90 VICE
LO QUE IMPORTA ES QUE LO ARREGLEN POR EMILIANO MONGE ILUSTRACIONES DE ALEXIS MATA, CILER Sujetando el bulto húmedo y tibio, que se amolda a sus manos como si hubiera sido diseñado para estar en medio de éstas, Alfonso gira la cabeza y busca en todos los rincones. Pero tampoco es que éstos, los rincones de su casa, sean tantos. Date prisa, Alfonso, oye que le dicen desde el suelo y los nervios, que hace rato se adueñaron de sus brazos, descienden por primera vez hacia sus piernas. Ya voy, mujer, estoy buscando, responde echando a andar al cuarto en donde duermen sus dos hijas, desentendidas por completo de los ruidos de la última hora y media. Recargadas en la puerta, sobre el firme que hace un mes echaron él y sus cuñados, yacen las mochilas de sus niñas. Respirando aliviado y apretando el bulto entre su pecho y el más torpe de sus brazos, Alfonso libera la más hábil de sus manos, inclina el torso, alza del suelo la mochila cuyo sierre advirtió abierto, la voltea y sacudiéndola vacía su contenido. Ándale, Alfonso, tienen que arreglárnoslo lo más pronto posible, oye que otra vez lo apura su esposa y es así que mete al niño en la mochila, se echa ésta a la espalda y vuelve hasta el lugar donde Constancia, desmadejada y dolorida, vence a la amenaza del desmayo. También a ti van a arreglarte, afirma Alfonso obligándose a esbozar una sonrisa, levantando a su mujer y acunándola en sus brazos. Luego sale hacia la calle, donde escucha el rumor de una sirena. Antes de abandonar el terreno que hace casi cuatro años invadieron él y su familia, Alfonso se detiene sorprendido: un vendaval inusitado recorre la tierra. El viento trae consigo tanta rabia que sus golpes estremecen a Alfonso de una forma que no puede comparar con nada previo y que los hombres y mujeres de los cerros que rodean la gran ciudad, habrán de recordar por mucho tiempo. Déjame y vete a que lo arreglen, Alfonso, no es normal que no nos llore. Ya te dije que aquí no vas a quedarte, responde Alfonso contemplando el revolverse enfurecido de la hierba que se alza en los linderos de su predio: voy a llevarte a ti también o no irá nadie. No seas terco, Alfonso, insiste Constancia pero su esposo ha echado a andar de nuevo y ha llegado hasta la calle, donde el viento aúlla como si alguien lo hubiera lastimado y, vengativo, arrasa con las cosas que a su paso va encontrando. Viene además cargado de piedritas, varas y basuras. Y para colmo baja de lo alto de la loma. Girando el rostro hacia la cima de su cerro, Alfonso busca entre los muros de ladrillo, láminas y lonas, entre los esqueletos de los coches, los tinacos y el ejército erguido de varillas un espacio que lo deje observar el edificio que anhela. El mismo del que antes los echaron porque no era todavía hora: váyanse a su casa que les falta y aquí estorban. La forma serpenteante de la calle, sin embargo, no permite que Alfonso alcance a ver la clínica que el Sindicato de Trabajadores de Basura inauguró hace dos años y medio. Confiando en su memoria para no extraviarse en su ascenso, Alfonso aprieta los dientes, inclina el torso levemente y echa a andar contra el fuerte vendaval que lo golpea. Pero además de su coraje, el viento arrastraba tras de sí un espeso olor a cosas fermentadas, plásticos quemados y animales descompuestos. Envuelto en un tornado de humo, Alfonso tose y se asfixia con sus mocos y sus babas. Entonces se detiene y jadeando escucha a Constancia: en serio no estés de atestado, Alfonso. Voy