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VE-04 JULIO/AGOSTO 2014

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VALENCIA ESCRIBE<br />

Número 4 – Julio/Agosto <strong>2014</strong>


© Eulalia Rubio<br />

©de los textos: Reca Refojos, Lidia Castro, Nicolás Jarque, Eva Franco, Lucho<br />

Bruce, Lu Hoyos, David Rubio, Ricardo Mazzoccone, Rafa Sastre, Alejandro Ramos,<br />

Amparo Hoyos, Jorge Martínez, Aldana Giménez, Marisol Santiso, Caridad<br />

Blázquez, Lucía Uozumi, Malén Carrillo, Alberto Casado, Germán Repetto, Puri<br />

Otero, María Olariaga, Pernando Gaztelu, Concha García, Luis A. Molina, Asun Ferri,<br />

Pilar Descalza, Faine, Christine Carcosa, Eric Grants, José L. Sandin, Matilde Lledó,<br />

Marco Antonio Torres, Nicolás Aguilar.<br />

Portada: Beach at Seaside, Oregon – Gifford Photographic Collection<br />

Fotografías: Eulalia Rubio http://jardinesrioturia.blogspot.com.es/<br />

Diseño y edición: Rafa Sastre<br />

Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />

Para ver y descargar esta revista en formato pdf (5.31 mb):<br />

http://www.mediafire.com/view/e7fu8w7gfp83c1w/<strong>VE</strong>-<strong>JULIO</strong>.pdf


Índice<br />

Una bacteria en un agujero negro (Rafa Sastre) Pág. 1<br />

Versos de sangre (Reca Refojos) Pág. 3<br />

Chichipío (Lidia Castro) Pág. 9<br />

Última función (Nicolás Jarque) Pág. 11<br />

El vuelo del palomo (Eva Franco) Pág. 13<br />

Ríe el hombre (Lucho Bruce) Pág. 17<br />

Desenlace (Lu Hoyos) Pág. 19<br />

El guerrero (David Rubio) Pág. 21<br />

El libro (Ricardo Mazzoccone) Pág. 23<br />

¡Salute! (Rafa Sastre) Pág. 27<br />

Hace tiempo (Alejandro Ramos) Pág. 29<br />

Cuestión de segundos (Amparo Hoyos) Pág. 31<br />

¿Qué se te ofrece? (Jorge Martínez) Pág. 33<br />

Desvergonzada (Aldana Giménez) Pág. 37<br />

El árbol mágico de Irati (Marisol Santiso) Pág. 39<br />

La última de Disney (Caridad Blázquez) Pág. 41<br />

Frente a la tumba (Lucía Uozumi) Pág. 43<br />

Sueños de arena (Malén Carrillo) Pág. 47<br />

Huáscar, el hermano olvidado por la historia (A.Casado) Pág. 49<br />

La perindola (Germán Repetto) Pág. 51<br />

Vacaciones en la casona (Puri Otero) Pág. 53<br />

Diálogo (María Olariaga) Pág. 57<br />

La marmita hirviendo (Pernando Gaztelu) Pág. 61<br />

Nos vemos en Kairos (Concha García) Pág. 65<br />

Dolor (Luis A. Molina) Pág. 67<br />

Por debajo de la puerta (Asun Ferri) Pág. 69<br />

Misión: Olvido (Pilar Descalza) Pág. 71


Helíaco (Faine) Pág. 73<br />

Habitación 321 (Christine Carcosa) Pág. 75<br />

La masía (Eric Grants) Pág. 77<br />

Jaque (José Luis Sandin) Pág. 81<br />

El regalo de cumpleaños (Matilde Lledó) Pág. 83<br />

Carta a Esperanza (Marco A. Torres) Pág. 87<br />

Muñeco de nieve (Nicolás Aguilar) Pág. 89


Una bacteria en un agujero negro<br />

Estáis ante la cuarta revista (quinta si contamos la numerada como<br />

“cero”) que lanzamos a la red para que vuele libre en una realidad<br />

alternativa, en el pobladísimo universo de bytes que nos cerca y engulle,<br />

como un agujero negro haría con la más insignificante bacteria.<br />

Nos sentimos orgullosos de esta nueva entrega, ya que se siguen<br />

sumando grandes autores a un proyecto literario que confiamos<br />

perdure, en primer lugar porque es nuestro y en segundo lugar porque<br />

estamos convencidos de que merece (y mucho) la pena.<br />

Agradecemos desde aquí todas y cada una de las colaboraciones<br />

recibidas y reiteramos nuestra invitación a seguir participando. Ha<br />

quedado ampliamente demostrado que talento y creatividad hay para<br />

dar y regalar.<br />

Sed felices, pero no olvidéis compartir vuestra dicha con los demás.<br />

Y como aconsejaba Chavela Vargas, amad sin mesura. Abrazos.<br />

Rafa Sastre<br />

1


© Eulalia Rubio<br />

2


Versos de sangre<br />

Mateus Felipe – Talita Neres https://www.flickr.com/photos/talitafreak/<br />

“Puedo decirme del amor (que tuve): que no sea inmortal puesto<br />

que es llama, pero sea infinito mientras dure...”<br />

Laura no pudo seguir leyendo. Sus ojos inundados en lágrimas eran<br />

incapaces de resistir el mensaje de aquel poema de amor. Apretó el<br />

papel contra su pecho. Lo apretó con tanta fuerza que las uñas de<br />

queratina, que Daniel le regalara por su cumpleaños, se clavaron en la<br />

piel a través de las letras impresas; como si aquellas estrofas la quisieran<br />

