<br />
ramas fueron más difíciles de ocultar. Al principio bastaba con un<br />
abrigo holgado, pero más adelante me fue imposible salir a la calle:<br />
los pájaros intentaban hacer nido en mis hombros, los perros me<br />
acosaban, me cayó un rayo e incluso hubo quien quiso grabar un<br />
corazón en mi brazo derecho. Cuando, de la noche a la mañana,<br />
empecé a hacer la fotosíntesis, decidí que había llegado el momento<br />
de marcharme. Ahora vivo junto a otros como yo y tú no deberías<br />
poder escucharme... Si lo estás haciendo, vigila tus pies.<br />
Toni Ávila (Castellón)<br />
https://los40sonlosnuevos30.wordpress.com/<br />
17
Fotografía de Marga Alcalá, aportada por el autor<br />
18
Golosinas<br />
Firmó digitalmente, en su ostentoso despacho, la compra de<br />
otras tres multinacionales que pasarían a engrosar la bolsa de las<br />
interminables golosinas, para satisfacción de su voraz apetito<br />
financiero. Al igual que los caramelos y dulces con envoltorios<br />
brillantes, cada logo de empresa que atrapaba, le endulzaba por un<br />
instante el paladar. Dio las últimas instrucciones a su equipo directivo<br />
y secretarias, y se dirigió a su aislada mansión fuera de la ciudad. Con<br />
ansia esperaba llegar a la habitación secreta y relajarse. Así lo hizo.<br />
Comió y bebió de lo mejor de lo mejor, muy bien servido por el<br />
servicio. Relajado, tranquilo, subió y cerró tras de sí la puerta.<br />
Mientras surgía el sonido envolvente de la música medieval, tenues<br />
luces llenaban la estancia. Con solemnidad extrajo las hojas de<br />
pergamino y con la pluma de oca, comenzó a escribir con sumo<br />
cuidado las letras de proporcionales formas que completaban las<br />
frases de tan exquisita caligrafía. Integrando la paciencia con la tinta,<br />
era feliz en el mundo de los copistas antiguos, se sentía como un abad<br />
viajero entre monasterios de siglos pasados. Los admiraba, los<br />
imitaba, con esa meticulosidad puesta en cada letra y cada imagen; al<br />
igual que en los libros incunables que coleccionaba y le rodeaban,<br />
mientras se dejaba llevar, como esos seres que se embelesaban en sus<br />
silencios, entregados sin necesidad alguna de decir: «Te quiero» o «Te<br />
amo».<br />
Jorge Richter (Valencia)<br />
19
La benvinguda dels peixos – Rosa Fuster Serquera (Fuente Encarroz, Valencia)<br />
20
La benvinguda dels peixos<br />
A les onze, com qualsevol nit on la lluna llueix plena, i ja en el<br />
regne no vetla, ni una ànima en pena; sigil·losa, com sempre tu ets,<br />
vols fugir de palau, on entre aquelles quatre parets enormes, que altres<br />
anomenen llar, i que tu anomenes cel·la tot i les comoditats; doncs<br />
has de guardar les formes, i, allí, per a no fer que algú s’ofenga, albires<br />
la llibertat.<br />
Ja endinsada en el boscatge, mentre et lleves aquells vestits, que<br />
et mantenen encotillada, i trepitges aquell solatge que ja et fa sentir el<br />
gust de tardor d’una manera salvatge; i, tot i que els teus llavis encara<br />
llueixen pintats, enmig de la boira i nua de tota formalitat, minuts<br />
abans de mitja nit, t’endinses en les gèlides aigües d’aquell llac,<br />
perquè un raig de lluna, faça més lliure el teu cos; i que, d’aquelles<br />
boniques cames, tapades per fines teles fins més avall dels genolls, ara<br />
llueixen tot el seu esplendor, recobertes de brillantor per les escames.<br />
I, ara, encara que el fred et cala, amb el cap fora de l’aigua, per<br />
agafar aire i omplir bé els pulmons, abans de submergir-te al teu<br />
regne; mil peixos de colors, amb els ulls eixits de l’emoció al notar la<br />
teua majestuosa presència, mouen la cua fent saltirons; perquè de<br />
nou, com cada nit de lluna plena, donar-te la benvinguda.<br />
Toni Mascarell (Oliva, Valencia)<br />
21
Ilustración de Fernanda Forgia (Argentina) para el libro «Anahí »<br />
http://fernandaforgia.blogspot.com.es/<br />
22
Palabras para Anahí en el ceibal<br />
Irreverente y altiva, generosa y pasional, te desbordas por el<br />
verde de las hojas que se acurrucan en las ramas, bordeando la ribera,<br />
besando los puertos agrestes tocando el barro y la arena sin desdeñar.<br />
Los árboles se preñan de fuegos para mutar en flores de exótica<br />
belleza. Pájaros que florecen en bermellón y besos desparramados en<br />
la costa de los arroyos, que cantan junto a la laguna su antigua<br />
leyenda.<br />
Libertaria, nunca cautiva, arrebolada en versos de victorioso<br />
orgullo por su origen indígena, raíz de esta tierra. Mutilada y<br />
condenada, jamás callada transitas el camino de la historia siguiendo<br />
la corriente caudalosa de los ríos que surcan como venas portando<br />
dadivosos la nutriente de nuestros campos de apaciguada belleza.<br />
Cuentan, los que te vieron arder, condenada y atada al tronco<br />
de un árbol, que fuiste la hija rebelde y enfurecida que clamó en<br />
defensa de su padre, y que el destino trocó los gritos de dolor de tu<br />
carne calcinada, en el bello canto de un pájaro aguerrido, mientras el<br />
fuego brillaba en cientos de lenguas que ascendían a la copa del árbol,<br />
para convertirse en flores prendidas a tu recuerdo como guirnalda que<br />
de su color se precia tanto como de su belleza.<br />
—¡Ay de mi! Si no pudiera verte ni oírte mientras viajo a la<br />
deriva en la laguna y enamorado te nombre Anahí, Flor de Ceibo,<br />
mientras los sauces llorones, besan las aguas apaciguadamente.<br />
—¡Ay de mi! Si no pudiera escribirte estos versos que dejo en las<br />
orillas prendidos al color carmesí de tus pétalos, en el atardecer que<br />
apaga el sol en el reflejo plano de la luna.<br />
23
Los grillos desbordan con sus chillidos la paz de la noche,<br />
mientras me duermo al pie del monte y en el sueño, tú me besas.<br />
Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo, Uruguay)<br />
http://bibilaurugualla.blogspot.com.uy/<br />
24
Nuevo destino<br />
Foto aportada por la autora<br />
Cambian los escenarios<br />
Las personas que forman parte de la obra<br />
Las estaciones se confunden con el asfalto infinito<br />
Y las burbujas explotan con palabras que no puedo alcanzar a<br />
entender<br />
Las calles, viejas y grises, acogen a los foráneos<br />
Mientras la violencia de algunos reacios recae sobre los mismos<br />
El viaje, la aventura, las ganas de recorrer lo no andado<br />
Son el motor que mueven mis pasos<br />
25
Bajo la lluvia incesante y el frío aplacador<br />
La fiesta<br />
El ruido constante<br />
Las ganas de descansar de un ambiente tóxico<br />
Esconderme bajo las mantas roídas otorgadas<br />
El deseo de empaparme de toda cultura dada<br />
De descubrir lo nuevo, de saborear el camino<br />
