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Entre los primeros que acudieron a
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—Sin duda. Una máquina pensante;
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mujer sonreía a los hombres cuando
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la estuvo observando, tanto como lo
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—¡Ahí está nuestra Casandra pa
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paseaba arriba y abajo por la habit
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—Tienes que hacerlo, Calatee. Pie
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Una hora y media después de su lle
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también era la solución: Tibor so
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Entretanto otros invitados se habí
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sofocado y de pronto un grito. Por
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Erato se tumbó sobre los cojines a
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Kempelen apretó los puños contra
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el público; Kempelen eligió el mi
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y una cofia blanca sobre el cabello
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zapatos con unos tacones tan altos
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Dicho esto, el ayudante dio media v
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eso creéis, pero un día también
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—Este es mi amigo... Benedikt Fer
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en afirmar que raramente la habían
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su piel pálida y de que tenía la
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—Kempelen es de la logia. Es mas
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Se oían voces en la calle, de una
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hacían un ruido pastoso con cada p
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Tibor se aseguró de que llevaba co
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volverían a encontrarse nunca, y s
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El enano aprovechó el momento para
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—Y tampoco debes hablar a nadie s
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mesa de ajedrez o al lado de la mis
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mausoleo de Constantinopla y que ha
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habría caído, y con otro, se solt
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celebrado aquel día! Cada dos movi
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Esa noche, la baronesa Ibolya Jesen
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ajedrez. Y tú no puedes hacer nada
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Ibolya mostró con dedos tembloroso
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—¿Qué le ha pasado? —pregunt
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era tan hablador como había espera
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preferencia por los recién nacidos
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hecho la baronesa—, al día sigui
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Jakob buscó una réplica sin éxit
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sobre la piedra rebotaban en las pa
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—Está bien, barón. Vos opináis
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golem debía patrullar las calles p
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—Incluso Descartes pensaba que lo
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—No lo creo. —Elise se rascó e
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—Me dolía la nuca, como en los
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aún un buen rato inmóvil, pues sa
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—Porque no quería que te despidi
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isa sobre la campiña morava. El Da
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Quiso lanzarles piedras, pero, al n
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tenido consecuencias; apenas se dis
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—A propósito del Banato —comen
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frotándolas con su camisa. Cuando
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como el de la vela—, cogió el al
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Algunas nubes se agolparon en el ci
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de polvo y transformaba sus precios
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—El nunca ha sabido manejar las d
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—Gracias, señor. Debo devolveros
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—Exacto. Qué refinado. Junto al
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—Un disparo —explicó—. Andr
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—Naturalmente. —Y un poco más
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se había transformado en melancol
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que parecía que hubieran emparedad
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—Pero el peligro sigue existiendo
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—¿Con qué pretendéis amenazarm
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se había vertido laca de sellar ro
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camisa. El farmacéutico se sorpren
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—Le tienes miedo a Kempelen —di
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descubrir que tal vez no se corresp
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—Os seré leal. Tibor es mi amigo
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Elise suspiró y abrió la puerta.
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Al día siguiente, un jueves, Jakob
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Tampoco el chamarilero judío pudo
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convirtieron en las estrellas de la
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las letras eran exactamente iguales
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Mientras iba hacia la salida, Kempe
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—En nombre de Dios, ¿qué ha hec
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—¿Y Knaus te dijo que nos debía
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sin cesar. Tiene la boca y los ojos
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—Naturalmente no tienes que decid
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Nepomuk dejó escapar una risa brev
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de Tibor no habían podido cambiar
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—Tanto da. ¿Conoces la pequeña
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pólvora. Mientras tanto Tibor mir
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—Oralmente... pero entonces la do
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Tenía que librarse de las ligadura
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El enano dejó caer la cabeza al su
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hasta el final. Un potente golpe en
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—Dios te salve María, llena eres
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—El carnicero dijo que la maldici
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Andrássy. Las velas se apagaron in
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Después de saltar de la verja del
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olsa del dinero, cayeron al suelo.
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vestidos de hilo? ¡Y Walther, que
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—Te lo juro. Fue una caída inofe
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podido alargar la partida y tal vez
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Así fue aceptada la decisión de K
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Francia e Inglaterra diversos artí
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un reconocido jugador de ajedrez, p
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textos originales de Windisch, Poe