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2 THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY<br />
SÁBADO DOMINGO 27<strong>28</strong> DE DE ABRIL DE DE <strong>2024</strong><br />
E L M U N D O<br />
INTELIGENCIA/CRAIG FOSTER<br />
Un pulpo tomó mi cámara y cambió mi perspectiva<br />
El día que me asaltaron bajo el<br />
agua me regalaron una nueva forma<br />
de ver. Había estado filmando<br />
criaturas que vivían en el Gran<br />
Bosque Marino Africano frente a<br />
la costa de Sudáfrica hace más o<br />
menos un año cuando una joven<br />
ladrona pulpo me arrebató la cámara<br />
de las manos. Envolviendo<br />
sus brazos alrededor de su botín,<br />
se lanzó velozmente en reversa por<br />
el lecho del mar.<br />
Esta no era la primera vez que<br />
me encontraba a merced de un<br />
ladrón de ocho brazos. Un par de<br />
años antes, otro pulpo curioso robó<br />
el anillo de bodas del dedo de mi<br />
esposa y nunca lo recuperamos. A<br />
los pulpos les encantan las cosas<br />
novedosas y brillantes. Escudriñando<br />
sus guaridas he encontrado<br />
aretes, pulseras, bujías, lentes<br />
oscuros y un carro de juguete con<br />
un cilindro giratorio que el pulpo<br />
hacía girar con sus ventosas.<br />
Mientras me preguntaba cómo<br />
recuperar mi cámara sin alarmar<br />
a mi joven amiga, sucedió algo<br />
sorprendente. Giró la cámara y<br />
comenzó a filmarnos a mí y a mi<br />
compañero de buceo.<br />
Las imágenes que capturó —videos<br />
de sus propios brazos sobre<br />
la lente de la cámara con nuestros<br />
cuerpos de fondo— tuvieron un<br />
La película de Craig Foster,<br />
“Mi Maestro el Pulpo”, ganó<br />
el Premio de la Academia al mejor<br />
largometraje documental en<br />
2021.Comentarios a<br />
intelligence@nytimes.com.<br />
THE OCTOPUS, VÍA CRAIG FOSTER<br />
efecto profundo en mí. Después<br />
de muchos años filmando pulpos<br />
y cientos de otros animales que<br />
habitan en el Bosque Marino,<br />
por primera vez estaba viendo el<br />
mundo —y a mí mismo— desde su<br />
perspectiva.<br />
Debimos haberle parecido extraños<br />
con nuestras máscaras y<br />
nuestras linternas submarinas.<br />
Pero en ese momento recordé que<br />
a pesar de toda nuestra tecnología,<br />
no somos tan diferentes de nuestros<br />
parientes animales. Cada bocanada<br />
de aire, cada gota de agua,<br />
cada bocado de comida proviene<br />
del planeta vivo que compartimos.<br />
Acaba de pasar el Día de la Tierra<br />
y me siento tentado a preguntarme<br />
cómo puede la humanidad<br />
salvar nuestro planeta silvestre<br />
y deshacer la devastación que<br />
hemos desatado sobre el mundo<br />
natural. Donde vivo, en el Cabo de<br />
Buena Esperanza, tengo el privilegio<br />
de estar rodeado de naturaleza,<br />
pero estamos lidiando con la<br />
contaminación y una cantidad cada<br />
vez menor de mariscos, peces,<br />
aves rapaces e insectos. A escala<br />
mundial, nos encontramos en un<br />
punto de inflexión con una disminución<br />
estimada del 69 por ciento<br />
en las poblaciones de fauna.<br />
Cuando considero la vasta red<br />
de criaturas vivientes en la tierra,<br />
queda claro que “salvar el planeta”<br />
es el objetivo equivocado. A menos<br />
que la tierra sea destruida por un<br />
asteroide o sufra algún evento<br />
catastrófico similar, el planeta podría<br />
durar varios miles de millones<br />
de años. Pero sin la biosfera que<br />
nos permite comer y respirar, la<br />
humanidad no podría sobrevivir.<br />
La pregunta que deberíamos hacernos<br />
es qué causó el precipitado<br />
aumento en la pérdida de especies<br />
y qué podemos hacer para revertirlo.<br />
Para mí, todo empezó cuando<br />
nos desconectamos de nuestros<br />
orígenes silvestres. Si bien las<br />
revoluciones agrícolas y tecnológicas<br />
