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Ficción

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imágenes Dimitrescu. Después, Laszlo simula estar distraído<br />

mientras el fotógrafo sigue disparando la cámara. De cierta<br />

forma, posa para el otro. Aunque no se haya movido ni un<br />

centímetro, siente que el hecho de ser consciente de que lo<br />

están fotografiando ha transformado su expresión de un modo<br />

difícil de percibir, como si se tratara de un aura. Al momento<br />

de revelar las fotografías, el hombre de la cámara descubre el<br />

punto de viraje, a partir de cuándo las imágenes ya no le sirven<br />

y parecen registrar una escena teatral.<br />

El último hallazgo que Laszlo rastrea y rescata de la estadía<br />

de Dimitrescu en la ciudad es la serie de tarjetas postales que<br />

escribió pero nunca envió. Las pudo recuperar gracias a un<br />

coleccionista de la ciudad, un viejo que vive en la habitación<br />

del fondo de una casona que tiene repleta de botellas de vidrio,<br />

muebles antiguos, heladeras que levantó de la calle y bolsas con<br />

ropa vieja que dice guardar para una iglesia pero de la que nunca<br />

se deshace. Lo único que el viejo tiene clasificado son las estampillas,<br />

tarjetas, cartas y otros elementos de mensajería. Guarda<br />

cartas escritas por aviadores y políticos, traductores y alpinistas,<br />

militares y pintores. En una carpeta foliada y amarillenta, las<br />

cuatro postales de Dimitrescu. Se tratan de imágenes de la ciudad<br />

hechas a mano, recuerdan a la época de las fotos coloreadas. Una<br />

torre en medio de una avenida con un jardín a un costado, otra<br />

muestra una vista aérea de la ciudad, en la zona donde nacen las<br />

diagonales del centro. En el reverso Dimitrescu le escribe a un<br />

desconocido Sr. J. a quien le cuenta un poco su experiencia del<br />

viaje, datos menores, escenas que le llamaron la atención, como<br />

si se tratara de una memoria residual y peregrina. “A menudo me<br />

dicen que no me parezco a mi voz”, anota con una letra cursiva,<br />

torcida y alargada. En otra habla de la natación, de las piletas<br />

públicas y de un hombre con el que compite de modo secreto<br />

en el agua (sin que se pusieran de acuerdo jugaban carreras). La<br />

tercera de las postales muestra desde el aire (Dimitrescu juzga<br />

que fue dibujada desde un balcón) a un grupo de transeúntes<br />

en una calle peatonal, una calle angosta en la que hay más de<br />

una escena cotidiana y desprevenida a la vez. Dimitrescu analiza<br />

de forma sintética la postal como si se tratara de un cuadro de<br />

Brueghel pero de corte urbano y de una modernidad incipiente y<br />

reservada. En la última se ve la fachada de un hotel, visto casi de<br />

costado para darle cierta perspectiva a la imagen; representado<br />

como un templo o un palacio. Dimitrescu anota que el hotel<br />

en el que se alojó ni bien llegó parecía una ciudad de apátridas.<br />

Después se daría cuenta que eso es un rasgo de identidad de la<br />

ciudad. Anota Dimitrescu que le escribe al Sr. J. en el “horario<br />

de rezos y ladridos”.<br />

Laszlo ve en la calle a un niño que se balancea, indiferente,<br />

inexpresivo, en el borde de una ventana. Tiene el gesto de<br />

un hombre mayor, de una persona que de cierta manera se<br />

encuentra retirada, pero tan solo debe tener cinco o seis años.<br />

Y cuando piensa en la edad del chico se imagina su letra de<br />

imprenta en un cuaderno de primer grado, una letra milenaria,<br />

una caligrafía por la que todos han transitado con trazos rústicos<br />

y desproporcionados. El niño se balancea y mira hacia abajo<br />

menos indolente y extraño en medio de la tarde encapotada.<br />

Laszlo piensa que el niño de alguna forma también es él, le<br />

hizo recordar de manera involuntaria a la figura del padre<br />

durmiendo en una habitación hermética para que no se filtre<br />

luz en la época que trabajaba de noche. A esa edad empezó<br />

a recortar fotografías de los álbumes familiares, sin saber que<br />

ese juego con el cual alteraba la historia privada iba a arrojarlo,<br />

tantos años después, a seguir la pista de un hombre pobre y de<br />

biografía retaceada.<br />

VICE 97

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