Añoranza de los abrazos conocidos<br />
De los besos de despedida<br />
De las noches cálidas en un barrio lleno de vida<br />
Deseosa de reencuentros eternos<br />
De conversaciones mágicas<br />
Viviendo el presente<br />
Sintiendo el momento<br />
Esther Moreno Morillas (Valencia)<br />
http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />
http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />
26
¡Bendita rutina!<br />
Don´t forget to smile – Liz Leeb (Reino Unido) https://500px.com/lizleeb<br />
No puedo negarlo. Me gusta observar a la gente. Miro<br />
atentamente su aspecto físico, su forma de vestir, su peinado, si llevan<br />
gafas o no, el tipo de accesorios que complementan su apariencia<br />
física. También me fijo en sus gestos, su tono de voz. Me gusta<br />
imaginar cuál puede ser su profesión y les imagino una supuesta vida.<br />
Tal vez como yo, vayan en el metro a trabajar. Algunos habrán<br />
trabajado en turno de noche y ahora regresan con sus rostros fatigados<br />
a casa. Siempre ves gente variopinta, de todas las edades y diferente<br />
condición social: ejecutivos trajeados, hombres con uniformes oscuros<br />
con el distintivo de los logotipos de sus respectivas empresas, grupos<br />
de mujeres que trabajan como asistentas —normalmente son las<br />
únicas que mantienen animosas conversaciones—, estudiantes de<br />
aspecto desaliñado con cara de sueño...<br />
<strong>27</strong>
Hay rostros que ya me son familiares. Se repiten todos los días<br />
en sus trayectos, suben y bajan rutinariamente en las mismas paradas,<br />
incluso se sientan si están libres en los mismos asientos o permanecen<br />
de pie asidos a la barra meciéndose con cada vaivén del metro. Y si<br />
un día no los veo pienso: «¡Vaya! hoy se debe de haber dormido» o<br />
«tal vez sea su día libre» o «tal vez esté enfermo» o incluso he llegado<br />
a pensar de algunos que dada la situación laboral en la que vivimos<br />
hayan pasado a engrosar las ya abultadas listas del paro.<br />
A primera hora de la mañana, hay silencio en los vagones. Ese<br />
silencio se rompe cada vez que una correcta y melodiosa voz grabada<br />
nos recuerda la parada a la que nos acercamos. Varios pasajeros<br />
dormitan balanceando sus cabezas hacia delante y hacia atrás, una y<br />
otra vez adelante y atrás hasta que una fuerte sacudida los saca de su<br />
estado semiinconsciente; otros, miran fijamente las pantallas de sus<br />
móviles, también los hay que conectados a sus auriculares escuchan<br />
las noticias mañaneras o su música preferida. Aunque las estadísticas<br />
digan que los españoles leemos poco, todavía se ven apasionados<br />
amantes de la lectura que sacan de sus bolsos o mochilas un libro<br />
perfectamente señalizado con un marca páginas improvisado y se<br />
enfrascan en sus historias. Es una forma de pasar el tiempo mientras<br />
dura el trayecto hacia sus trabajos.<br />
Yo sin embargo, prefiero seguir observando, esos anónimos<br />
rostros que día tras día me son más familiares. Son personajes<br />
colectivos de una sociedad en movimiento. Un continuo ir y venir de<br />
aquí para allá.<br />
Una voz en off me saca de mis pensamientos. Casi se me pasa la<br />
parada donde debo bajar. ¡Uf, yo también debo sumarme a ese<br />
colectivo apresurado! Diez minutos, me quedan para un café rápido y<br />
de pie en la barra de la cafetería y a fichar. Esta es la rutina de lunes a<br />
viernes. Y en tiempos de crisis ¡bendita rutina!<br />
Carmen Fabiá Mir (Valencia)<br />
28
Una mujer que sabía volar<br />
El pájaro de fuego (1949) - Marc Chagall (1887-1985)<br />
Obra sugerida por la autora<br />
Ella inició el vuelo hacia las alturas y fue atravesando toda clase de<br />
nubes. Las había rosadas, blancas, alargadas, en forma de corazón… El<br />
viento le ayudó en ciertos momentos a mantener la ingravidez, aunque<br />
algunas flores se le cayeron. Eliseo Subiela y yo nos sentíamos<br />
plenamente felices. Al fin habíamos encontrado lo que andábamos<br />
buscando durante tantos años: una mujer que supiese volar. Muchas<br />
gracias Chagall.<br />
María Luisa Pérez Rodríguez (Valencia)<br />
http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />
29
Changes – Elisa Ursala Lupu (EUA)<br />
https://www.flickr.com/photos/elisik/<br />
30
Cambiar de paleta<br />
Prometía ser el día más duro de los dos últimos años, casi tan<br />
duro como el que se despidió para siempre del amor de su vida en un<br />
frío tanatorio. Su único consuelo después de aquello había sido tener<br />
que levantarse de lunes a viernes para acudir al trabajo y aprovechar<br />
los fines de semana para adecentar la casa; pero hoy cumplía sesenta<br />
y cinco años, y la oficina, desde esa misma mañana, engrosaba las<br />
filas de su pasado.<br />
Cuando sonó el despertador se sintió cansada de la rutina.<br />
Condujo su coche gris por las calles grises de un invierno gris y<br />
recogió el contenido de su escritorio.<br />
«¿Cómo es posible que veinte años de dedicación quepan en una<br />
caja de IKEA?»<br />
Recibió el consabido reloj, las felicitaciones y mejores deseos de<br />
sus compañeros y salió por la puerta de LOMO Creativos con<br />
cuidado de que la tierra de su única maceta no le manchara el abrigo<br />
de paño negro.<br />
«¿Y ahora, qué?»<br />
Se había limitado a dejar correr el tiempo como si su jubilación<br />
fuera un día más; no había pensado en lo que vendría después. Tenía<br />
dinero ahorrado y una pensión razonable, desde luego, pero le<br />
faltaban los ánimos para hacer los viajes que planearon su Manolo y<br />
ella.<br />
«¿A dónde voy a ir sin él?»<br />
Desde que enviudó no se había sentido tan sola y con menos<br />
ganas de volver a casa, así que dejó sus pertenencias en el maletero y<br />
se acercó a tomar un café.<br />
31
—Ahora a vivir la vida, Felisa, que te lo has ganado— le dijo el<br />
dueño mientras le ponía el café con más alegría que de costumbre.<br />
Ella se limitó a asentir y remover el contenido de la taza. El<br />
tintineo de la cucharilla dando vueltas se ahogó entre el ruido del<br />
resto de clientes.<br />
—¡Felisa! —Era su vecina Amparo, haciéndole señas desde la<br />
mesa del fondo— ¡Felisa, querida! Vente, anda —Se acercó al grupo<br />
de mujeres que componían la reunión— Mira, te presento a Pruden,<br />
Mayra y Petra. Las viudas alegres. —Todas ellas rieron de buena<br />
gana— Felisa, mi vecina, viuda también. ¿Qué haces por aquí tan<br />
sola?<br />
—Vengo de recoger mis cosas. Me acabo de jubilar.<br />
—¡Qué bien! Yo pasé a mejor vida hace un mes —dijo la que<br />
respondía al nombre de Pruden— La primera hora es la más difícil,<br />
después todo va rodado.<br />
