You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
su quietud<br />
/El padre, 1992.<br />
El doctor le dijo a mi padre, “Usted me pidió<br />
que le diga cuando ya no se pueda hacer más nada.<br />
Se lo digo ahora.” Mi padre<br />
estaba sentado, bastante tranquilo, como siempre,<br />
con ese gesto suyo de no mover los ojos. Yo había imaginado<br />
que iba a volverse loco cuando entendiera que iba a morirse,<br />
que agitaría los brazos y gritaría. Se enderezó,<br />
flaco, y limpio, en su bata limpia,<br />
como un santo. El doctor dijo,<br />
“Podemos hacer algunas cosas que tal vez le den más tiempo,<br />
pero no podemos curarlo.” Mi padre dijo,<br />
“Gracias”. Y se quedó sentado, inmóvil, solo,<br />
con la dignidad de un estadista.<br />
Me senté a su lado. Ese era mi padre.<br />
Siempre supo que era mortal. Y yo había temido que tuvieran<br />
que atarlo. No me acordaba<br />
que siempre había permanecido<br />
quieto y silencioso para soportar las cosas,<br />
el licor una forma de quedarse quieto. No lo había<br />
conocido realmente. Mi padre tenía dignidad.<br />
Al final de su vida, su vida comenzó<br />
a despertar en mí.<br />
Salto <strong>del</strong> Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia<br />
43