oponente, mientras otras escuelas se especializaban en técnicas de ...

feudal con fines de preparación militar en métodos de integración universal
que buscaban el logro de una posición equilibrada en el centro de la realidad
y una participación en su coordinada e ilimitada energía. Así, el bujutsu podía
convertirse también en una disciplina de integración ideada para profundizar
en el desarrollo de la personalidad de un hombre mediante la adopción de un
determinado punto de vista filosófico relativo al significado de la existencia y
al papel del hombre dentro de su marco. Con este propósito en la mente, el
bujutsu se usaba para ayudar al hombre a satisfacer las exigencias de esa
función. Las filosofías existentes tras la práctica podían tener un alcance y una
naturaleza muy amplios: político-religiosos, si eran fuertemente sintoístas;
religiosos y metafísicos en la interpretación budista; psicológicos y existencialistas,
como en el zen; cósmicos o eugénicos, como en el taoísmo, y otros. La
integración, por tanto, podía buscarse en casi todos los niveles; podía ser
personal, social y espiritual; podía estar centrada sobre el hombre en particular
o expandirse hasta abarcar su cosmos. Podía, en síntesis, ser particular o
universal. En cualquier caso, esta interpretación consideraba al bujutsu como
un sistema ético no estrictamente relacionado sólo con el combate o con
representaciones de combate, sino con una filosofía, un «camino» que el
ideograma do (tal como se ha señalado antes) identifica más específicamente
dentro de la doctrina.
Casi todas las artes importantes de bujutsu se han aplicado, en uno u otro
momento, en este sentido (es decir, como disciplinas religiosas o filosóficas de
integración para el desarrollo de la personalidad). La práctica del tiro con arco
(kyudo), por ejemplo, ejecutada según las reglas antiguas del haragei en una
condición de centralización abdominal y de extensión del poder, podía ayudar
a un hombre a silenciar la turbulencia fenoménica de su realidad interna y
externa, permitiéndole de este modo alcanzar una comprensión preliminar de
sí mismo, de sus límites y posibilidades, así como una valoración realista del
control que podía ejercer sobre sus propias respuestas emocionales e intelectuales
a la realidad. Sólo entonces podía enfrentarse provechosamente a esta
realidad, con otro hombre, de modo que ambos pudieran vivir y prosperar en
la equilibrada y centralizada armonía de la vida. A este nivel, sin embargo, el
arte del arco y de la flecha deja de ser un arte marcial y, como la ceremonia
del té (chan-no-yu), entra en aquellos dominios de la introspección en donde
los bujín y el combate se convierten únicamente en recuerdos lejanos de una
dimensión primitiva, ritualizada y por último transformada en una filosofía, un
568 CONCLUSIÓN