a llevarte a ti también o no iremos ninguno hasta allá arriba, promete Alfonso pero en los fondos de su alma algo se quiebra: al mismo tiempo que renuncia a la clínica que se alza en lo más alto de la loma, piensa, por primera vez en todo el día, en dejar a su mujer ahí donde se hallan. Al instante, encabronado con sí mismo, niega con el cráneo, vuelve el rostro al otro lado, observa los caminos que descienden a los barrios de esa gente que es distinta, contempla en la distancia el hospital que brilla allá como una perla bajo el agua y apretando la quijada echa a andar colina abajo. Qué estás haciendo, Alfonso, que tontería, suelta Constancia cuando entiende lo que pasa pero Alfonso, que va lanzado hacia delante por las ráfagas del viento, ignora a su mujer y aprieta aún más sus pasos. Tras estar a punto de caer en una zanja, Alfonso avanza a brincos varios metros y así llega hasta las calles asfaltadas. Donde la furia del viento es la misma pero no trae VICE 91
- Page 1 and 2:
Ficción Volumen 9, número 5 GRATI
- Page 3:
LA DIVERSIÓN LA LLEVAS DENTRO
- Page 7 and 8:
64 LAS COSAS INCOMPLETAS POR FÁTIM
- Page 10 and 11:
Tan grande la palabra: Latinoaméri
- Page 12 and 13:
12 VICE
- Page 14 and 15:
VOLVER A COMER DEL ÁRBOL DE LA CIE
- Page 16 and 17:
VOLVER A COMER DEL ÁRBOL DE LA CIE
- Page 18 and 19:
18 VICE
- Page 20 and 21:
1995 por Maximiliano Barrientos Apa
- Page 22 and 23:
22 VICE
- Page 24 and 25:
24 VICE
- Page 26 and 27:
ORO por Romina Reyes Pero no eres m
- Page 28:
ORO por Romina Reyes *** Felipe est
- Page 31 and 32:
“Voy a hacerte lo que a nadie le
- Page 33 and 34:
—Negra, no dejes que los oídos s
- Page 35 and 36:
MONÓLOGO DE UNA FOTOCOPIADORA XERO
- Page 37 and 38:
se apoderó de sus extremidades, su
- Page 39 and 40: VICE 39
- Page 41 and 42: ióloga, de la familia, los paseos
- Page 43 and 44: QUÉ HACER por Bruno Lloret baño m
- Page 45 and 46: Todo empieza con el recorte del per
- Page 48 and 49: EL CAPITALISMO POR VERÓNICA GERBER
- Page 50 and 51: 50 VICE
- Page 52 and 53: SI ES ARGENTINO Y TODAVÍA (INICIÉ
- Page 54 and 55: SI ES ARGENTINO Y TODAVÍA por Milt
- Page 56 and 57: 56 VICE
- Page 58 and 59: mansos y cansados, manos agrietadas
- Page 60 and 61: ODISEA DE LOS NIÑOS PERDIDOS por V
- Page 62 and 63: trataron de idiota, lo trataron de
- Page 64 and 65: LAS COSAS INCOMPLETAS POR FÁTIMA V
- Page 66 and 67: de madera, las manos untadas de san
- Page 68 and 69: 68 VICE
- Page 70 and 71: LIBRETA DE BOLETAS por Domingo Mich
- Page 72 and 73: 72 VICE LIBRETA DE BOLETAS por Domi
- Page 74 and 75: LUCHITOOOOO POR SILVIA STORNAIOLO I
- Page 76: LUCHITOOOOO por Silvia Stornaiolo F
- Page 79 and 80: VICE 79
- Page 81 and 82: hay: el irrefrenable asentamiento d
- Page 83 and 84: protector de Yorgos. Trenes al alba
- Page 85 and 86: casa de las más refinadas y descom
- Page 87 and 88: RACISTA FRAGMENTOS DE LA NOVELA IN
- Page 89: el agua cercando el Monte, la abad
- Page 93 and 94: penumbras: se han apagado los semá
- Page 95 and 96: CATÁLOGO RAZONADO POR LEONARDO SAB
- Page 97 and 98: imágenes Dimitrescu. Después, Las
- Page 99 and 100: MIEMBROS FANTASMA POR FERNANDA TRÍ
- Page 101 and 102: Para entonces hacía cuatro meses q
- Page 103 and 104: Empezó a visitarlo una vez por sem
- Page 105 and 106: cambio, aceptó una copa de vino.
- Page 108 and 109: 108 VICE
- Page 110 and 111: PHELA LE por Humberto Bas encontré
- Page 112 and 113: 112 VICE
- Page 114: PHELA LE por Humberto Bas se resist