REVISTA ESTILO COUNTRY 2022
Edición sobre desarrollos inmobiliarios, gastronomía, Life Style, Salud, Nutrición, Empresas, Eventos, Art & Deco, Moda y Belleza.
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SALUD/ VIDA SANA - ESTILO COUNTRY
La rueda
del estrés
Si bien el estrés crónico es la base de los
desequilibrios, nuestro objetivo no es
deshacernos del estrés en general
porque es sumamente necesario en
nuestras vidas. Es lo que nos protege
de situaciones de vida o muerte, y nos
permite responder rápido ante una
emergencia.
Cuando el cuerpo necesita reaccionar
de esta forma activa el sistema de
estrés agudo, libera las hormonas
adrenalina y noradrenalina, enfrenta la
situación amenazante y, al terminar,
vuelve a su estado de equilibrio y cierra
el ciclo.
Pero cuando la amenaza es continua, o
bien su percepción lo es, se activa un
mecanismo de sobreadaptación para
poder enfrentar este estímulo donde la
hormona que lidera en el funcionamiento
del organismo es el cortisol. A
esto se lo conoce como estrés crónico.
Significa que respondemos biológicamente
como si estuviéramos escapando
durante un largo tiempo de un león
en el medio de la selva, activando diferentes
mecanismos para poder
paralizarnos, huir, o bien luchar contra
la amenaza. El organismo no diferencia
lo que está pasando en nuestra mente
de lo que está pensando en la realidad:
independientemente de cuál sea el
origen del estrés, tanto si la amenaza se
encuentra en el mundo tridimensional
como si fue creada por la cabeza, la
forma en la que el cuerpo responde es
exactamente igual. Y como no tiene
claro cuándo se va a terminar o cuán
verdadera es la amenaza, hará todo lo
que necesita para sobrevivir de la mejor
manera en ese momento, sin pensar en
el deterioro a largo plazo que ese
mecanismo le puede generar.
Cuando este sistema de supervivencia
se encuentra activado hay ciertas
funciones que se anulan o pasan a
segundo plano para lograr seguir
“escapando”. Estas son: la digestión, el
descanso, la reproducción y la reparación
celular. De esta lucha interna
surgen los desequilibrios mencionados
al principio: el alimento no puede ser
digerido, absorbido ni utilizado como
combustible; no descansar en profundidad
evita que el cuerpo se repare a sí
mismo, elimine desechos o se defienda
adecuadamente de lo que sucede en el
medio interno; la reproducción no es
segura y pasa a segundo plano. Estos
desequilibrios son sabios intentos del
cuerpo de protegerse a sí mismo de la
amenaza percibida y son mediados por
hormonas y neurotransmisores.
Además de los eventos traumáticos
físicos, emocionales y mentales, nos
exponemos diariamente a otros estímulos
que producen estrés:
La constante exposición a redes
sociales, medios de comunicación y
noticias sobre inseguridad, crisis
económica, etc., que aumentan los
pensamientos angustiantes.
El consumo de infusiones como el
mate y el café que afectan directamente
las glándulas suprarrenales,
generando excitabilidad inmediata
con un aumento y una caída pronunciados,
que generalmente interpretamos
como la necesidad de mayor
consumo.
La sobreexigencia productiva, que
provoca la presencia constante del
cortisol e interfiere en la fluidez con
las que nuestras hormonas trabajan
y nuestra energía se mueve.
Los aditivos alimentarios (estabilizantes,
edulcorantes, saborizantes,
colorantes) presentes en los comestibles
procesados, y los compuestos
como aluminio, parabenos, triclosán,
parafina, colorantes, ftalatos, siloxanos,
dietanolamina (DEA), monoetanolamina
(MEA), trietanolamina
(TEA), entre otros, presentes en
productos de higiene y cosmética,
así como los agregados a muchos de
los fármacos, que generan una
acumulacion de toxinas que puede
sobrecargar el hígado impidiendo su
completa eliminación.
El uso de fármacos, que para compensar
la ausencia de hormonas
sobrecargan al hígado y no pueden
terminar de ser metabolizados,
haciendo que circulen por el organismo
y generando resistencia a su
utilización por parte de las células
que las necesitan.
La salida, como siempre, es hacia adentro.
Hacia confiar que percibir tu
cuerpo de forma integral y relacionarte
con él y con tu alimentación de manera
consciente e intuitiva siempre existió
dentro de vos. Es la cultura la que nos
hizo construir barreras frente a eso,
llevándonos a desconfiar de nosotras
mismas y ofreciéndonos una falta
sensación de seguridad en estímulos
que en realidad nos desconectan aún
más.
Lic. En Nutrición Camila Pettinari
MP 1795
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