Géneros musicales/procesos y problemáticas socioculturales ...
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estos músicos Pedro Almanza, natural de Málaga,<br />
violín; Jácome Viseira, de Lisboa, clarinete; Pascual<br />
de Ochoa, de Sevilla, violón; Micaela Ginés, negra<br />
horra, de Santiago de los Caballeros, vigüelista, los<br />
cuales llevan generalmente sus acompañados para<br />
rascar el calabazo y tañir las castañuelas. 4 Estos<br />
músicos siempre están comprometidos y para obligarles<br />
a la preferencia es preciso pujarles la paga, y<br />
además de ella, que es exorbitante, llevarles cabalgadura,<br />
darles ración de vino y hacerles a cada uno,<br />
también a sus familiares, además de lo que comen<br />
y beben en la función, un plato de cuanto se pone<br />
en la mesa, el cual se lo llevan a sus casas y a este<br />
obsequio llaman propina de la función. Esos mismos<br />
músicos concurren a las fiestas solemnes de la<br />
parroquia, que son las de San Cristóbal, San Marcial<br />
y Corpus.<br />
Llamo la atención de mis benévolos lectores acerca de<br />
la fecha de los antecedentes citados. Cien años más tarde<br />
que el descubrimiento de América y sesenta después de la<br />
fundación de La Habana.<br />
Con relación a épocas posteriores, nos dice don José<br />
María de la Torre en Lo que fuimos y lo que somos o<br />
La Habana antigua y moderna que “son favorables las<br />
noticias que se tienen de la música en la Isla, bastando<br />
saber que en las iglesias cantaban negras y que entre los<br />
instrumentos aparecía el güiro, usado hoy –dice el historiador–<br />
en los changüís del campo”. Se sabe que los<br />
bailes provinciales del día son el zapateo y la contradanza,<br />
fuera de algunas canciones de no poco mérito.<br />
La música de la contradanza es celebrada por los extranjeros,<br />
y cuando está compuesta por cubanos de color,<br />
tiene mayor aceptación. La retreta comenzó a principios<br />
del siglo, tocándose los miércoles en las puertas de los<br />
cuarteles o en las fortalezas. En 1834 se empezaron a dar<br />
diariamente en la Plaza de Armas. Las canciones, añadiremos,<br />
eran acompañadas del baile, según dice Bachiller.<br />
Esto mismo se observa en México y en otros países.<br />
En Cuba fueron una mezcla de los aires nacionales y de<br />
las reminiscencias indígenas. En los primeros siglos de<br />
la colonización se bailaba la zarabanda y otros bailes que<br />
en la madre patria se usaban en los conventos de monjas<br />
y en las procesiones, por las alegres comparsas, a pesar<br />
de los lamentos y escándalos del padre Mariana, que la<br />
llamaba “invención del Infierno”.<br />
La letra de las canciones alcanzó por aquellos años<br />
una libertad poco recomendable, pero después se mejoró<br />
el estado de la moral pública, como afirma La Torre,<br />
estrechándose el círculo en que campeaban, unidas al<br />
baile, unas veces creación de la gente mestiza y otras importadas<br />
por los presidiarios de México, como el jarabe.<br />
Ya en el siglo xviii, la introducción de la ópera francesa<br />
y la italiana dio origen, en la capital, a varias canciones,<br />
en las que se adaptaba la letra a su música.<br />
El señor don Esteban Pichardo, en su Diccionario<br />
provincial casi razonado de vozes y frases cubanas, nos<br />
C l a v e<br />
Musicología y Género<br />
habla de la época en que la Contradanza se bailaba preferentemente<br />
en Cuba y en la que fue evolucionando hasta<br />
conseguir la Danza, que como todos sabemos, fue la precursora<br />
del danzón.<br />
Este género de música tuvo su cuna en Normandía, de<br />
donde pasó más tarde a Inglaterra.<br />
El escritor don Buenaventura Pascual Ferrer nos relata,<br />
con abundancia de detalles, que los bailes de la gente principal<br />
se componían de buenos músicos y se danzaba en ellos<br />
a la usanza de la escuela francesa.<br />
Es innegable que de esa tierra nos vino la contradanza,<br />
pues el lexicógrafo Bouillet manifiesta que de todas las<br />
danzas existentes en Francia en el siglo xvii, es esta la<br />
única que subsistió, por haber desaparecido el minué en el<br />
siglo xviii y la gavota con el Imperio.<br />
Nada de extraño tiene –agrega nuestro crítico Serafín<br />
Ramírez– que a la contradanza importada adaptárasele<br />
el ritmo nuestro, como ocurre con algunas piezas de<br />
cuadro, extrañas a este país, cuyos pasos y movimientos<br />
se hacen a compás de nuestros bailes favoritos, y<br />
nada tiene de extraordinario “que las figuras que en<br />
aquella se hacían, llamadas pantalón, pastourelle, galop,<br />
eté, trenisee y chaisse-croisé, fueran substituidas<br />
por la bajada y subida, por la cadena y cedazo de la<br />
nuestra”. Así, que la elección del nombre Contradanza<br />
por nuestros primeros profesores que cultivaron ese<br />
género de composición; la etimología de la palabra que<br />
parece venir de la country-dance de los ingleses y, por<br />
último, la explicación minuciosa que de ella nos han<br />
dado Rousseau, Littré, Turbri, Fargas y otros, no dejan<br />
lugar a dudas sobre este asunto.<br />
Sabemos que el baile tuvo siempre en Cuba grandísima<br />
aceptación. Por esas fechas –mitad del siglo<br />
xviii– existían en La Habana academias en donde por<br />
módica pensión y según rezan las crónicas de la época,<br />
se enseñaba el minué, clasificado en “serio, común, de<br />
la corte, con allegro de Gavota, alemanado, del dengue<br />
(compuesto en esta ciudad), escocés, nuevo, afandangado,<br />
campestre y pastoral; la Contradanza, de moda<br />
española, rusa e inglesa; los Rigodones; el baile inglés<br />
de una, dos y cuatro personas y el Vals figurado, ruso,<br />
francés, y de la mousarrina”.<br />
En el año de 1832 se abrió en la calle de los Oficios,<br />
número 66, una de estas academias, donde también se<br />
enseñaban los bailes nacionales, el fandango, gaditanas,<br />
sevillanas, rondeñas, seguidillas, malagueñas, olé, guarachas,<br />
entre ellas, la del dengue con castañuelas, zapateado<br />
de Cádiz, panaderos, la cachucha, alemanados de moda,<br />
etcétera, y así vemos, en interesante promiscuidad, popularizados<br />
a un tiempo mismo los aires españoles y los<br />
cubanos que iban surgiendo al influjo de las mencionadas<br />
raíces originarias, que en el transcurso incesante de<br />
los días cristalizaban como productos de una nueva flora,<br />
constituyendo las primeras manifestaciones de nuestra<br />
inconfundible música vernácula.