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1995<br />
POR MAXIMILIANO BARRIENTOS<br />
FOTOS DE LUCÍA TABORGA<br />
La enfermera mira mi pierna izquierda, intenta descifrar lo que<br />
hay allí. Se demora segundos frente a la cama sin pronunciar<br />
palabras, y cuando se percata de que me di cuenta, dice:<br />
¿No tuvo pesadillas?<br />
No, digo, aunque de hecho sí las tuve.<br />
Es buena señal, poco a poco van a ir desapareciendo, dice.<br />
Limpia las heridas, es meticulosa. No siento el tacto de sus<br />
dedos en los huesos, en lo que quedó deformado.<br />
***<br />
En las pesadillas voy en el Mustang que hice pedazos. Antes de<br />
chocar con el Vitara todo se pone oscuro, pero sigo escuchando<br />
el motor. Despierto antes de que acontezca la colisión, despierto<br />
con la aspereza de un V8 en los oídos.<br />
***<br />
Cuesta acostumbrarse a la oscuridad, cuesta reconocer que esa<br />
oscuridad que rodea la habitación es una muy distinta a la que<br />
hay en la cabeza.<br />
***<br />
Me aferro a los tubos que dispusieron a lo largo del pasillo, me<br />
quedo quieto, no puedo avanzar ni un paso más. Tiemblo, la boca<br />
se llena de saliva. Trago y miro al piso, cada vez que levanto la<br />
mirada encuentro desprecio en los ojos del médico que se encarga<br />
de la fisioterapia. Tanto él como yo sabemos que el esfuerzo será<br />
inútil el día de hoy.<br />
Ponga de su parte, dice sin esconder la impaciencia, las ganas<br />
de estar lejos.<br />
Mis manos están empapadas de sudor.<br />
***<br />
La piel, en eso es en lo que pienso la mayor parte del tiempo que<br />
estoy consciente, cuando los analgésicos trabajan el sistema nervioso.<br />
La piel convertida en algo distinto a lo que originalmente<br />
era. Las variaciones en la morfología que sufrió tras el estruendo,<br />
las alteraciones que ocasionó el contacto con el metal. Parámetros<br />
que se conservarán gracias al queloide.<br />
***<br />
Un hombre llora a metros de mi cama. Dice que su padre está<br />
frente a él, que viene a buscarlo. Dice que murió quince años<br />
atrás y que por nada del mundo irá a donde está ese cabrón que<br />
le sacó la mierda desde que era un pelao.<br />
Una mancha de pis se forma en las sábanas.<br />
No creo que pase de una semana, dice un viejo.<br />
Me hace un guiño.<br />
Dice:<br />
Una vez me tiraron un balazo en el pecho, por meses farseé esa<br />
cicatriz. Me cogía a hembritas gracias a esa marca.<br />
Se abre la bata y me la muestra, es una pequeña distorsión en<br />
la piel. En eso apenas visible hubo un agujero.<br />
Tocaban y se imaginaban la bala raspándome el corazón, dice.<br />
Les hacía chorrear el cocho.<br />
El otro hombre sigue gritando, su voz ya es un quejido.<br />
***<br />
Toco la pierna mala y en mi mente toco partes que no pertenecen<br />
a mi cuerpo, toco el motor del Mustang.<br />
***<br />
Había un muerto con la cabeza reventada y había cosas en el<br />
piso: vidrio, pero también muñequitos con los que ese hombre<br />
adornó el interior del Vitara, y ropa, prendas que llevaba en la<br />
parte trasera, zapatos de mujeres, revistas y bisutería, aunque<br />
esto último puede ser un detalle que yo haya añadido más tarde,<br />
cuando desperté en el hospital, a horas de que me operaran para<br />
reconstruir ligamentos y huesos y tendones.<br />
La gente me preguntaba el nombre. La voz se había ido del<br />
muerto, buscaban si esta seguía conmigo. Me abrían los párpados,<br />
querían constatar si yo seguía en los resplandores del iris.<br />
Era rubia, tenía quince años y los ojos azules más hermosos,<br />
más fríos y más salvajes.<br />
VICE 19