DÁDIVA 2019

GUELAGUETZA:
UNA EVOLUCIÓN
INEVITABLE
Por Carlos Guzmán Sumano
La Guelaguetza es un evento que tiene talla mundial, es el
evento étnico más importante de Latinoamérica y seguramente,
es uno de los más importantes del mundo. Con una derrama
económica importante de más de 417 millones de pesos,
un evento que lo forman personas de diferentes lugares del
mundo, con más de 400 mil personas en la capital Oaxaqueña,
una fiesta con un gran impacto social donde se dan a conocer
las diferentes etnias con sus diferentes danzas en los grandiosos
Lunes del cerro en la Ciudad de Oaxaca.
Es una de las atracciones más importantes en el mundo, fiesta
llena de colores, cultura y sones, una conmemoración de
folclor, gastronomía y turismo, que reúne a personas de todo
el mundo, esta fiesta es una de las más representativas en
Oaxaca y en México en general, no sólo conocida por sus extraordinarias
expresiones artísticas, sino esencialmente por su
significado profundo de reciprocidad y solidaridad, la Guelaguetza
es una fiesta que recrea los sentidos, abre el corazón y
enriquece el espíritu.
El investigador Salvador Sigüenza nos informa que la palabra
Guelaguetza, de origen zapoteco, tiene connotaciones de ayuda
mutua y reciprocidad en momentos cruciales de la vida
(bodas, nacimientos, defunciones), y ha sido expresión de solidaridad
y confianza en el mundo indígena. Las fiestas de los
Lunes del Cerro, como también se le conoce a la Guelaguetza,
se componen de manifestaciones diversas que remiten al pasado
prehispánico, a las tradiciones coloniales y a la necesidad
de construcción de identidad del Estado posrevolucionario.
Las celebraciones se realizan el lunes siguiente a la fiesta de
la Virgen del Carmen (16 de julio) y a la conmemoración de la
muerte de Benito Juárez (18 de julio). El lunes posterior tiene
lugar la Octava, como se conoce a esta culminación de los festejos.
En todo ese tiempo las vestimentas, la música, los sones,
bailes, artesanías y productos de cada región traídos por las
delegaciones de los pueblos originarios de los más distantes
rincones que lo conforman el estado se apoderan de la ciudad,
llenando de colores, melodías, sabores, olores, texturas,
formas e idiomas, diversos lugares del centro de la capital oaxaqueña
y sus alrededores.
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