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pronunciaban en contra de los matrimonios homosexuales y los derechos
especiales para los homosexuales. En consecuencia, debido a que las
expresiones de oposición a los homosexuales contribuyen a los delitos
cometidos por otros, la postura postmoderna es que tales sesgos deben
mantenerse en privado, así sea por la única razón de que son ofensivos en
gran medida.
La virtud contemporánea de no ser ofensivos también se ha hecho sentir
en la esfera política. Usted recordará que después de los ataques terroristas
del 11 de septiembre de 2001 algunos negocios no permitieron que sus
empleados colocaran la bandera estadounidense sobre sus escritorios, por
temor de ofender a otros trabajadores que no apoyaran la guerra en
Afganistán. S. D. Gade, en su libro titulado Cuando la tolerancia no es
virtud, dice que el objetivo de la corrección política (en esencia otra
definición de la mentalidad postmoderna), consiste en invadir el “espacio
de actitudes” de cualquier persona.[4]
El resultado es que solo podemos recibir buenas noticias, nunca malas.
Usted puede decir que Jesús cambió su vida, pero lo que no se admite es
afirmar que Él sea el único camino a Dios. Por un lado, esas declaraciones
son injustas porque hacen a Jesús superior a otros líderes religiosos y esto
ofende a la mayor parte de la población mundial. Lo que es más, tales
declaraciones no pueden tener veracidad objetiva porque solo son el reflejo
del sesgo religioso privado de una persona. Fin de la discusión.
No todo lo relacionado con el pensamiento político correcto es erróneo.
Con frecuencia los cristianos hemos sido enjuiciadores, intolerantes y
justos en nuestra propia opinión. Hemos sido culpables de racismo,
elitismo y engreimiento doctrinal. Algunos cristianos necesitan una buena
dosis de tolerancia, sobre todo en su relación con otros cristianos. Sin
embargo, note lo siguiente: deberíamos ser tolerantes en estas áreas, no
porque el no hacerlo ofenda a las personas, sino porque es lo correcto y
debe hacerse. En otras palabras, nuestra tolerancia debe estar basada en la
verdad, tanto como nuestra intolerancia debe basarse por completo en la
verdad. Al fin de cuentas, nuestros juicios corresponden a preguntas acerca
de la verdad de las cosas.[5]
El problema es que somos intolerantes sobre asuntos en los que
deberíamos ser más tolerantes, y también somos tolerantes donde
deberíamos ser intolerantes. En conclusión, nos sentimos bastante
intimidados. En cuanto a mí, aunque no poseo todas las respuestas en
nuestro mundo confuso, estoy convencido de que debemos tratar de ser
fieles y verdaderos a lo que la Biblia enseña y vivir de acuerdo con el
mandato que nuestro Señor nos dejó.
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