han permitido un tremendo<br />
crecimiento demográfico e innovación,<br />
también han inculcado la<br />
creencia de que podemos controlar<br />
la naturaleza, que nuestro planeta<br />
es un recurso infinito a ser explotado<br />
para nuestro avance, comodidad<br />
y entretenimiento.<br />
Hoy el 56 por ciento de la población<br />
mundial vive en áreas<br />
urbanas, porcentaje que se espera<br />
aumente a casi el 70 por ciento para<br />
2050. Eso significa que más de<br />
la mitad de nosotros está aislado<br />
de recordatorios de que todavía<br />
somos parte de la naturaleza y<br />
dependemos completamente de su<br />
salud. Es sólo cuando sucede algo<br />
realmente devastador, como la<br />
reciente inundación en Dubái, que<br />
recordamos que incluso los máximos<br />
avances humanos pueden<br />
quedar paralizados por el poder de<br />
la naturaleza.<br />
No estoy haciendo un llamado a<br />
que dejemos atrás todas las comodidades<br />
modernas, sólo suplicando<br />
que conozcamos mejor la naturaleza,<br />
en lugar de intentar “salvarla”.<br />
Esto lo hacemos primero protegiendo<br />
los puntos críticos de<br />
biodiversidad y restaurando los<br />
ecosistemas degradados; el enorme<br />
poder regenerativo que veo<br />
todos los días en la naturaleza es<br />
lo que me da esperanza para el futuro.<br />
También significa aprender<br />
y apoyar a los pueblos indígenas,<br />
que protegen el 80 por ciento de<br />
la biodiversidad del mundo y que,<br />
durante milenios, han desarrollado<br />
muchas formas innovadoras de<br />
vivir con la tierra y el mar.<br />
Es necesario detener de inmediato<br />
las actividades que causan<br />
destrucción a largo plazo, como la<br />
minería a cielo abierto, la minería<br />
en aguas profundas y la pesca<br />
de arrastre industrial. Debemos<br />
seguir buscando alternativas a los<br />
combustibles fósiles e impulsar<br />
una reducción mundial en la producción<br />
y el uso de plásticos.<br />
Pero cada uno de nosotros<br />
también tiene un papel que desempeñar;<br />
comienza retándonos a nosotros<br />
mismos a reconectar con la<br />
naturaleza. Gran parte de nuestro<br />
mundo moderno parece diseñado<br />
para domarnos: embotar nuestras<br />
mentes, separarnos del mundo<br />
natural, convencernos de que lo<br />
que nos ayudará a sobrevivir es un<br />
mayor consumo.<br />
Al igual que mis amigos pulpos,<br />
llenamos nuestras casas de cosas<br />
nuevas y brillantes. Pero nuestros<br />
montones de cosas son mucho más<br />
grandes y su costo de adquisición<br />
mucho mayor.<br />
Cuando dedicamos aunque sea<br />
unos cuantos minutos al día a observar<br />
criaturas salvajes en sus<br />
propios términos, en sus propios<br />
hogares —independientemente de<br />
dónde vivamos— nos conectamos<br />
con el concepto de biodiversidad<br />
no sólo a nivel intelectual sino también<br />
a nivel emocional. Vemos el<br />
mundo de manera diferente —y a<br />
nosotros mismos también.<br />
Millones en África<br />
enfrentan ‘hambre aguda’<br />
Por SOMINI SENGUPTA<br />
y MANUELA ANDREONI<br />
Se estima que 20 millones de personas<br />
en el sur de África enfrentan<br />
lo que las Naciones Unidas llaman<br />
“hambre aguda” al tiempo que una<br />
de las peores sequías en más de 40<br />
años marchita las cosechas, diezma<br />
el ganado y, después de años de aumentos<br />
en los precios de los alimentos<br />
provocados por la pandemia y la<br />
guerra, dispara el precio del maíz, el<br />
cultivo básico de la región.<br />
Malawi, Zambia y Zimbabue han<br />
declarado emergencias nacionales.<br />
Es un anticipo de lo que se prevé<br />
que traerá un clima más cálido<br />
a una región que probablemente<br />
se verá gravemente afectada por<br />
el cambio climático, aunque los<br />