—Pobre, todavía está en shock. Venga, Paco, alégrale el café con<br />
un chupito de coñac de ese que tú y yo sabemos —pidió Amparo.<br />
No recordaba cuándo había sido la última vez que probó algo<br />
con alcohol pero, tras tomarse la copa, se sintió mucho mejor.<br />
—¿Qué has pensado hacer hoy?<br />
—Pasar a hacer la compra, supongo —respondió con desgana.<br />
—Ni hablar del peluquín, preciosa —impuso la tal Petra—. Te<br />
has liberado del despertador, los atascos y los jefes; eso hay que<br />
celebrarlo como Dios manda y no seríamos buena gente si dejáramos<br />
que volvieras a casa para autocompadecerte y cuestionarte el sentido<br />
de la vida. Lo primero es renovarse, porque lo de morir no es una<br />
opción. Ropa, un corte de pelo...<br />
—Un novio.<br />
32
—No seas picarona, Mayra —la riñó Amparo—. Lo del<br />
vestuario no es mala idea. Ya no necesitas parecer una trabajadora<br />
seria, ahora hay que darse alegría. ¡Viva los colorines!<br />
—¡Viva! —brindaron las otras tres.<br />
Puede que fuera por el coñac, por la vitalidad contagiosa de<br />
aquellas mujeres o por la falta de alternativas, pero Felisa se dio<br />
cuenta de que estaba harta de echar de menos a su marido cuando no<br />
estaba trabajando, cansada de abrir el armario para escoger entre una<br />
falda gris o un pantalón marrón y hasta el cogote de ver pasar la vida<br />
tras la ventana en su tiempo libre. Así que se dejó arrastrar al centro<br />
comercial e invirtió parte del finiquito en un par de vestidos, cuatro<br />
blusas, un pantalón y un centenar de pañuelos de seda. La pararon los<br />
pies a tiempo de que se tiñera el pelo de caoba.<br />
—No dura nada, hija. Hay que retocarlo cada dos por tres —dijo<br />
Pruden guiada por la experiencia.<br />
—Esta noche te vienes con nosotras al teatro —insistió<br />
Amparo—. Y ya mañana, querida, hablaremos de qué hacer con ese<br />
erial al que llamas jardín.<br />
Aurora Losa (La Palma del Condado, Huelva)<br />
https://ladesdichadesersalmon.wordpress.com/<br />
33
Sin título – John D. Carnessiotis (Grecia)<br />
http://www.johndcarnessiotis.com/<br />
34
La novia viuda<br />
—Siempre te querré —dijo a su amada.<br />
—Yo te seré fiel mientras viva, Alfonso.<br />
Esa fue la promesa de amor de dos jóvenes que pronto vieron<br />
rotas sus esperanzas de amor eterno: Alfonso murió coceado por sus<br />
bueyes cuando estaba labrando. La boda estaba preparada para la<br />
semana siguiente.<br />
Angelina, la novia viuda, cumplió su promesa. Se vistió de luto<br />
y nuca se lo quitó. Siempre lo quiso. Cuando ya era muy mayor<br />
seguía pensando en él. Le pidió a Dios que la llevara junto a su<br />
amado, pero los planes del Creador no eran esos: la dejó en la tierra<br />
muchos años.<br />
Una tarde de verano, cuando ya las canas habían invadido su<br />
cabeza, Angelina estaba sentada a la puerta de su casa. Le pareció ver<br />
a Alfonso, joven, lozano, con su eterna sonrisa. Pero no, no era él; era<br />
un mozo del pueblo que se le parecía mucho. En su interior estaba<br />
segura de que era él. Se vio joven y novia de aquel hermoso ser. «Por<br />
fin nos vamos a casar», pensó Angelina con una gran sonrisa dibujada<br />
en su desdentada boca. Solo podían casarse si ella estaba muerta.<br />
¡Había terminado la espera. Había muerto!<br />
El graznido estridente de un cuervo posado sobre el tejado de la<br />
casa la despertó y volvió a ser la vieja que esperaba a Alfonso.<br />
Manuel Serrano (Valencia)<br />
35
Fotografía de la autora<br />
36
Un amor feliz<br />
A veces, la gente me pregunta por qué me gusta tanto España.<br />
Cómo contestar con palabras, cuando solo hay sentimientos.<br />
Si pudiera describir lo que siento...<br />
Cuando tengo en mis manos una tierra roja con piedras<br />
Cuando veo las montañas de Monserrat, al lado de Torrente<br />
Cuando veo las señoras mayores sentadas y reunidas delante de sus<br />
casas a la media noche<br />
Cuando toco las viejas puertas esculpidas de madera en Valencia<br />
Cuando miro sus ficus que no tienen edad y quedo hipnotizada<br />
delante de tanta majestad<br />
Y las fallas...<br />
Y la comida, la gente, el idioma, las fiestas, el mar...<br />
Tantas cosas...<br />
No he nacido aquí<br />
Sin embargo, me siento venir de aquí<br />
Lazo invisible, fuerte y poderoso<br />
que no me explico...<br />
re Rousselbin (Valencia)<br />
37
Along the shore – Gilad Benari (Israel) http://gilad.deviantart.com/<br />
38
Sueños de garabatos<br />
Jugó con la arena en la orilla de la playa y con tan sólo nueve<br />
años dibujó sus primeros corazones. Allí se rociaron sus risas con<br />
garabatos de colores, porque desde ese día se afloró su alma pura con<br />
sueños de escritora.<br />
Pasados los años y haciendo camino con sus pasos, se desnuda<br />
de recuerdos en otra ribera, reflejándose en el mar la esencia de una<br />
lejana inocencia. Encontrando su corazón desdibujado por las olas de<br />
un largo recuerdo.<br />
Ahora, la arena se cuela desgastada entre sus manos, porque sus<br />
lágrimas se evaporaron poco a poco con el calor del ocaso que<br />
despierta. Sin embargo, en cada paso de su cansado andar, liviana su<br />
carga rociando de letras al mar, que choca con las rocas de su aliento.<br />
Sucumbiendo al llamado de su vida, levantó sus manos cargadas<br />
de las líneas del tiempo, dibujando en el viento el último verso nacido<br />
de sus deseos. Así humedeció sus labios de poemas de dulces besos,<br />
para dejar que la brisa acariciara su pelo, pintado de blanco con la<br />
realidad de un viejo sueño.<br />
Eva C. Franco (Isla Margarita, Venezuela)<br />
39
Ashtray – Eric Dale (EUA) http://ericmd.deviantart.com/<br />
40
Tres palabras<br />
El lugar es inmundo. Nadie conoce a nadie, nadie se preocupa<br />
de nadie. Observo de reojo a quienes están a mi lado.<br />
Creo que los individuos más peligrosos son el que está a mi<br />
derecha, mal encarado y de mirada huidiza, y el que se encuentra<br />
enfrente, de aspecto elegante y maneras distinguidas. Ambos parecen<br />
tranquilos y seguros y eso me desconcierta.<br />
Luego está el de las gafas oscuras, que no deja de fumar. Sin<br />
duda pretende controlar los nervios. El más mayor se cruza de brazos<br />
para ocultar y controlar el temblor de sus manos.<br />
El silencio es ensordecedor. Es mucho lo que hay en juego, o<br />
para ser más preciso todo está en juego en estos momentos.<br />
He luchado mucho para llegar hasta donde ahora me encuentro<br />
y parecerá un sarcasmo, pero hoy preferiría no estar aquí.<br />
Llega el momento de la verdad, el instante a partir del cual nada<br />
va a seguir siendo igual para ninguno de los presentes.<br />
En un temido y pausado movimiento de manos todo queda<br />
