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Entrevista
once
Manual
de instrucciones
para ciudadanos
–¿Por qué decidió utilizar a la Corte Suprema como
objeto de estudio de un libro? En primer lugar me
interesó tratar el tema de la Corte porque advierto cuando
leo medios, redes sociales, etc., que se cometen muchos
errores en cuanto a cuáles son las funciones, cuál es el rol de
la institución. En segundo lugar también quería rescatar el
rol político que tiene y tuvo la Corte, por eso en uno de los
capítulos hago un racconto de lo que fue y los momentos en
los que tuvo un protagonismo fuerte dentro de la vida social
argentina. Y en último término, me parece que es interesante
que el ciudadano sepa que lo que hace la Corte no es una
cuestión que nos interesa solo a los abogados, es una cuestión
que afecta a la vida cotidiana de toda la población. Si la
Corte opina que es inconstitucional el matrimonio entre dos
personas divorciadas está afectando a una porción importante
de la población. Y en la historia reciente de nuestro país hubo
momentos en los que las decisiones de la Corte tuvieron un
efecto muy fuerte sobre toda la ciudadanía, en aspectos que
a veces no tienen un sentido político partidario o político
constitucional relevante, entonces pasan más desapercibidos.
Pero si la Corte dice que la tenencia de estupefacientes no es
delito, cambian las costumbres, los hábitos de vida y cambia
el concepto de cuál es una actividad delictiva y cuál no.
–El derecho en general es algo que al común de la
ciudadanía nos llega poco o con muchos errores y es
algo que nos debería importar mucho, ¿por qué cree
que sucede esto? A mí me parece que no hay una sólida
educación cívica en la población, lo que ha hecho que la
democracia y el sistema institucional también estén muy
desdibujados. No solamente falla el sistema formal educativo
sino que falla en general todo lo que hoy educa: los medios
de comunicación, las grandes campañas que pueden hacerse
de alfabetización. Cuando se recuperó el orden democrático,
en 1984, yo era un abogado recién recibido y ahí comencé
mi carrera docente en la Facultad, propuse en ese momento
hacer una campaña de alfabetización constitucional, o sea
enseñarles a las personas cuáles son sus derechos, a quién
deben recurrir, qué órganos las protegen. A mí me pareció
importante escribir este libro, que además quiero aclarar que
no es un libro que tenga como destinatario a los abogados…
–De hecho está estructurado casi como un manual… Sí,
es un ensayo político, donde claramente tengo que hablar de
derecho porque no me queda otra.
–Pero es muy claro para quienes no tenemos tanta
idea… Me alegro, porque de eso uno nunca se da cuenta.
Pero, te decía, creo que se necesita acercar más, acercarlo
en el verdadero sentido. Y eso tiene que ver con un proceso
que también abordo en uno de los capítulos del libro que
me parece que se ha distanciado. Porque el lenguaje utilizado
por la Corte para expedir sus sentencias es un lenguaje
cada vez más críptico, de muy difícil comprensión para el
lector común y hasta a veces de difícil comprensión para los
abogados que necesitamos mucho tiempo de estudio para
saber cuáles son las conclusiones, porque son textos muy
largos, muy imbricados, y que resuelven asuntos esenciales
para la población.
–Uno a veces termina tomando partido por algún juez
sin saber por qué toma las decisiones que toma…
Exacto. Está lejos del mundo del derecho y no se le explica a
la gente cómo son las cosas. Tampoco hay un entrenamiento
para los intermediarios o comunicadores para poder comprender
exactamente qué es lo que se hace. Lo que advierto
también en mi función docente, no hay una noción clara de
la relación de la Corte con los otros poderes, de qué significa
decir que la Corte cumple una función política. Cumple una
función política no partidaria, una función política que es
muy importante para los ciudadanos porque en la realidad su
función es protegernos contra un posible desborde de algún
poder, del Ejecutivo o del Legislativo.
–Hay frases como “justicia independiente” que se
repiten y no tienen un contenido muy claro… ¿Independiente
de quién? ¿Independiente para qué? Cuando uno
le pregunta a alguien que repite ese tipo de frases, ¿qué significa
una justicia independiente? ¿Cuándo la hubo? Muchas
veces no se sabe la respuesta. Aquí lo que sucede, y es lo que
me movió a escribir el libro, es la necesidad de comprender.
