Desarrollo_emocional_0a3_simples
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<strong>Desarrollo</strong> <strong>emocional</strong>.<br />
Clave para la primera infancia<br />
2. Problemáticas en el desarrollo<br />
<strong>emocional</strong> del niño de 0 a 3 años<br />
Existen distintos tipos de discapacidad: motora, sensorial (auditiva, visual o táctil) y mental (respecto<br />
de la personalidad, intelectual, asociada).<br />
Siempre hablar de discapacidad no es plantearse un punto de llegada sino un punto de partida y mucho<br />
más si las dificultades se presentan en un bebé recién nacido o un niño pequeño. Lo primero que<br />
se impone frente una situación que implique un desarrollo diferente con características particulares<br />
es la necesidad de la adaptación del medio (padres, familia, comunidad) a una realidad diferente a<br />
la esperada. Se requiere entonces un proceso de elaboración afectiva que puede ser muy costoso,<br />
pero que permite generar factores protectores que prevengan ante la posibilidad de encontrarse<br />
con dificultades en el desarrollo <strong>emocional</strong> del bebé. En este proceso, es necesario que los padres<br />
puedan conocer tanto el diagnóstico de su hijo, como los servicios, los tratamientos y los apoyos a<br />
los que pueden acceder, y las formas para hacerlo.<br />
El anuncio de una discapacidad, cualquiera sea, no debería implicar en sí misma la aparición de<br />
problemas en el desarrollo <strong>emocional</strong>. Siempre que se atienda a la necesidad de un apoyo familiar y<br />
para el niño, con el propósito de ir creando la posibilidad de atender a sus requerimientos particulares<br />
en el camino del desarrollo integral.<br />
Aun en familias equilibradas, la noticia constituye una crisis. Esto implica un período de desequilibrio<br />
psicológico en personas que enfrentan un problema importante, y que por el momento no pueden<br />
evitar ni resolver con los recursos acostumbrados. Surgen sentimientos ambivalentes y muy variados,<br />
como frustración, tristeza, descreimiento, negación, confusión, fracaso, enojo, agobio y sobreexigencia,<br />
sentimientos de soledad, una enorme responsabilidad impuesta por la discapacidad. Pero<br />
también pueden manifestarse sentimientos de agradecimiento, de enriquecimiento personal, alegría<br />
y satisfacción por llevar adelante un desafío. Cada familia y cada comunidad deben encontrar sus<br />
respuestas y sus propios recursos frente a un bebé distinto de lo esperado.<br />
Recomendaciones asistenciales<br />
Es importante ayudar a los padres y a las familias a que asuman un rol activo en relación con este hijo,<br />
en principio, “en desventaja”. La experiencia demuestra que los grupos de padres con hijos con discapacidad<br />
son espacios muy adecuados para compartir vivencias y sentimientos comunes. En ellos<br />
se facilita la reparación, se evita el sobreinvolucramiento, se modela la omnipotencia y se colabora<br />
para hacer sentir al niño como propio. Los grupos contribuyen también a neutralizar aspectos hostiles,<br />
a tolerar la incertidumbre, las dudas y la inseguridad, y a soportar el dolor de la autoestima herida.<br />
Frente a una discapacidad del recién nacido, se trata de construir un nuevo equilibrio individual y<br />
familiar. Si la envoltura protectora que requiere todo bebé para su desarrollo <strong>emocional</strong> se encuentra<br />
preservada, si los adultos logran “cuidarse” y no dejar de atender a sus propias necesidades ni a las<br />
de los otros hijos y al mismo tiempo estar disponibles para el bebé, entonces es posible que en el<br />
caso de la discapacidad solo haya que estar atentos a la aparición de signos de alarma del mismo<br />
modo que con cualquier otro niño pequeño. Psíquicamente hablando, un bebé con problemas en<br />
el desarrollo puede ser un niño sano o no. Esto dependerá en gran medida de la estructura familiar,<br />
del sostén profesional que se le pueda dar, y de la trama familiar y comunitaria en que esté inmerso.<br />
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