25.10.2017 Views

La Maquina de Ajedrez - Robert Lohr

Novela sobre ajedrez

Novela sobre ajedrez

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

El sultán nada en la abundancia en su castillo <strong>de</strong> mil estancias, bien ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> todo su<br />

harén, ay quién pudiera vivir como él. Pero es un enorme <strong>de</strong>satino, tener prohibido beber buen<br />

vino, por eso prefiero no ser sultán y seguir las leyes <strong>de</strong>l buen musulmán.<br />

No quiero, no, vivir como el Papa, ni como el sultán en su gran casaza, pero no sería mala<br />

solución, alternarlos según mi inclinación. Dame un beso, pues, amor, que un sultán quiero<br />

ser yo, ponme un trago, buen amigo, que al Papa le gusta el vino.<br />

—¿Sabes una cosa? —dijo Jakob—, es raro, pero creo que ni en cien años llegarías<br />

a ser un gran maestro <strong>de</strong> ajedrez.<br />

—¿Y por qué no? —preguntó Tibor, receloso.<br />

—Mírate —explicó Jakob, empezando a reír antes <strong>de</strong> acabar—. ¿Gran maestro?<br />

¡Físicamente ya es algo inimaginable!<br />

Mientras el ayudante <strong>de</strong> Kempelen reía, Tibor se puso tan furioso que golpeó con<br />

el brazo <strong>de</strong>l turco el rostro <strong>de</strong> Jakob, que en aquel momento se inclinaba sobre el<br />

autómata. <strong>La</strong>s gafas <strong>de</strong>l ayudante cayeron en el interior <strong>de</strong> la máquina; abierta, y se<br />

apretó la nariz con la mano. Cuando la apartó, vio que estaba manchada <strong>de</strong> sangre.<br />

Incrédulo, Jakob se limpió la sangre <strong>de</strong> las fosas nasales.<br />

—¿Has visto esto? —preguntó a Tibor, indignado.<br />

Tibor se preparó para el ataque <strong>de</strong>l ayudante. Podía ser pequeño, pero era fuerte,<br />

y había conseguido salir airoso <strong>de</strong> oponentes más temibles.<br />

Pero Jakob no se movió <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba.<br />

—¡Me ha pegado! —Se volvió directamente hacia el androi<strong>de</strong> y le gritó—: ¡Soy tu<br />

creador, maldito <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cido! ¿Cómo se te ocurre atacar a tu padre? Si vuelve a<br />

ocurrir, te convertiré en leña para la chimenea. —Y volvió a soltar su habitual<br />

carcajada.<br />

Era la última reacción que hubiera esperado Tibor. Jakob aún propinó al turco un<br />

cachete en la nuca pelada y se limpió la sangre <strong>de</strong> la cara. Luego siguió trabajando<br />

como si nada hubiera ocurrido. Tibor estaba perplejo.<br />

Ese mismo día, en la tabla abatible que <strong>de</strong>scansaba sobre el regazo <strong>de</strong> Tibor se<br />

montó un tablero en el que el enano podía reproducir la partida que tenía lugar<br />

encima, en la mesa <strong>de</strong> ajedrez. Wolfgang von Kempelen había tenido la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

utilizar ese mismo tablero como escala para <strong>de</strong>terminar la posición <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>l<br />

autómata: el caballero ajustó el pantógrafo <strong>de</strong> manera que cuando Tibor sostenía el<br />

extremo sobre una casilla, la mano <strong>de</strong>l turco ajedrecista se <strong>de</strong>splazaba a la casilla<br />

correspondiente. Como ahora el pantógrafo disponía también <strong>de</strong> un mango para los<br />

<strong>de</strong>dos, Tibor podía sujetar piezas <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong> ajedrez y cambiarlas <strong>de</strong> posición. El<br />

único inconveniente <strong>de</strong> esta solución era que <strong>de</strong>bía observar el tablero que tenía ante<br />

sí lateralmente: como en el tablero <strong>de</strong>l androi<strong>de</strong>, un piso más arriba, las piezas se<br />

encontraban colocadas a su <strong>de</strong>recha y a su izquierda. Al principio Tibor era incapaz<br />

<strong>de</strong> pensar con un giro <strong>de</strong> noventa grados. Y aunque siguió ganando todas las<br />

partidas, ese cambio representó un gran esfuerzo para él y le provocó muchos<br />

dolores <strong>de</strong> cabeza.<br />

- 24 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!