Edicion 23 de Enero de 2021
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bres
centroamericanos, y para quien sepa muchísimo menos sobre las personas en sus
entornos y sus variadas peripecias, Tiempos recios hace mucho por rescatar del olvido,
al menos en nombre, a cada uno de los integrantes de esa riquísima y densa trama. Es
y protagonista, como lo fueron en la realidad. La otra virtud de esta obra es que sostiene
declarados y famosos comunistas de su época, aunado todo ello a las ideas de vanguardia
rada
esposa salvadoreña. Ese gran capital histórico que refrenda la novela es importante,
más cuando sale de la pluma y del pensamiento de una de las personas más anacrónica-
Llosa es así, humano, igual que nosotros, lleno de aciertos y desaciertos, y de grandes
apenas unos dieciocho años, y ya había pasado por la escuela militar Leoncio Prado (a
los catorce años), y había publicado a los dieciséis La huida del Inca, una obra teatral en
de la diplomacia norteamericana como ejemplo grotesco para futuros pueblos rebeldes.
imprime su rúbrica a cada página, pero de vez en cuando encontramos ecos, quizá ya de
un hombre avanzado en años que asume su posición de ser el único que puede hablar
en primera persona de las impresiones que le causaron los grandes escritores latinoame-
que más salen a relucir a través de las páginas de esta novela. También hallamos ecos de
en el espacio, y amarra bien los aspectos fundamentales de la trama que ha decidido urdir
Armas lo eliminó Trujillo, una de las cuatro que hasta hoy día se manejan. Está escrita la
obra en un castellano más que nada formal, neutro, a veces acartonado, eso sí, y cuando
arriesga a entrarle al diálogo con registro o con vernáculo propio entre caribeños y cen-
a pasar es esto. Te voy a romper el culo y te voy a hacer chillar como una verraca, Miss
engañada con facilidad” no es dominicana, sino más bien cubana, por citar un ejemplo.
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el tipo de novelitas mal escritas que lee, y así, entreverando verbatim las líneas de la
novela defenestrada con la crítica hecha, logra un efecto lúdico espectacular, propio de
como un pingüino buscando su entorno entre las selvas del Petén. Al no encajar bien ese
abusa el autor del recurso de la analepsis desorganizada a través de la cual el lector debe
establecer las razones subjetivas, interiores, del por qué de la megalomanía desenfrenada
dicha megalomanía en el plano de la novela. Peor aún, hubiera funcionado más el juego
de centrar el supuesto agravio sobre la prometida y después denegada Orden del Quetzal
se hubiera resaltado más la envidia real de Trujillo al saber que Nixon había visitado
Armas en persona y en nombre de los Estados Unidos por ser el héroe anticomunista
indiscutible, número uno, en toda América Latina, lo cual sí le ardió en el amor propio a
el personaje termina muerto como resultado del repente experimentado en su bautizo de
fuego que lo lleva al centro del patriotismo embromado y su enturbiada política. Es casi
como un relleno que cumple con diferentes propósitos en la estructura de la novela, pero
nos deja con la amarga sensación de que un personaje lamentablemente desaprovechado
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idearios comunistas mezclados con cuestiones místicas, espiritistas, y un profundo romanticismo
hacia una novia imaginada a la que sólo había visto una vez por las calles
de su pueblo. Este personaje de la vida real es verdaderamente complejo, enigmático y
misterioso, perfecto para la atmósfera de la novela, y se prestaba para mucho más que
un plumazo. En las investigaciones del caso, hechas por los peritos guatemaltecos de la
y que quienes conspiraron contra el coronel se sirvieron de él únicamente, creando la
de cuchillo en el cuello, y las medidas del fusil no suman con las de las extremidades
de este supuesto hechor, concluyéndose que no pudo haberse matado a sí mismo. En la
silenciador. Los documentos forenses hablan de un fusil alemán, de alto calibre, que
le partió en dos el cráneo, no de un balazo de bajo calibre, de pistola. Soluciones de
novelista, aceptamos, para atornillar la marcha y seguir en la ruta del fatal desenlace de
versión de los destinos frustrados de América Latina. La visión con la que remata la
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imperturbablemente en sus sueños de reformar su sociedad a través de las libertades
democráticas, la justicia social, y la prosperidad extendida a todos los guatemaltecos
el desacierto de esas fatídicas eminencias grises, el progreso económico y la historia
mado
con décadas de adelanto, sin miles y miles de muertos y resentidos sociales; sin
el continente. Quizá Somoza y todos los dictadores de la región, inclusive Trujillo, se
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ni de cierta forma de discriminación o injusticia.”
y
literatura. El lamentable epílogo de Tiempos recios así nos lo insinúa.
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Edición Especial | 23 de Enero de 2021 | 11