decidido con el volteo de las cartulinas para descubrir sus grafías. Le<br />
acompañan tres palabras en una voz nerviosa al tiempo que aliviada:<br />
«Póker de ases».<br />
Rafa Olivares (Alicante)<br />
http://potajedepalabras.blogspot.com.es<br />
41
Malvarrosa – Radu (Rumanía) http://macaque.deviantart.com/<br />
42
Malvarrosa<br />
Suave nombre de mujer,<br />
dulces olas en tu costa,<br />
bañando tu flor llamada<br />
en tu manto brota el querer.<br />
Ancianos alegres pasean,<br />
en el atardecer relajado,<br />
olvidando las penurias,<br />
bajo el bello azul etéreo.<br />
De la mano van amores,<br />
junto a esculturas que brillan.<br />
Viajeros en la orilla,<br />
a pedazos sus sueños venden.<br />
Otros niños, otras barcas<br />
añoran a Sorolla,<br />
viven eternas las letras,<br />
de don Vicente, majestuosas.<br />
Tu nombre huele a Malva,<br />
tal rosa tu brisa acaricia,<br />
tu eres la más hermosa,<br />
mi querida Malvarrosa.<br />
Rafael Blasco López (Valencia)<br />
43
Concert in theatre – Oleghz Hz (Rusia) https://500px.com/oleghz<br />
44
Nuevos tiempos<br />
Aquella noche de septiembre de 1916, Hugo Varlikh saludó con<br />
sendas reverencias a la familia imperial, primero a la emperatriz<br />
Alejandra Fiodorovna y después al todopoderoso Zar Nicolás II. Se<br />
subió a su tarima adoptando el gesto marcial que tan bien conocían<br />
sus músicos. Esperó a que se hiciese el silencio para golpear la batuta<br />
sobre el atril y, con un ligero movimiento de muñecas, inició el<br />
concierto. Las flautas, los clarinetes, las trompetas, los violines, los<br />
chelos y los contrabajos empezaron a interpretar la Sinfonía nº 1 de<br />
Tchaikovski. De inmediato, las notas musicales se elevaron al son de<br />
la batuta para abrirse paso por el jardín del palacio y expandirse por<br />
todo el Imperio ruso. Aunque esta vez, los cielos estrellados de<br />
Petrogrado, Moscú, Astracán o Kiev no se encapotaron, el aire glaciar<br />
no apareció y los copos de nieve brillaron por su ausencia. El verano<br />
cálido se negaba a claudicar y, por tanto, el invierno debía esperar su<br />
turno. Hugo Varlikh enseguida se percató del inesperado fracaso de su<br />
actuación y, ante el murmullo cada vez más sonoro de la corte del<br />
zar, sus indicaciones se tornaron en veladas amenazas. Las tubas, los<br />
violonchelos, las arpas se empequeñecieron y el resto de instrumentos<br />
se afanaron por aumentar su resonancia. Pero el esfuerzo era en vano.<br />
Nada parecía cambiar, como si Rusia sufriese de sordera profunda.<br />
Hugo Varlikh, enrabietado y fuera de sí, señaló con su batuta al<br />
segundo violín, al cuarto oboe y al quinto chelo para que detuvieran<br />
su interpretación. Abochornados, los instrumentistas acataron el<br />
mandato con lágrimas en los ojos. Desesperado, Hugo Varlikh, el<br />
director de la Orquesta Filarmónica de Petrogrado, ordenaba y<br />
deshacía sus propias exigencias sin encontrar solución al desbarajuste<br />
que se estaba produciendo hasta que un trompetista, alzándose de su<br />
asiento, osó desobedecerle, y a este le siguió un flautista, y a este, otro<br />
y otro. Mientras, en numerosas plazas de Rusia empezaron a lanzarse<br />
proclamas de libertad.<br />
Nicolás Jarque Alegre (Albuixech, Valencia)<br />
http://escribenicolasjarque.blogspot.com<br />
45
Hand in hand in hospital – Dmytro Furman (Ucrania)<br />
https://500px.com/uncledmytro<br />
46
Perdida<br />
Sentada en la incómoda butaca de la habitación del hospital,<br />
Sofía leía una revista que se había comprado del quiosco de la planta<br />
baja. Su madre estaba tumbada en la cama, con los ojos cerrados,<br />
durmiendo, soñando, en otro lugar, en otro país, en otro universo.<br />
Cansada de los artículos de prensa rosa que colmaban la revista, la<br />
dejó en la pequeña mesita que tenían en la habitación, se quitó las<br />
gafas y se frotó los ojos.<br />
Llevaban ya dos semanas viviendo en aquel hospital. Su madre<br />
ya no reconocía a ninguna persona ni a ningún lugar, y no podía vivir<br />
lejos de las atenciones de aquel maldito centro.<br />
De pronto, escuchó un susurro de su madre. Sofía se levantó<br />
rápidamente y se sentó a su lado. Tenía los ojos abiertos, pero no<br />
miraba a ninguna parte. Miraba asustada a su alrededor, buscando<br />
respuestas, hasta que encontró la cara de Sofía. Su expresión cambió<br />
por completo. Su pulso se aceleró y se le erizó la piel. Poco a poco, le<br />
cogió la mano. Sofía no podía creer lo que veía.<br />
—Mamá… ¿sabes quién soy?<br />
Su madre miró hacia otro lado y Sofía perdió la esperanza de<br />
nuevo. Sonrió, con tristeza, y le dio un beso en la cabeza. Se volvió a<br />
sentar en aquel duro sillón, de aquel viejo hospital, de aquella vieja<br />
ciudad.<br />
—Sofía…<br />
Sofía se colocó de nuevo de un salto junto a su madre, al borde<br />
de la cama. La anciana mujer tenía los ojos cerrados con fuerza,<br />
llenos de lágrimas.<br />
—¿Mamá? ¿Estás bien? ¿Quieres que llame a la enfermera?<br />
47
Movió la cabeza de un lado a otro con dos golpes secos. Se giró<br />
de nuevo hacia su hija y la miró a los ojos. Pero esta vez era diferente.<br />
Esta vez, sí sabía quién era.<br />
—Mamá…<br />
La arrugada mano de la mujer se posó sobre la mejilla de Sofía,<br />
a quien se le escaparon unas lágrimas. La anciana sonrió, feliz. Y<br />
ambas se fundieron en un profundo abrazo que terminaría siendo<br />
efímero en el tiempo, y efímero en la memoria.<br />
Pablo Lloret Estrada (Carcaixent, Valencia)<br />
48
El sembrador de estrellas<br />
El sembrador de estrellas - Nerina Canzi (Argentina)<br />
http://www.nerinacanzi.com/<br />
Para Vega, la que más brilla<br />
Las noches en que la luna no lucía plena con su blanco traje de<br />
luz, la señora del firmamento enviaba a su embajador más joven para<br />
que colgara de estrellas la oscuridad haciendo piruetas, como si de un<br />
número de circo se tratase, así los niños aplaudían y reían<br />
entusiasmados.<br />
49
Bailando y saltando entre los estupefactos –pues así se llamaban<br />
los habitantes de aquel planeta–, iban resbalando las estrellas más<br />
grandes. Rebosaban de la cabeza del saltimbanqui como<br />
pensamientos artísticos y originales. Las más pequeñas y juguetonas<br />
salían de la punta de la nariz, de los dedos y de los zapatos. Eran muy<br />
cariñosas y enseguida se enredaban en otros pies, manos y narices que<br />
encontraban a su vuelo. Los pequeños las colgaban en el cielo de sus<br />
casas, ya que a ellas no les importaba. O las pegaban en las olas de los<br />
océanos para que el manto marino también pudiera bailar.<br />
Un mundo nocturno de juego, fantasía e ilusión protegía los<br />
