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Oro afinado en fuego - Robert J. Wieland

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departamento, expone al adorador al mismo terrible peligro del astuto

engaño del anticristo. Actualmente ha perfeccionado sus técnicas hasta el

punto de conceder "poder" a quienes se adhieren a él, así como un cierto tipo

de "luz" que resulta seductora para las mentes inclinadas a la sabiduría

terrenal. Pero no se trata de poder originado en el verdadero Espíritu

Santo[5].

Un ejemplo claro de la coexistencia de verdad puesta en contraste con su

falsificación, son las dos versiones distintas y opuestas de la justificación por

la fe tal como se enseñan hoy en el mundo. La una está centrada en el aprecio

al verdadero carácter de amor (agape) de Dios, y ve la cruz de Cristo como la

perfecta fusión de la justicia y la misericordia de Dios, de tal manera que él

puede ser el Justo y el que justifica a quienes tienen fe en Cristo. Una fe

como esa, obra por el amor y lleva invariablemente a obedecer todos los

mandamientos de Dios, incluyendo el tan denostado cuarto mandamiento que

enseña la observancia del verdadero día del Señor--el sábado, o séptimo día.

Esta enseñanza sobre la justificación por la fe, que enfatiza por igual ambos

dones paralelos del perdón y el poder, ensalza la ley de Dios al mismo

tiempo que revela su amor incomparable. Es salvación del pecado; no

salvación en el pecado. La fe que opera en esta justificación efectúa en el

corazón del creyente una obra completa de expiación-- reconciliación--y

prepara a un pueblo para la venida de Cristo, tal como simboliza esa esposa

que está preparada por fin para la boda.

La otra variedad de justificación por la fe se basa en una visión

deficiente del amor de Dios, que ve su carácter en una luz distorsionada y

muy alejada de la grandeza del amor agape. La enseñanza de la inmortalidad

natural distorsiona el cuadro, de forma que el amor de Dios solamente fue

capaz de prestar a su Hijo a la humanidad, más bien que de darlo. Ahí no es

posible reconocer el concepto de la "segunda muerte" que Cristo

experimentó en la cruz. A su vez la fe resulta devaluada hasta convertirse en

una mera "confianza" egocéntrica motivada por la inseguridad humana, y en

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