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Excodra XXI: El poder

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La prensa, en realidad, debe actuar como contra<strong>poder</strong>. Por eso es<br />

imprescindible en una sociedad abierta. Es una parte de la balanza. Y la<br />

justicia, no lo olvidemos, se suele representar con la imagen de la balanza.<br />

Pero evidentemente la prensa, para ser sostenible, se suele estructurar a través<br />

de empresas (públicas o privadas). Y eso hace que el juego de equilibrios sea<br />

complejo. No nos tendría que asustar. Cada medio de comunicación tiene todo<br />

el derecho –sobre todo si es privado­ de tener una línea editorial propia, una<br />

forma determinada de mirar e interpretar el mundo que le rodea. Pero otra<br />

vez la idea de límite es fundamental. Límite entre el objetivo periodístico y el<br />

interés económico o político. Si se tiene claro cuál es, si se es honesto, la<br />

diferencia garantiza la pluralidad. Si no, nos convertimos en propaganda. Por<br />

suerte, hoy las redes sociales también pueden fiscalizar eso, apuntar los<br />

excesos, y funcionar de contra<strong>poder</strong> del contra<strong>poder</strong>. Así la balanza sea hace<br />

aún más efectiva…<br />

Vayamos un poco hacia otros planos... el <strong>poder</strong> de lo erótico, del deseo de<br />

seducción, del de conquista, el <strong>poder</strong> del sexo, del desear tenerlo ¿te<br />

lanzarías con una reflexión sobre la influencia del deseo sexual sobre el<br />

deseo de obtener <strong>poder</strong>, por ejemplo político, económico, social?<br />

Hablábamos antes de dos vértices más o menos evidentes del triángulo del<br />

<strong>poder</strong>; el político y el económico. <strong>El</strong> menos evidente, el tercero, es el de la<br />

función. <strong>El</strong> rol que nos han asignado –padre, profesor, periodista, hijo, vecino,<br />

etcétera­ parece que sea nuestra identidad. Y no lo es. No únicamente. Eso es<br />

banalizar lo que en realidad somos, ciudadanos que debemos proteger nuestra<br />

libertad individual y colectiva. Tú eres mucho más que el rol que te han<br />

asignado. No puedes argumentar “Hice lo que me tocaba hacer”. Eso nos<br />

deshumaniza, nos convierte en cobardes, y en simples máquinas ejecutoras.<br />

Todo ello se puede desactivar de distintas maneras, pero el deseo y el sexo

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