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09 ¿Quién eres tú para juzgar - Erwin W. Lutzer

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supersticiones. La espiritualidad en todas sus manifestaciones se acepta

hoy día sin que sea necesario afirmar que un punto de vista sea erróneo y

otro correcto. Puesto que la verdad se define ahora como mi propia

opinión personal acerca de la realidad, los seres humanos contamos con

cualquier número de “verdades”, y este puede equivaler a la cantidad de

individuos que hay en el planeta.

El postmodernismo dice en teoría que no existe un parámetro

independiente sobre el bien y el mal, ningún criterio independiente para

determinar qué es verdad y qué es error. No obstante, debido a que somos

seres morales, ni siquiera los posmodernistas pueden descartar todos los

juicios morales. Siempre que ellos ven algo que no les gusta, inventan

nuevas maneras de describir lo que ven y fabrican nociones que

reemplazan el concepto de verdad del momento.

Estas nuevas modalidades de pensamiento han cambiado el diálogo en

nuestro mundo moderno. Si vamos a retar a nuestra cultura, tenemos el

deber de entenderla.

La imparcialidad reemplaza a la verdad

Como se mencionó, hubo un tiempo en el que las personas creían que la

verdad existía así no se pusieran de acuerdo en qué era. En la actualidad,

una creencia no es evaluada con base en su carácter falso o verdadero, sino

con una respuesta subjetiva a la pregunta: “¿es imparcial?”

Piense en lo que esto significa para los que creemos en el evangelio. Es

indudable que la idea de que la salvación venga solo a través de Cristo no

parece muy “imparcial”, en vista de la multiplicidad de religiones

diferentes en el mundo. Por esta razón nuestro mensaje se declara

inaceptable sin importar cuánta evidencia se presente en respaldo de su

veracidad. De hecho, nos dicen que lo que creemos está basado en

prejuicios estrechos y el cristianismo es descartado como el sesgo

particular de los cristianos.

Este mismo método se aplica en la evaluación de la moralidad. Los

posmodernistas dicen que la moralidad, si acaso existe en absoluto, es un

ejercicio psicológico. Si usted y yo dijéramos: “yo creo que esto es

inmoral”, la mente moderna nos oye decir: “yo tengo este prejuicio”.

Todos hemos oído que las organizaciones que luchan para favorecer los

derechos de los homosexuales se refieren a los que creen en el matrimonio

tradicional como personas fanáticas y obcecadas. En otras palabras, la

moralidad no es un asunto de objetividad, sino de preferencia y opinión

personal.

Quizás resulte útil la siguiente ilustración tomada del béisbol. Alguien

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