sueños de toda la población.<br />
Malén Carrillo, «Maga» (Sóller, Mallorca)<br />
http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es<br />
50
El polvo<br />
Anatomy of melancholy – Joonas Ahtikallio (Finlandia)<br />
http://joonasahtikallio.com/<br />
Los suspiros que<br />
resbalan por las paredes<br />
mezclándose<br />
con el polvo,<br />
caerán sobre tu vientre<br />
apretándote<br />
con la fuerza<br />
del agua,<br />
que desbordará pronto<br />
sobre tu rostro.<br />
Sarah Martínez (Valencia)<br />
http://materpluvia.blogspot.com.es/<br />
51
Broken heart – Boris Ulzibat (Rusia) http://bambr.deviantart.com/<br />
52
Lectura rápida de un corazón roto<br />
Era que se era, un corzaón snteado en una sllia de papel. Era que<br />
se fue, el msmio croazón durnate aoñs. Era que no era, un carozón<br />
perddio en vos. Era mientras es, un corózan que etsa nchoe, iba a<br />
escbriir los vrseos más bnoitos del mnudo, praa aequllos oojs vrdees<br />
que lo tuvrieon lateindo a garn rtimo crdíaaco. Era cuando fue, el<br />
croazón más enmaorado. Era que ahora, el msimo czoraón eastfado,<br />
rceéin atrrieazdo. Si tntao le snteía al abndaonralo,¿Por qué sniete que<br />
le han desmarado? Si tanto te he amado ¿Por qué siento que me has<br />
roto? —Es curioso— , djio el craozón roto —Cmóo el ser hmuano,<br />
tan aejno a etso, pudee eentnder etsee trmoento slóo con la prmiera y<br />
la útlima ltrea, y yo no entndiea a satno de qué vniee aohra el era, que<br />
ya fue, que tanto fueron los ters mil biollnes de mnuitos slóo praa<br />
acnuarte-<br />
Es que no fue, ahora, el mismo corazón decidido a que esos tres<br />
minutos, con las voces, serían lo más bonito.<br />
Gabriela Pavinski (Valencia)<br />
http://gabrielapavinski.blogspot.com.es/<br />
http://gabrielapavinski.blogspot.es/<br />
53
Yellow roses and opened book – Nikolay Panov (Rusia)<br />
https://500px.com/nikolaypanov<br />
54
Las rosas amarillas<br />
(Homenaje a Umberto Eco)<br />
Mercedes está cansada de su trabajo de profesora de filosofía.<br />
Cada vez se siente más lejos de los estudiantes, de algunos de ellos.<br />
Tras el recreo, los alumnos llegan entre risas y empujones. Miran<br />
el móvil aunque está prohibido. Otros se achuchan tiernamente. Ella<br />
hace como que no ve. Buenos días, les dice. Apenas le contestan.<br />
Cuando llegan a sus mesas se van quedando en silencio: hay una rosa<br />
amarilla en cada una. ¿Qué es esto? ¡Qué bonitas! ¿Qué pasa? No pasa<br />
nada. ¿Te has vuelto loca, profe? No, no me he vuelto loca. Solo<br />
quiero que penséis hoy en las rosas; en su nombre. ¿Se la puedo<br />
regalar a mi novia? Pregunta Ernesto. Yo a mi novio, responde Jordi.<br />
¿Por qué la rosa se llama rosa? ¿Por qué tú te llamas Laura?<br />
Porque me lo pusieron mis padres.<br />
Por lo que dice Platón. Porque es una copia de la idea de rosa<br />
que existe en la otra realidad, en el mundo verdadero, dice Armando.<br />
No hay ningún mundo verdadero aparte de este, responde<br />
Elena. Ni ninguna idea de rosa. Solo la que tenemos en nuestra<br />
mente. Y solo hay estas rosas y otras rosas. Los nombres son solo<br />
nombres y los hemos inventado nosotros.<br />
Muy bien, entre los dos habéis explicado las dos posturas<br />
enfrentadas en la Edad Media, el problema de los Universales. ¿Existe<br />
lo universal o solo los seres concretos?<br />
¿No hay una peli que se llama así? La vimos el año pasado. Sí,<br />
en efecto. El nombre de la rosa, basada en una magnífica novela de<br />
55
Umberto Eco que ha muerto este viernes. Por eso os he traído este<br />
regalo.<br />
¡Ah, sí! Qué rollazo de película, dice Lorena.<br />
Pues a mí me gustó mucho, contesta Carla.<br />
¿Y tiene algo que ver con todo esto de los nombres? pregunta<br />
Miguel.<br />
Sí, tiene mucho que ver. Guillermo de Baskerville, ¿recordáis? el<br />
monje franciscano representa a un filósofo medieval: Guillermo de<br />
Occam. Es famoso por un principio: «La navaja de Occam», con la<br />
que dicen «puso las barbas de Platón a afeitar», porque según este<br />
principio «Se debe aceptar siempre la explicación más simple que<br />
abarque todos los hechos». A él se atribuye la frase de que «No hay<br />
que multiplicar los entes sin necesidad». Platón había inventado un<br />
mundo para explicar este. Si nosotros tenemos conocimiento de estas<br />
rosas y otras muchas que hemos visto o que sabemos que existen, no<br />
hay que buscar nada más en ningún otro mundo. Los nombres son<br />
convencionales, ¿sabéis qué significa convencional?<br />
Significa normal, dice Pablo.<br />
No. Algo es convencional cuando es fruto del acuerdo. Imagina<br />
que nosotros fabricamos un artefacto nuevo y decidimos ponerle un<br />
nombre. Así funciona el lenguaje. Son los pueblos los que han<br />
decidido el nombre de las rosas y de todo lo que existe o de lo que<br />
ellos crean.<br />
Ya me acuerdo, seño, y ¿por qué asesinaban a tantos monjes?<br />
Otro de los personajes del convento, Jorge, estaba intentando<br />
que nadie descubriera el libro de La Poética de Aristóteles, porque<br />
tenía una parte dedicada a la comedia y, según él, la risa sería muy<br />
perniciosa para la humanidad. Él, al contrario que Guillermo de<br />
Baskerville, representaba la oscuridad, la ceguera, la intolerancia y el<br />
fanatismo. Era enemigo de la lectura porque incitaba a la duda, y<br />
56
también a la risa. Cuando la biblioteca está en llamas dice: «La risa<br />
mata el miedo, y sin el miedo no puede haber fe, porque sin miedo al<br />
diablo ya no hay necesidad de Dios».<br />
¿Y por qué amarilla, profe? La rosa amarilla es la que se regala a<br />
los adolescentes y lleva un mensaje de advertencia. En este caso sería<br />
la necesidad de estar atentos al fanatismo que siempre acecha.<br />
Suena el timbre.<br />
Hoy ha molado mucho la clase, seño. Gracias por las rosas.<br />
Lu Hoyos (Valencia)<br />
http://inventariodelucrecia.blogspot.com.es/<br />
57
Imagen sugerida por la autora<br />
The great illusion – Paolo Roversi (Italia)<br />
http://www.paoloroversi.com/pages/01.html<br />
58
Voluntad<br />
Te juro que estoy intentando<br />
respirar más profundo,<br />
decir sin andar hablando<br />
y desatar los nudos.<br />
Te digo que estoy luchando<br />
por algo para los dos,<br />
para que no andes pensando<br />
que solo quiero apagar el sol.<br />
Me tienes acá, empujando,<br />
con una fuerza nueva,<br />
corriendo cada vez más rápido<br />
arriesgándome a esta apuesta.<br />
Mírame cómo estoy queriendo<br />
dejar el camino limpio,<br />
adornándote los sueños<br />
sin asentar el principio.<br />
Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />
59
