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supersticiones. La espiritualidad en todas sus manifestaciones se acepta
hoy día sin que sea necesario afirmar que un punto de vista sea erróneo y
otro correcto. Puesto que la verdad se define ahora como mi propia
opinión personal acerca de la realidad, los seres humanos contamos con
cualquier número de “verdades”, y este puede equivaler a la cantidad de
individuos que hay en el planeta.
El postmodernismo dice en teoría que no existe un parámetro
independiente sobre el bien y el mal, ningún criterio independiente para
determinar qué es verdad y qué es error. No obstante, debido a que somos
seres morales, ni siquiera los posmodernistas pueden descartar todos los
juicios morales. Siempre que ellos ven algo que no les gusta, inventan
nuevas maneras de describir lo que ven y fabrican nociones que
reemplazan el concepto de verdad del momento.
Estas nuevas modalidades de pensamiento han cambiado el diálogo en
nuestro mundo moderno. Si vamos a retar a nuestra cultura, tenemos el
deber de entenderla.
La imparcialidad reemplaza a la verdad
Como se mencionó, hubo un tiempo en el que las personas creían que la
verdad existía así no se pusieran de acuerdo en qué era. En la actualidad,
una creencia no es evaluada con base en su carácter falso o verdadero, sino
con una respuesta subjetiva a la pregunta: “¿es imparcial?”
Piense en lo que esto significa para los que creemos en el evangelio. Es
indudable que la idea de que la salvación venga solo a través de Cristo no
parece muy “imparcial”, en vista de la multiplicidad de religiones
diferentes en el mundo. Por esta razón nuestro mensaje se declara
inaceptable sin importar cuánta evidencia se presente en respaldo de su
veracidad. De hecho, nos dicen que lo que creemos está basado en
prejuicios estrechos y el cristianismo es descartado como el sesgo
particular de los cristianos.
Este mismo método se aplica en la evaluación de la moralidad. Los
posmodernistas dicen que la moralidad, si acaso existe en absoluto, es un
ejercicio psicológico. Si usted y yo dijéramos: “yo creo que esto es
inmoral”, la mente moderna nos oye decir: “yo tengo este prejuicio”.
Todos hemos oído que las organizaciones que luchan para favorecer los
derechos de los homosexuales se refieren a los que creen en el matrimonio
tradicional como personas fanáticas y obcecadas. En otras palabras, la
moralidad no es un asunto de objetividad, sino de preferencia y opinión
personal.
Quizás resulte útil la siguiente ilustración tomada del béisbol. Alguien
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