Cuando muchos dicen “se tiene que ir Fayt de la Corte
porque tiene más de 80 años” o frases similares, es necesario
saber por qué, cuál es el motivo, debatamos, y no debatamos
la coyuntura, no debatamos la pelea entre un presidente y un
ministro de la Corte, debatamos qué es, para qué sirve y qué
tipo de confrontaciones se tienen que dar. Hay confrontacio-
nes entre el Poder Judicial y el Ejecutivo que son muy sanas
para la ciudadanía y para el sistema político.
–En el prólogo del libro se habla de “tomar distancia”
para poder realizar un análisis más acabado, ¿cómo
fue su toma de distancia? Principalmente tomé distancia
geográfica porque hace cinco años que vivo en Montevideo
en forma permanente. El hecho de no estar cotidianamente
en Argentina, si bien vengo porque tengo algunas actividades
académicas y demás, me da una posibilidad de mirar con
un poco más de distancia de las pasiones habituales. Y obviamente
cuando uno escribe, me parece, tiene que tener, salvo
que escriba libros con un objetivo de difusión de una ideología,
cierta objetividad para poder brindar. Si el libro está
presentado como un ensayo político de investigación con
una intención de acercamiento a los ciudadanos tengo que
tomar la distancia suficiente, aunque yo creo que lo ideológico
está presente siempre. Lo tomé casi como un deber
generacional: creo que cuando uno va creciendo tiene que ir
transmitiendo algunas experiencias personales y esa parte de
la historia que uno vivió y que las generaciones que lo preceden
no ha vivido. Es necesario echar luz sobre determinados
errores históricos que se cometen. Nosotros no construimos
una historia, construimos mitologías. Hay universos simbólicos
en los que se cree que determinadas cosas sucedieron en
determinado momento, y muchas cosas venían sucediendo
desde siempre. Y también hay una visión de la Corte que
está muy ligada a los tiempos recientes entonces es necesario
decir que hubo otras Cortes que actuaron, que hubo largos
períodos históricos, desde la organización nacional hasta
1930 donde la Corte fue un organismo estable, que los presidentes
no influenciaban para tener ministros adictos o afines
o amigos. Entonces me parece que hubo otras concepciones
políticas de la Corte que es importante que se sepan. No
digo que haya que transportarlas al presente pero creo que,
como digo en el último capítulo, debemos reflexionar qué
es lo que vemos que no funciona, tanto de la Corte como
del Poder Judicial en general, y qué podemos plantear como
cambios a futuro.
–¿Es necesario un cambio en el sistema? Sí, yo creo que
es necesario. El mandato indefinido, por ejemplo, creo que
no se adapta a los tiempos modernos, donde hay una dinámica
social que no tiene sentido que el mismo funcionario pueda
estar 33 años ejerciendo el mismo rol. Y obviamente creo
que hay que separarlo de los cambios políticos para que no se
politicen, pero que se armen con mandatos limitados. Es una
idea que no es una creación original mía. Otra cosa es qué
especializaciones tienen que tener los miembros de la Corte,
si pueden ser solamente juristas o tienen que ser juristas y
algo más. Hoy lo que decide un juez de la Corte tiene que
ver con temas económicos, antropológicos, etc. Hay mucha
temática que yo creo que excede el mero conocimiento de la
norma. Es un tema que, en la Argentina de hoy, de constante
crisis, no parece ser un tema a atender, pero que debería ser
un motivo de reflexión
JOSÉ MIGUEL ONAINDIA es abogado, profesor de grado y posgrado de Derecho Constitucional
y Legislación Cultural en la Universidad de Buenos Aires, la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales y otras universidades argentinas y del exterior. Con su último libro La Corte
Suprema Argentina (El Ateneo, 2016) viene a echar luz sobre los mitos, errores y verdades que
82 se escuchan y repiten sobre la institución que decide las claves de nuestra vida en sociedad
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POR Martina Leunda