científicos han dicho que esta sequía<br />
es más impulsada por el ciclo<br />
climático natural conocido como<br />
El Niño que por el calentamiento<br />
global. Sus efectos son más severos<br />
porque en los últimos años la región<br />
fue azotada por ciclones, fuertes<br />
lluvias y un brote de cólera.<br />
Las lluvias de este año comenzaron<br />
tarde y fueron inferiores al<br />
ALAN MATTINGLY Editor<br />
The New York Times International Weekly<br />
620 Eighth Avenue, New York, NY 10018<br />
Un campesino en<br />
Zimbabue. Varios países<br />
se declararon en emergencia,<br />
porque las sequías han<br />
destruido los cultivos.<br />
INTERNATIONAL WEEKLY<br />
CONSULTAS EDITORIALES:<br />
nytweekly@nytimes.com<br />
CONSULTAS DE VENTAS Y PUBLICIDAD:<br />
nytweeklysales@nytimes.com<br />
promedio. En febrero, cuando los<br />
cultivos más lo necesitan, partes<br />
de Zimbabue, Zambia, Malawi,<br />
Angola, Mozambique y Botswana<br />
recibieron una quinta parte de las<br />
precipitaciones habituales. Eso fue<br />
devastador para estos países agrarios.<br />
En el sur de Malawi, en un distrito<br />
llamado Chikwawa, algunos<br />
residentes se adentraban a un río<br />
plagado de cocodrilos para recolectar<br />
un tubérculo silvestre conocido<br />
como nyika para frenar su hambre.<br />
En otros lugares, el ganado en<br />
busca de agua entró a campos aún<br />
lodosos por las fuertes lluvias del<br />
año pasado, sólo para quedar atascado,<br />
dijo Chikondi Chabvuta, un<br />
trabajador humanitario de CARE,<br />
la organización internacional de<br />
ayuda con sede en Malawi. Se han<br />
reportado miles de muertes de ganado<br />
en la región, afirmó el grupo.<br />
En Zambia, el precio del maíz se<br />
más que duplicó de enero de 2022 a<br />
enero de este año, dijo la Organización<br />
de las Naciones Unidas para la<br />
Agricultura y la Alimentación. En<br />
Malawi, se cuadruplicó. La FAO señaló<br />
que, además de menores cosechas,<br />
los precios de los cereales han<br />
subido debido a la guerra en Ucrania,<br />
un importante exportador, así<br />
como a las monedas débiles en varios<br />
países, encareciendo la importación<br />
de alimentos, combustible y<br />
fertilizantes.<br />
Un análisis reciente publicado<br />
por World Weather Attribution, una<br />
coalición internacional de científicos,<br />
encontró que la fuerza impulsora<br />
detrás de la sequía actual es El<br />
Niño, un fenómeno climático natural<br />
que calienta partes del océano<br />
Pacífico.<br />
Aún así, hay poca incertidumbre<br />
sobre los efectos a largo plazo del<br />
cambio climático en esta región. La<br />
temperatura promedio ha aumentado<br />
entre 1.<strong>04</strong> y 1.8 grados centígrados<br />
en los últimos 50 años, afirmó<br />
el Panel Intergubernamental<br />
sobre Cambio Climático, y el número<br />
de días calurosos ha aumentado.<br />
Las plantas y los animales tienen<br />
más sed. La humedad se evapora.<br />
Los suelos se secan. Los modelos<br />
científicos indican que el sur de<br />
TSVANGIRAYI MUKWAZHI/ASSOCIATED PRESS<br />
África se está volviendo más seco.<br />
“Es realmente importante que se<br />
mejore la resiliencia a las sequías,<br />
especialmente en estas partes del<br />
continente”, dijo Joyce Kimutai, autora<br />
del estudio e investigadora en<br />
el Instituto Grantham del Imperial<br />
College de Londres.<br />
Existen soluciones que requieren<br />
dinero para ponerse en práctica:<br />
sistemas de alerta temprana que<br />
informen a la gente qué esperar,<br />
seguros y otros programas para<br />
ayudarla a prepararse, así como<br />
diversificar lo que los agricultores<br />
siembran. El maíz es extremadamente<br />
vulnerable al calor y a las<br />
lluvias irregulares.<br />
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