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La Maquina de Ajedrez - Robert Lohr

Novela sobre ajedrez

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—¿Ves eso? El puente flota. Cuando los barcos quieren seguir a<strong>de</strong>lante, las dos<br />

mita<strong>de</strong>s se separan y luego vuelven a unirse.<br />

—¿Un puente flotante?<br />

—Exacto. Una obra extraordinaria, ¿no te parece? Y ahora pregúntame quién fue<br />

el maestro <strong>de</strong> obras.<br />

—¿Quién fue el maestro <strong>de</strong> obras?<br />

—Wolfgang von Kempelen. Y quien construye un puente flotante sobre la mayor<br />

corriente <strong>de</strong> Europa, por fuerza tiene que po<strong>de</strong>r ocultar a un enano en un mueble.<br />

Kempelen se arrodilló junto a Tibor y le puso una mano en el hombro.<br />

—Mira bien la ciudad, porque en los próximos meses no verás mucho <strong>de</strong> ella.<br />

—¿Por qué?<br />

—Muy sencillo: porque ningún presburgués <strong>de</strong>be llegar a verte la cara.<br />

—¿Qué?<br />

—Un enano y genio <strong>de</strong>l ajedrez vive en casa <strong>de</strong> Kempelen, y pocos meses <strong>de</strong>spués<br />

el caballero presenta una máquina <strong>de</strong> ajedrez. ¿No crees que alguien acabaría atando<br />

cabos?<br />

Tibor observó la catedral <strong>de</strong> San Martín. Le hubiera gustado ver a la Madonna en<br />

aquella iglesia algún día.<br />

—Lo siento, pero estas son mis condiciones. No olvi<strong>de</strong>s nunca que tengo mucho<br />

más que per<strong>de</strong>r que tú. —Kempelen le dio unas palmadas <strong>de</strong> ánimo—. Pero no te<br />

preocupes, mi casa es una ciudad en sí misma. Allí no te faltará <strong>de</strong> nada.<br />

Kempelen se levantó <strong>de</strong> nuevo, se limpió la tierra <strong>de</strong> las rodillas y volvió al<br />

carruaje. Allí abrió la puerta a Tibor como si fuera su lacayo y esbozó una reverencia.<br />

—Si eres tan amable, tu primera prueba <strong>de</strong> ocultamiento.<br />

Tibor subió a la calesa, y poco <strong>de</strong>spués los dos cruzaban el río por el puente <strong>de</strong><br />

pontones <strong>de</strong> Kempelen.<br />

Presburgo, Donaugasse<br />

<strong>La</strong> casa <strong>de</strong> Kempelen no se encontraba muy lejos <strong>de</strong> la Puerta <strong>de</strong> San Lorenzo,<br />

fuera <strong>de</strong> las murallas <strong>de</strong> la ciudad. Tenía tres plantas, y a diferencia <strong>de</strong> las casas<br />

vecinas, no solo estaban enrejadas las habitaciones <strong>de</strong> la planta baja, sino también las<br />

<strong>de</strong>l primer piso. Ya era <strong>de</strong> noche, y por eso nadie vio cómo el enano bajaba <strong>de</strong>l<br />

carruaje y entraba en la casa. Apenas pisaron el vestíbulo, Kempelen pidió a Tibor<br />

que se a<strong>de</strong>lantara hasta el taller <strong>de</strong>l piso superior. Tibor subió por la escalera<br />

débilmente iluminada, mientras se quitaba la bufanda, la gorra y el pesado manto<br />

que Kempelen le había comprado. De las pare<strong>de</strong>s colgaban retratos y mapas; en el<br />

primer piso vio el escudo <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> la familia: un árbol sobre una corona. En el<br />

piso superior Tibor abrió la puerta <strong>de</strong> dos hojas que conducía al taller <strong>de</strong>l caballero.<br />

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