Darkness – Amy Rose Castanet (EUA)<br />
http://doombunny777.deviantart.com/<br />
60
El ser<br />
06:<strong>27</strong> La llamada levanta casi inconscientemente al esclavo, un zombi<br />
al servicio de un déspota, no importa cuando. El donde es lo peor. Él<br />
no puede con esa sala, a esta hora se ve muy bien. El reloj sobre esa<br />
mesa es un faro, desgraciadamente. El cubículo del ser y dos más, una<br />
mesa, el reloj maldito, una persiana con luces alternadas y que<br />
cambian al moverse, una estructura metálica, y poco más. Una y otra<br />
vez, siempre lo mismo...<br />
19:26 La persiana deja entrever las luces exteriores, el estúpido reloj<br />
marca las esquinas de la habitación. El ser esta inquieto y muestra su<br />
carácter. Dolor profundo en la garganta, imposible evitar toses. El ser<br />
responde, no le gusta esa actitud, quiere la paz.<br />
19:12 La habitación nunca está más oscura que cuando se llega a ella<br />
desde la luz. El tiempo abre los ojos, el ser lo sabe. El servidor aún<br />
siente dolor, pero su función siempre será superior a todo eso. Tiene<br />
que serlo. El destino de la especie depende de ello. Ruidos sordos<br />
entran por debajo de la puerta, otros nublan sus mentes. El ser<br />
también siente dolor, agudo. Todos los seres lo sentimos en algún<br />
momento, pero el ser no tiene porque explicarlo, él es quien manda.<br />
03:35 El ser grita desesperado. Su mandato es ineludible, cuatro pasos<br />
en la oscuridad. Un golpe seco. Sangre. Mareado y con un dolor<br />
intenso en la frente, el esclavo va al servicio... La habitación parece<br />
distinta, parece tener vida y movilidad propia. Dolor, ese peso en los<br />
brazos, ese gemido una y otra vez.<br />
15:10 El servidor tiene triunfos contados. A veces, el déspota está<br />
dominado por el cansancio. Aun así, el momento más delicado es el<br />
posicionamiento en el cubículo.<br />
Pernando Gaztelu (Iruña, Navarra)<br />
http://lokos-a-disfrutar.blogspot.com.es/<br />
61
Shame – Garyck Arntzen (Reiuno Unido)<br />
http://garyckarntzen.deviantart.com/<br />
62
Dormit<br />
El temps dormit<br />
em paralitza l’anima.<br />
Deixa en mi<br />
un buit llarg , inacabable, insubstituïble.<br />
Això es l’únic que hi ha dins<br />
de les meues entranyes.<br />
Un forat fosc i sense vida,<br />
la sensació d’estar morta en vida.<br />
Així es i així està el meu ventre,<br />
sec i estèril, des de el mateix moment<br />
en el qual em digueren<br />
que estaves mort.<br />
Marisa Martínez Arce (Valencia)<br />
63
Cofee made with love – Eryk Zawadki (Polonia)<br />
http://infin1tyez.deviantart.com/<br />
64
Exorcismo<br />
Sé que no es culpa tuya. No pierdas el tiempo buscando<br />
justificaciones o disculpas. Te he preparado el desayuno, ¿qué te<br />
apetece con la tostada? ¿Miel o mermelada?<br />
Cuidado con el café, acabo de sacarlo del microondas.<br />
Insisto en que no hace falta que llores y me supliques perdón. Sé<br />
de sobra que tú jamás querrías hacerme… hacernos daño.<br />
Te sentará mal el desayuno si no dejas de gimotear. ¿Quieres<br />
más azúcar?<br />
No, no es nada. Me he puesto hielo, la inflamación desaparecerá<br />
pronto. ¿Qué? No, prefiero quedarme de pie. ¿El culo? Sí, me duele.<br />
Pero se me pasará… siempre acaba yéndose. Sé que lo sientes, que no<br />
eras tú, sino ese demonio que te corroe por dentro. Ese engendro de<br />
las sombras que te obliga a beber para adueñarse de ti.<br />
Para hacernos cosas que jamás querrías hacernos.<br />
Lo he sabido siempre.<br />
¿La niña? Sí, está durmiendo. Le he dado un calmante de los<br />
que yo me tomo. Todavía es pequeña pero ya le he explicado que su<br />
papá es bueno, que todo es culpa del demonio. Que fue él, y solo él,<br />
quien se metió en su cama anoche.<br />
No papá.<br />
Él jamás lo haría.<br />
No me lo agradezcas. Soy tu esposa y nadie como yo puede<br />
comprender el dolor que ahora mismo te ahoga, de la profunda rabia<br />
que sientes ahí sentado.<br />
Es el demonio que vive dentro ti quien goza haciéndonos sufrir,<br />
llorar.<br />
65
Gritar.<br />
No tú.<br />
Pero el sufrimiento ya ha terminado, amor mío. Esta mañana, al<br />
fin, he dado con la manera de sacarlo de nuestras vidas. ¿Qué dices?<br />
¿Sientes un ardor recorriéndote la garganta? Tranquilo, será solo un<br />
momento.<br />
Es solo el amoníaco que he vertido en la taza. Pronto quemará a<br />
ese demonio que te posee.<br />
Lamento que sientas dolor. Pero es la única manera de<br />
arrancártelo.<br />
Lo comprendes, ¿verdad?<br />
Sé que es lo que tú también deseabas para que volvamos a ser<br />
felices.<br />
David Rubio (Sant Adrià de Besòs, Barcelona)<br />
http://relatosensutinta.blogspot.com.es/<br />
66
Personajes inexistentes<br />
Foto de The National U.S. Archives<br />
Briton Blondy (1915 – 1997) Neurólogo y estilista en ratos libres.<br />
Blondy nace en el condado de Exeter un caluroso día de julio de<br />
1915. Fue el segundo hijo de una estirpe con rancio abolengo de<br />
criadores de avutardas destinadas para peleas de avutardas. Ya se<br />
menciona al primer Blondy criador en las Crónicas de las costumbres y<br />
holganzas en la Campiña Inglesa que en el siglo XVI escribió Sir<br />
Vasheuste Mismo.<br />
Su padre, William Blondy, criador y veterinario especializado en<br />
aves de corral, fue el primero en influir en el joven Briton. Le aficionó<br />
67
desde muy temprana edad a la observación científica. Cursa estudios<br />
primarios a la vez que ayuda en el negocio familiar.<br />
En 1935 se matricula en la Facultad de Medicina Veterinaria de<br />
Cambridge, con la intención de seguir los pasos paternos. Pero en<br />
segundo curso, cuando cuenta con veintidós años, se siente atraído<br />
por los novedosos estudios y teorías del psicoanálisis y de la<br />
inteligencia humana. Decide por ello abandonar y matricularse en la<br />
de Medicina, con gran disgusto para su padre.<br />
1937. La radio es el ama del entretenimiento de masas y con<br />
ello, los espectáculos y deportes populares pierden adeptos. Ello<br />
incluye a las peleas de avutardas, que eran de una pesadez y<br />
aburrimiento extremo. En 1939, los Blondy echan el cierre a tal<br />
actividad. Las penurias económicas repercuten en los estudios del<br />
muchacho. Gracias a una beca deportiva, pues destaca en críquet<br />
galés, logra costear el último año de carrera.<br />
Briton termina sus estudios ese año pero es movilizado. Sirve en<br />
el tercer regimiento de infantería acorazada como ayudante médico.<br />
Terminada la guerra, entra a trabajar en el Franklyn Community<br />
Hospital, en el pabellón de neurología y psiquiatría donde desarrolla<br />
su tesis doctoral, fruto de sus observaciones en los hospitales de<br />
