La sirena varada: Año 1, Número 2
El segundo número de La sirena varada: revista literaria bimestral
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zo a golpear su puerta trasera. Al darse<br />
cuenta de mis golpazos, van a ver qué es<br />
lo que pasa. Abre la puerta y me ven ahí<br />
tendido, babeando de puro coraje.<br />
Intento acomodarle las ideas con<br />
un varazo en la cabeza, pero fallo. Me<br />
quita la vara y me golpea tan fuerte que<br />
casi me desmayo. Al levantarme, mientras<br />
su padre está distraído cerrando<br />
la puerta que dejé abierta, aprovecho<br />
que no está mirando para atacarlo de<br />
un mordisco. Susana está aterida en un<br />
rincón, seguro que le alegra tanto verme<br />
que no sabe qué decir. El forcejeo<br />
es brutal. Caemos los dos al piso.<br />
Despierto a la mañana siguiente. <strong>La</strong><br />
verdad, no puedo recordar nada de lo<br />
que pasó después. Seguimos en el mismo<br />
cuarto, pero algo es diferente; la<br />
sangre empapa todo el lugar. Además,<br />
el cuerpo del papá de Susana está desmembrado<br />
y regado por todas partes.<br />
Susana sigue en aquel rincón; inmóvil,<br />
pálida y llorando. Yo estoy todo ensangrentado,<br />
con la mandíbula adolorida<br />
y los pies cansados, pero creo que todas<br />
las partes de mi cuerpo siguen en<br />
su lugar.<br />
El papá de Susana tiene la barriga<br />
abierta, el cuello mordido, y los ojos<br />
fuera de sí. El monstruo del que hablaban<br />
es real. Nunca volveré a dudar de<br />
la gente del pueblo, ni de mis padres.<br />
El monstruo estuvo aquí y se comió al<br />
papá de Susana. Nosotros estamos ilesos.<br />
Tuvimos mucha suerte.<br />
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