Excodra XXI: El poder

Los socios de la derecha siguen siendo los ciudadanos que la votan, los que
han puesto a Mariano Rajoy al frente del Parlamento. No son necesariamente
adeptos al Franquismo o militantes o ex socios directos de Francisco Franco,
aclaro, porque además, a cuarenta años de su muerte, parece que todos los
que le apoyaron ya se hubieran desvanecido por completo del planeta. Pero
también, los socios de la derecha fueron quienes aceptaron trabajar un país de
la mano de quienes lo construyeron. De ahí que el bipartidismo, la dupla
PSOE­PP, disfrazada de alternancia de poder, continúe –para bien o para mal–
al frente del Estado español, sus instituciones burocrácticas, sus servicios
(Endesa, Repsol, Gas Natural, etc...) y sus votantes. Hasta que los votantes
decidan lo contrario.
II. Dictadura blanda
Una “transición de poder” que sirve para la analogía es la mexicana, cuya
estructura gubernamental es un ejemplo para todo el mundo. El aún
presidente de Uruguay, José Mujica, recientemente le llamaba un “Estado
fallido”. Si bien luego se retractaría de esta lapidaria declaración, creo que en
cierto modo, no podría estar más de acuerdo con él porque creo que Mujica
hablaba viendo el Estado desde una postura social. Es como si se hubiera
puesto en el papel de ciudadano que mira con recelo a un gobierno que no
puede satisfacer sus necesidades más básicas (como el derecho tan simple a
vivir, vaya). Estado fallido no lo es, si uno lo ve desde la silla presidencial que
sirve de trono simbólico a Enrique Peña Nieto.
Peña Nieto heredó un país que fue gobernado 71 años (1939­2000) por un
mismo partido, su partido, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Es
decir, por un mismo grupo de gente. Un grupo de personas que escribieron las
leyes, formalizaron el comercio, inventaron la educación, organizaron los