campaña en los años anteriores. Briton defiende la teoría de que el<br />
fenotipo del individuo marca la capacidad intelectual de este. Esta<br />
afirmación la realiza por sus innumerables notas tomadas como<br />
médico militar.<br />
Blondy mantiene que los rubios y castaños de pelo lacio están<br />
más capacitados para conceptos espaciales y resuelven mejor los<br />
problemas de volúmenes. Mientras que los que tienen el mismo color<br />
de pelo, pero si este es encrespado, son más duchos para resolver<br />
problemas intelectuales abstractos. Por el contrario, los individuos de<br />
pelo negro, sea este lacio o rizado, están especialmente dotados para<br />
solucionar cuestiones de lógica y del lenguaje.<br />
La tesis se publica en 1948 con el título: Sinopsis neuronales y<br />
vellosidad capilar. Interacciones ambientales y fenotipo.<br />
68
Recibe su doctorado con honores y su trabajo es publicado en la<br />
prestigiosa revista HAIR AND INTELLIGENCE. Causa asombro<br />
entre la comunidad científica sus audaces conclusiones y en 1951<br />
recibe una oferta de la Universidad de Wisconsin para ocupar la<br />
cátedra de neurología y tintes.<br />
Con treinta y seis años Blondy se traslada a los EEUU.<br />
Continúa sus investigaciones, esta vez con los pelirrojos, obteniendo<br />
vagos resultados en sus conclusiones científicas. Por esa fecha, conoce<br />
a Margaret Rose Harrison en un congreso de estilistas y peluqueros.<br />
Ella es dueña de una franquicia dedicada a la fabricación de<br />
productos para el cuidado del cabello de procedencia vegetal. Fue un<br />
flechazo en toda regla y a los tres meses contraen matrimonio.<br />
El tándem Blondy – Harrison conseguiría grandes resultados en<br />
el futuro.<br />
Fue Margaret Rose la que le indujo a indagar en los efectos de<br />
las mechas con reflejos y su repercusión en la producción de<br />
endorfinas cerebrales.<br />
En 1955 publican conjuntamente el trabajo TINTES SIN<br />
AMONIACO, MECHAS Y ENDORFINAS, donde demuestran que, se<br />
produce más cantidad de estas hormonas, en los individuos tratados<br />
con tinturas capilares vegetales que en aquellas de fabricación<br />
sintética.<br />
Como corolario de esta tesis, a su vez ponen de manifiesto que<br />
individuos felices son más capaces intelectualmente que aquellos más<br />
taciturnos.<br />
Al principio de la década de los 60, ponen en marcha otra línea<br />
de investigación. Consiguen demostrar que los pelos “a lo afro”,<br />
producen un retraso en el aprendizaje del sujeto que lo luce. Lo<br />
achacan al peso de la cabellera, pero no obtiene resultados<br />
concluyentes.<br />
También de esta época salen a la luz otros de sus trabajos como<br />
Rulos y Neurotransmisores: A la genialidad por el rizo inducido. Este<br />
artículo sale del ámbito académico y cala en la opinión pública como<br />
trabajo de divulgación científica. Tal hecho hace que la cadena de<br />
69
televisión CBS les ofrezca un programa quincenal para acercar la<br />
ciencia al hombre de a pie.<br />
Durante la década de los 70 del siglo XX, Blondy se interesa por<br />
la alopecia genética.<br />
Tras varios años de pruebas de laboratorio con cientos de<br />
voluntarios sus resultados fueron revolucionarios: De los trescientos<br />
individuos testados, cien fueron tratados con peluquines de pelo<br />
natural, otros cien, con peluquines de pelo sintético y los restantes,<br />
con sombreritos de papel como efecto placebo.<br />
Llegó a la resolución con sus pruebas empíricas, que aquellos<br />
que tuvieron el cráneo tapado con pelucas de pelo natural resolvían<br />
con mayor rapidez las pruebas de inteligencia del instituto MENSA<br />
que los otros dos grupos.<br />
De estas exploraciones y de sus conclusiones saldría otra de sus<br />
brillantes publicaciones: COLOR NATURAL, AUTOESTIMA Y<br />
LUCIDEZ MENTAL.<br />
Con sesenta y cinco años, Briton deja su trabajo académico y se<br />
dedica, junto a su esposa a dar conferencias y al asesoramiento<br />
técnico. Entre los aconsejados se encuentra el conocido estilista<br />
español Llongueras.<br />
En 1989 recibe el prestigioso premio LE SCIENCIE ET<br />
PEIGNE, de la academia francesa de Neurocirugía Aplicada.<br />
Y dos años más tarde, la reina Isabel II le nombra caballero de la<br />
Orden del Imperio Británico.<br />
Fallece en 1995 de un ataque de seborrea aguda.<br />
Briton creó escuela y dejó varias líneas de investigación abiertas<br />
tras su muerte, que sus discípulos han seguido. Sirva como ejemplo la<br />
del efecto de uso de la gomina en el genoma humano y otra más<br />
audaz y que en la actualidad no se ha cerrado aún, que es la raya en<br />
medio y su impacto en el córtex cerebral.<br />
Lola Piera (Puerto de Sagunto)<br />
70
Melomanía<br />
Bring that – Rico Rodríguez (Reino Unido) https://500px.com/neo7geo<br />
Quise conocer de primera mano si eran ciertos los rumores que<br />
corrían por el barrio. Así es que visité la oficina bancaria de la esquina y<br />
solicité hablar con el director, fingiendo haber sido agraciado con un<br />
importante premio de la lotería.<br />
Cuando se abrió el despacho, vi salir llorando a un hombre; oí como,<br />
de fondo, sonaba el Coro de los esclavos, de Nabucco.<br />
Acto seguido, la secretaria entró y cerró la puerta, que volvió a<br />
abrirse inmediatamente, el director invitándome a pasar con una amplia<br />
sonrisa en su rostro y la Marcha Triunfal de Aida como banda sonora.<br />
Rafa Sastre (Valencia)<br />
http://rafasastre.blogspot.com<br />
71
Fotografía del archivo de Rafael Solaz, obtenida de la página<br />
de Julio Cob, «Valencia en Blanco y Negro»<br />
http://valenciablancoynegro.blogspot.com.es/<br />
72
Quinientas palabras.<br />
Ni una más, ni una menos.<br />
Estaba pensando si quinientas palabras serían suficientes.<br />
Tendría que comprobar cuántas entraban en una página; claro que<br />
dependía de muchas otras cosas: Negrita o normal. El tamaño.<br />
Cursiva o recta. Mayúsculas o minúsculas. Subrayadas.<br />
Depende, depende, depende… ¿Quién cantaba eso? ¡Ah sí! eran<br />
Jarabe de Palo, aunque dudo si realmente alguna vez existió el tal<br />
jarabe ese. Qué palo comprobar a cierta edad que se trataba sólo de<br />
un símil. Porque el jarabe, jarabe, sí que existió, lo recuerdo con<br />
variedad de sabores, limón, menta, frambuesa, pero el de palo era otra<br />
cosa. A propósito de palos, dicen que la letra con sangre entra, pero la<br />
realidad es que no era con sangre, sino con palos, como el del<br />
palomar pero sin palomos. Un vecino mío tenía uno (palomar, claro),<br />
a los palomos les pintaban colores en las alas para identificarlos en<br />
