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09 ¿Quién eres tú para juzgar - Erwin W. Lutzer

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sacrificio mutuo es tan genuino y notorio que los demás no pueden negarlo

ni dejar de percibirlo. Nuestro hogar fragmentado ha producido una

sensación de traición e indignidad que solo las amistades más íntimas y

profundas pueden comenzar a sanar. Los creyentes individuales que viven

la vida de Cristo hombro a hombro con las personas escépticas del mundo

darán credibilidad a nuestro mensaje. Debemos comprometernos a ayudar

a los pobres, apoyar la causa de los oprimidos y dedicar nuestras energías

para beneficio de los que han descartado el cristianismo por considerarlo

irrelevante.

Los argumentos intelectuales por sí solos no ganarán a una generación

educada con la noción de que las cosmovisiones no deben ser juzgadas con

arreglo a su solidez racional o las evidencias a su favor. El cristianismo,

arraigado en el suelo de la historia y la razón, tiene dificultad para

competir en una era entregada a la irracionalidad. Por otro lado, una vida

consagrada al mejoramiento de los demás es difícil de refutar. Como

Francis Schaeffer solía decirnos, la iglesia local “no solo debería ser

íntegra, sino también hermosa”. El amor los conquistará.

En tercer lugar, Jesús oró por la santidad de la iglesia. “No ruego que los

quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como

tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es

verdad” (Jn. 17:15-17).

La iglesia ha de ser “santificada”, es decir, debe convertirse en una

comunidad de creyentes que acogen la integridad, la pureza y el amor

apasionado por Dios. Los valores del mundo deben ser rechazados en su

interior, porque la Biblia afirma sin ambages lo siguiente acerca de aquel

que ama al mundo: “el amor del Padre no está en él” (1 Jn. 2:15).

Tenga esto muy en cuenta: el amor dentro de la iglesia atrae al mundo y

la santidad dentro de la iglesia convence al mundo de pecado. En la iglesia

primitiva siempre venía un gran temor sobre las personas tan pronto veían

a la iglesia comprometida a vivir en disciplina y santidad. Es lamentable

que el mundo observe a la iglesia en la actualidad y aunque pueda ver un

compromiso de amar (el cual interpreta como tolerancia incondicional),

dudo que vea un compromiso serio con la vida en santidad. En realidad,

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