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09 ¿Quién eres tú para juzgar - Erwin W. Lutzer

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incompatible con advertencias acerca del error y hasta la denuncia de

maestros falsos.

Ahora bien, ¿dónde trazamos la línea? ¿En qué momento tenemos que

decir “ya es suficiente”? Por cierto, no queremos dividirnos por asuntos no

esenciales ni tratar a otros creyentes con una actitud de superioridad

espiritual, como si fuéramos los únicos que estamos en lo correcto. Al

mismo tiempo, debemos sonar la trompeta y hacer un llamado a la iglesia

para que se distinga del mundo. Debemos atesorar y defender la verdad,

así corramos el riesgo de no ser comprendidos o de causar una ruptura en

la comunión personal.

Este es un libro acerca del tema del discernimiento, aquella capacidad

para distinguir entre lo falso y lo verdadero, o mejor todavía, entre la

verdad y la verdad a medias. Por supuesto, no espero que todos los

cristianos estén de acuerdo conmigo sobre los asuntos diversos que se

tratan en las siguientes páginas, pero me gustaría pensar que este libro

abrirá canales para el diálogo necesario acerca de estos temas. Mi mayor

satisfacción sería que consideráramos de qué manera las dimensiones

religiosas y morales de nuestra cultura han afectado a la iglesia y qué

debería hacerse al respecto. Esta es la tarea a la que hemos sido llamados.

Por regla general, no he mencionado en mi discusión los nombres de

aquellos que han optado por las ocurrencias personales y lo que llaman

profecías en lugar de la doctrina sana. Mi intención ha sido suministrar los

principios básicos necesarios para esta evaluación. Siempre habrá

diferentes tipos de evangelistas, pastores, ministros de sanidad por fe y

profetas, pero la Palabra de Dios permanece inmutable por la eternidad.

Únase a mí en este recorrido. Exploremos juntos para encontrar la

manera de trazar otra vez esas líneas limítrofes que distinguen a la iglesia

del mundo. Realicemos con amor la tarea de advertir, exhortar e

instruirnos unos a otros con la esperanza de recuperar el terreno precioso

que se ha perdido al habernos dejado inundar por el espíritu del mundo.

La tarea es urgente. Pidamos a Dios fortaleza para hacer lo que se

necesita.

ERWIN LUTZER

IGLESIA MOODY, 2002

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