pleno vuelo. Nunca vi nada interesante en aquellas competiciones de<br />
media tarde en las que nadie ganaba nada, salvo mirar al cielo<br />
durante horas e intentar identificar unos colores que a esa altura eran<br />
imposibles de definir.<br />
Y encima se equivocó la paloma, por ir al norte fue al sur y<br />
creyó que el trigo era agua. Me dijo mi primo Luis que mi vecino, el<br />
de las palomas, era rojo, como si yo no lo supiera. Eso sí, era el rojo<br />
más elegante que conocí en muchos años. Vendía camisas de seda en<br />
unos almacenes y vestía como un pincel. Cien pesetas cada una, el<br />
cuerpo azul celeste, y el cuello y los puños de blanco inmaculado con<br />
los botones en azul falange. Nunca le compré ninguna.<br />
Me acompañó aquella tarde en los Viveros, donde conquistamos<br />
a dos muchachas de servir y a las que dejamos con los delantales<br />
puestos porque tenía que ir a dar de comer a las palomas. Fue una<br />
73
semana antes de mi apendicitis. Me acompañó en un interminable<br />
viaje en tranvía de una punta a otra de Valencia. Aquella noche acabé<br />
en el hospital con una cicatriz en mi ingle de doce centímetros. De las<br />
muchachas de servir no volvimos a saber nada y, su padre, el de mi<br />
amigo rojo de las camisas de seda, acabó vendiendo el palomar con<br />
todas las palomas dentro. Y yo me pregunto, ¿cómo se vende un<br />
palomar? ¿Se desmonta palito a palito? o uno se muda a la casa del<br />
comprador y él se queda con la tuya, palomar incluido.<br />
A lo tonto a lo tonto ya voy por las cuatrocientas treinta.<br />
Hoy, unos cuantos años después, compruebo sorprendido que ya<br />
no se ven palomares como aquellos. De nuevo se llevan esas horribles<br />
camisas de cuerpo azul celeste, y cuello y mangas de blanco<br />
inmaculado. Que las muchachas de servir son todas peruanas y no<br />
llevan delantal. Que no hay rojos y que mi cicatriz de doce<br />
centímetros ha desaparecido, lo que me hace pensar que todo aquello<br />
fue una ilusión vivida en un tranvía con el que atravesábamos<br />
Valencia, a ser posible sin pagar.<br />
Alfredo Cot (Valencia)<br />
http://alfredo-laplazadeldiamante.blogspot.com.es/<br />
74
La hora del agua<br />
Composición de la autora<br />
Esta es la hora del agua<br />
La que purifica con su líquida melodía<br />
me separa de la bestia que soy<br />
y me regala, guardiana, sus flores.<br />
Ávida de más ternura<br />
se me abrieron entonces<br />
las estrías del vientre<br />
y esperé la seda de tu piel,<br />
el vértigo de una felicidad nueva.<br />
Con mi pecho henchido de vida<br />
que fue pasto de tus anhelos.<br />
75
Con más penurias que alegrías<br />
hemos llegado hasta aquí,<br />
hasta la hora del agua,<br />
y nadamos en mentiras<br />
y el odio confunde tu locura.<br />
Y cuelgas la audición<br />
a la otra parte del teléfono<br />
dejándome regusto de cicuta.<br />
(22.06.<strong>2016</strong>)<br />
Conxa Gausí Caballero (Valencia)<br />
76
La sonrisa corta<br />
Smile – John https://www.flickr.com/photos/philocycler/<br />
Era una mujer inteligente, era cortés y educada aunque nunca<br />
mostraba sus verdaderos sentimientos. Tenía en sus labios, siempre<br />
brillantes, una perenne sonrisa. Quizás esa sonrisa fuera la clave de su<br />
misterio, no era fresca ni sincera, era forzada, era… una sonrisa corta.<br />
Un día se cruzó con ella un hombre, un trotamundos<br />
profesional. La vio en el metro, solo un instante y quedó fascinado<br />
por ese halo de misterio que tenía a su alrededor. Se volvió loco<br />
buscándola, la esperaba en la parada de metro donde la había visto<br />
dispuesto a pararla y hablar con ella. Desde aquel día no podía pensar<br />
en otra cosa, se despertaba pensando en ella, se levantaba, se aseaba y<br />
salía a buscar una pista que le acercara a saber más. En su mente la<br />
llamaba Amaia, no sabía por qué, inventaba situaciones en las que se<br />
encontraban casualmente, charlaban y hacían el amor. Podían<br />
77
cambiar el lugar y el momento pero el resultado siempre era el<br />
mismo, ambos acababan en su casa amándose frenéticamente.<br />
Pasaron las semanas y el deseo de encontrarla se convirtió en<br />
una obsesión enfermiza. Dejó de ver a sus amigos, descuidó su aseo,<br />
apenas comía…<br />
Un amigo preocupado llamó a su timbre. Juan le contó su<br />
historia con Amaia, Dani flipaba con la ida de cabeza de su amigo, le<br />
dijo que la olvidara, insinuó que no era real que quizás solo estuviera<br />
en su imaginación. Juan enloqueció, su cara enrojeció, tenía los ojos<br />
inyectados en ira y echó a Dani de su casa.<br />
Dani, asustado y preocupado por su amigo, llamó a los padres<br />
de éste para ponerlos sobre aviso. Les dijo que podía ser peligroso<br />
para él y para los demás.<br />
Lógicamente, los padres fueron a visitar a Juan presenciando el<br />
estado tan calamitoso en el que se encontraba su hijo. Le invitaron a<br />
comer a su restaurante favorito y consiguieron que se aseara. De<br />
camino, Juan miraba fijamente a todas las chicas buscando a Amaia.<br />
Llegaron al restaurante y les atendió una chica muy cortés y<br />
educada, de labios brillantes y sonrisa corta. ¡Había encontrado a<br />
Amaia! Pero en su placa identificativa ponía Blanca y su voz… su voz<br />
era distinta, no era como en su mente. En ese preciso instante, un clic<br />
en su cabeza rompió el hechizo.<br />
Laura Rubio (Puerto de Sagunto, Valencia)<br />
78
NÚMEROS ANTERIORES DE VALENCIA ESCRIBE<br />
Número 19 (Diciembre 2015)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/54807799/ve-19-diciembre<br />
Número 20 (Enero <strong>2016</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/54933702/ve-20-enero<br />
Número 21 (Febrero <strong>2016</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/55061773/ve-21-febrero<br />
Número 22 (Marzo <strong>2016</strong>)<br />
http://www.yumpu.com/es/document/view/55255629/ve-22-marzo<br />
Número 23 (Abril <strong>2016</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55357609/ve-23-abril<br />
Número 24 (Mayo <strong>2016</strong>5)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55463300/ve-24-mayo<br />
Número 25 (Junio <strong>2016</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55598725/ve-25-junio<br />
Número 26 (Octubre <strong>2016</strong>)<br />
https://www.yumpu.com/es/document/view/55984583/ve-26-octubre<br />
NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />
79
Valencia Escribe en las redes<br />
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80
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81
La foto de Miguel<br />
Miguel García Rodríguez (Valencia)<br />
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