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MENESIANOS EN EL MUNDO
por el Hno. Justo Cuesta Calderón
“IN MEMORIAM”
H. LUIS MARÍA FERNÁNDEZ
APARICIO (EFRÉN)
NACIÓ 31 DE DICIEMBRE DE 1931 EN CASTRILLO DE VALDELOMAR (CANTABRIA). ESPAÑA. ENTRÓ EN EL NOVICIADO EL
15 DE AGOSTO DE 1947 EN NANCLARES DE LA OCA. FALLECIÓ EN BILBAO, EL 23 DE MARZO DE 2020, A LOS 88 AÑOS DE
EDAD, Y 72 AÑOS DE VIDA RELIGIOSA.
Uno de sus muchos sobrinos (David),
nos hace una bonita presentación
de la familia del H. Efrén:
Naciste el 31 de diciembre de 1931, en un
hogar donde fuisteis once hermanos. Provenías
de una familia tradicional, conservadora,
católica y fruto de ello encomendaste
tu vida a Dios, consagrándote como fraile.
Por desgracia, quedasteis huérfanos de madre
a temprana edad, el 29 de febrero de
1955, el abuelo Julio tuvo que responsabilizarse
de todos en una época difícil para
España. En esos tiempos de guerra y postguerra
sólo nuestros mayores saben lo que
tuvieron que pasar. Fueron años de trabajo,
esfuerzo, sacrifico y necesidad, pero vuestras
fuertes convicciones religiosas y vuestro
gran apego a la familia, os ayudaron a
salir adelante.
Efrén, cuando llegó a Nanclares se encontró
bien acompañado pues había varios chicos
de los pueblos próximos al suyo. Su grupo
de compañeros fue uno de los noviciados
más numerosos de la Provincia. Sus primeros
años como Menesiano se le conocía
como el H. Luis María (nombre que había
elegido pensando en S. Luis Mª Griñón de
Monfort, y su devoción a la Virgen, según
propia confesión).
De sus primeros años como educador guardaba
muy grato de recuerdo de su estancia
en Baquio. Todavía casi 60 años después,
tuvo la gran alegría de participar en varias
reuniones de Antiguos Alumnos que con
placer le invitaron en 2008 y años sucesivos.
Su etapa en Nanclares nos mostró, a quien
tuvimos la suerte de ser sus alumnos, que
rezumaba “Menesiano por los 4 costados”.
Hombre muy activo y siempre disponible,
nos dedicaba con otros HH. del juniorado,
las 24 horas del día a los chicos: desde las
palmadas de la mañana, para despertar a
quienes estaban en su dormitorio hasta apagar
las luces por la noche después de nuestras
últimas 3 avemarías de rodillas al pie
de la cama. Hacía de todo: animador de la
oración, profesor, vigilante, ayudante en los
trabajos, peluquero, encuadernador, organizador
de fiestas, compañero de paseos...
e incluso, cuando se terciaba poeta o declamador.
Y siempre con su amplia y comunicativa
sonrisa, con la que nos mostraba que
cuanto hacía, le salía del corazón.
Y cuando llegaban las vacaciones se convertía
en colaborador incansable del Hno.
Reclutador. Cogía aquella “Mobylette”, con
la que aumentaba el radio de acción del andarín
promotor de voca-ciones. ¡Cuántos
pueblos de Palencia, León, Burgos y Cantabria
vieron a aquel joven “frailecillo” rizoso
y rubio (H. Luis Mª.) con su sotana arremangada,
en su ciclomotor! Fueron los preludios
de un modo más eficaz de buscar
vocaciones para Hermano. Enseguida llegó
un nuevo reclutador, que con su “Pájaro
verde” (un Seat 600), llenó Nanclares de
bulliciosos chicos.
En mitad de la década de los 60, tras medio
año de espiritualidad menesiana en Jersey,
dirige sus pasos a Roma para adquirir una
sólida formación teológica que utilizará años
más adelante con Hermanos jóvenes. Vive
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