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REVISTA OCTUBRE 2018

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Mundo Plural<br />

MEMORIA CIRCULAR<br />

Falta poco para mi fin. Ya llegaron. Están bajando<br />

sus instrumentos. ¿Qué harán de mí?<br />

La civilización avanza y nosotros les estorbamos,<br />

no nos necesitan más, por lo menos<br />

en mi caso. Mis esfuerzos son infructuosos;<br />

la mudez de mis palabras y el vacío de mis<br />

ademanes no los detienen..<br />

En mi camino hacia la vejez acumulé mucha<br />

experiencia, entre otras cosas, vi cómo se modificaba<br />

el ambiente frente mis ojos. Antes este<br />

era un lugar de casonas con jardines, parques,<br />

canteros llenos de flores. Hoy son todos edificios<br />

con maceteros a medio pintar, con cañas<br />

secas, hojas de tela y flores artificiales. "Es lo<br />

que se usa", comentan.<br />

Desde este lugar privilegiado, veo gran parte<br />

del barrio y conozco muchas de sus historias.<br />

Como la de don Atilio, que está pasando justo<br />

en este instante por la vereda de enfrente en su<br />

silla de ruedas. El pobre viejo, después del derrame<br />

cerebral quedó paralítico. Ya no me reconoce;<br />

en cambio yo tengo mi memoria circular<br />

mejor que nunca. Recuerdo el día que su padre<br />

vino a vivir por la zona recién llegado de Italia,<br />

cuando más tarde formó una familia y tuvieron<br />

seis hijos. Los varones venían acá a jugar con<br />

sus amigos a la pelota y las niñas hacían sus<br />

rondas.<br />

No hay duda de que soy un sobreviviente<br />

que ha visto, también, cómo varió la moda a<br />

través del tiempo. De la pelota de trapo pasaron<br />

a la de cuero (juntando entre todos ellos unos<br />

pesitos). Yo les cuidé, en todas las generaciones,<br />

sus guardapolvos y los útiles escolares:<br />

desde que los ataban con una soga, o cuando<br />

los metían en bolsas de tela, o cuando usaron<br />

unas valijitas de cartón y después de cuero, y<br />

por último cuando compraron mochilas. También<br />

observé, en distintos momentos, lo que<br />

traían para escuchar música. Primero eran<br />

unos aparatos enormes que luego fueron disminuyendo<br />

de tamaño hasta casi desaparecer. Lo<br />

que no me gusta es que ahora los chicos hablan<br />

por medio de sus celulares y solo puedo<br />

escuchar la mitad de la conversación, antes me<br />

entretenía con sus largas charlas y sus risas.<br />

No me quejo, cada época tuvo su encanto. Lo<br />

que nunca cambió con los años fue que siempre<br />

se congregaron a mi alrededor: fui el centro<br />

de muchas reuniones. ¡Me sentía tan orgulloso!<br />

Organizaban bailes: traían la comida las chicas,<br />

la bebida los chicos y se quedaban hasta tarde.<br />

Se estrechaban lazos: unos prometieron amor<br />

eterno a mis pies, otros grabaron corazones<br />

con sus nombres y a algunos los oí llorar sus<br />

penas. En días primaverales se sentaban a repasar<br />

para los exámenes y en las vacaciones<br />

aprovechaban la sombra con juegos de salón.<br />

Aunque ahora menos por la inseguridad.<br />

¿Me extrañarán ellos, sus hijos o sus nietos<br />

cuando ya no esté? ¿Se acordarán como yo de<br />

las cosas vividas en mi parque? Las que sí me<br />

van a extrañar, estoy seguro, son las aves.<br />

¿Dónde harán sus nidos, criarán a sus pichones,<br />

les enseñarán a volar? ¿Dónde se protegerán<br />

de los temporales? ¿Dónde dormirán?<br />

Porque a pesar de mis achaques, todavía tengo<br />

lo mío, ¡y quién diga lo contrario se equivoca!<br />

Ya vienen por mí. No voy a negarlo, tengo<br />

un poco de miedo. Pero me iré tranquilo porque<br />

sé que he ayudado con alegría a todos los que<br />

buscaron mi refugio, mi paz, mi compañía, mi<br />

sombra para resguardarse del sol y un hombro<br />

donde lagrimear.<br />

Como nada ni nadie tienen la fórmula de la<br />

vida eterna, y sé que estoy condenado, quiero<br />

pensar que tal vez, alguna de mis semillas caerá<br />

en terreno fértil.<br />

En este burdo montaje empezaron a cortar<br />

mis brazos uno a uno: los secos y los llenos de<br />

verdes hojas, de brotes nuevos. Con cada sacudida<br />

siento un raro e incontenible estremecimiento<br />

que llega hasta las puntas más finas de<br />

mis raíces.

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