VE-32 ABRIL 2017
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De blanco<br />
Estaba allí arrimadito al contenedor, un cristal apenas sucio<br />
enmarcado con un bordón de madera de color dorado verdoso.<br />
Pasaba deprisa, camino de la piscina, cuando lo he vi de refilón. Me<br />
sorprendió tanto que no pude dejar de acercarme y contemplarlo<br />
durante un buen rato. Desde la foto de boda en blanco y negro, de<br />
estética años sesenta, un hombre joven (moreno bien plantado,<br />
vestido con un traje negro, camisa blanca, corbata negra y guantes en<br />
la mano) miraba serio a la cámara, con la gravedad de saber que era<br />
un día importante en su vida. El rostro no reflejaba ni un esbozo de<br />
sonrisa, ni un leve levantamiento de cejas, ni un pequeño rictus de<br />
desagrado o asombro, nada que me diera una mínima pista de cuál<br />
sería su ánimo en aquellas horas, se supone que posteriores a la<br />
ceremonia. Luego la observé a ella. El retrato mostraba a una mujer<br />
en la veintena: de rostro agraciado, nariz recta y proporcionada,<br />
labios carnosos y pelo negro; la tez, igual que la piel, a pesar de la<br />
falta de color de la fotografía, deduje que debería tenerla más bien<br />
clara. Vestía un traje blanco de manga corta rematada con una vuelta<br />
de tela y un pequeño lazo. El cuello del vestido, de tipo bebé,<br />
recortaba un pudoroso escotito que guardaba bien unos adivinados<br />
senos de forma redondeada. Una corona de pequeños bastoncillos<br />
formando flores sujetaba el velo de tul que se desprendía de las sienes,<br />
cayendo sobre los hombros. Sobre el pecho exhibía una medallita en<br />
oro de la Virgen, joya recurrente en las familias españolas de esa<br />
época, quizá el primer regalo del noviazgo, yo había heredado otra<br />
parecida. En las orejas lucía unas pequeñas perlas, signo de distinción<br />
entonces igual que el collar del mismo material. Portaba en la mano<br />
un ramillete de rosas blancas. Cuanto más blanco todo mejor, se<br />
había constituido en símbolo de pureza. Como el novio, ella también<br />
dirigía la mirada impertérrita al infinito.<br />
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