penetrar a través de los poros de su piel.<br />

vez.<br />

- ¿Por qué? ¿Por qué me dejaste sola, amor mío? – Gritó una y otra<br />

3


En la distancia, en el silencio, desde el cielo de Rio, la miraba el<br />

Corcovado. Nadie más. A su lado, a sus pies, un viejo disco de vinilo… El<br />

disco que Daniel escuchaba a cualquier hora, con Antonio Carlo, Vinicius,<br />

Chico Buarque, y los demás: “Olha que coisa mais linda, mais cheia de<br />

graça…”, Garota de Ipanema.<br />

- Daniel ¿Por qué no volviste a casa?<br />

…<br />

Hizo una bola con la hoja de papel y la dejó caer. No fue un<br />

movimiento enérgico, ni tan siquiera nervioso, simplemente la dejo caer.<br />

-----------------------------------------------<br />

“Puedo decirme del amor (que tuve): que no sea inmortal puesto<br />

que es llama, pero sea infinito mientras dure...”<br />

- Sigue leyendo, mami. No te calles ahora.<br />

Noelia no escuchaba a la niña. Agarró el folio con ambas manos. Lo<br />

agarró tan duro que sus uñas traspasaron el papel incrustándose en las<br />

palmas. Aquellos versos la traspasaban hasta lo más profundo de su ser.<br />

Rompió a llorar… No eran sus ojos los que vaciaban sus lágrimas, era su<br />

alma que exprimía la tinta con la que estaba escrito el poema.<br />

Hacía más de un año que aquel policía le entregara el trozo de<br />

papel, junto a una cartera, vacía, un bolígrafo y un llavero, que siempre<br />

llevaba en el bolsillo del pantalón, con la figura del Cristo de Corcovado.<br />

No fue capaz de entrar en el depósito, así que el funcionario le hizo<br />

entrega de sus objetos personales en la puerta del mismo. Mamá Laia se<br />

encargó de reconocer al muerto. Sesenta y dos años de vida en la favela<br />

la habían curtido lo suficiente como para no temer nada ni a nadie.<br />

- No llores más. Tú siempre me dices que Marcos ahora ve todo lo<br />

que hacemos. Si te ve llorar seguro que él llora también.- Noelia agarró<br />

la mano de la pequeña Lucia y forzó una sonrisa.<br />

- Tienes razón, amorcito, no hagamos que se ponga triste y llore.<br />

No queremos que llueva ¿Verdad?<br />

4


Arropó a la niña con la vieja, y única, manta. Las noches<br />

comenzaban a ser frías. Dobló el papel y salió del cuarto.<br />

…<br />

-------------------------------------------------<br />

La puerta del cuarto se abrió asomando por ella la rosada y<br />

sonriente cara de doña Elena.<br />

- Marcio ¿Qué estás haciendo?<br />

Él arrugó el folio y lo dejó sobre la mesa, repleta ya de papeles<br />

arrugados y estrujados.<br />

- Nada, mamá. Intento escribir una historia pero no soy capaz de<br />

darle sentido.<br />

- ¿De qué trata tu historia?<br />

- Aún no lo sé.<br />

- ¿Entonces cómo pretendes escribirla?<br />

Marcio se levantó de la silla, en la mano llevaba un trozo de papel,<br />

roto y sucio.<br />

- Ayer me encontré esto en una esquina de la lavandería de los<br />

esclavos, ya sabes, en el parque Lage.<br />

- Ella agarró lo que le daba y lo examinó. Lo primero que le llamó la<br />

atención fueron las manchas de sangre.<br />

- ¿Qué significa?<br />

- ¿Recuerdas que hace un par de días los paramilitares mataron a<br />

un chiquillo de 17 años? Fue justo allí. Cuando vi el papel y lo leí no pude<br />

entender qué mal pudo cometer alguien tan joven y capaz de escribir<br />

algo tan hermoso.<br />

- Pero esto no está acabado, apenas son unos pocos versos.<br />

- Lo sé, por eso quería imaginarme la historia y contarla.<br />

5


Elena volvió a leer el contenido del trozo de papel.<br />

- Son unas palabras muy profundas, Marcio, hay mucho<br />

sentimiento en esas líneas.<br />

- Eso no es todo, mamá.- Se quitó la camiseta y girándose le mostró<br />

la espalda a su madre. En su omóplato izquierdo, más o menos detrás de<br />

su corazón, tenía escrito un pequeño texto en tipografía árabe.- Me<br />

tatué esto el año pasado ¿recuerdas?<br />

- Sí, no me llegaste a decir la traducción y sabes que no me meto<br />

en tus cosas.<br />

- Mamá, es un verso en árabe antiguo, quiere decir: “La llama de<br />

mi amor, tan mortal, dura hasta el infinito”.<br />

Ella volvió a leer el papel.<br />

- Sí, mamá, es lo que parece…<br />

Elena no dijo nada, se lo devolvió y salió del cuarto. Marcio quedó<br />

unos minutos mirando su mesa, guardo el poema en un bolsillo y salió<br />

también.<br />

Unos días más tarde el muchacho volvió al lugar del parque Lage,<br />

donde encontrara el preciado tesoro del que ya no se separaba ni un<br />

segundo. Su relato iba bien encaminado pero algo en su interior le<br />

empujaba hacia allí, donde todo comenzara. Quería escribir como él lo<br />

hubiera hecho. Ansiaba sentir lo que su alma había sentido. Necesitaba<br />

que su corazón se apasionara con su mismo fuego.<br />

Se sentó en la esquina de la vieja lavandería de los esclavos, en su<br />

mano los versos, estrujados con fuerza. Cerró los ojos y, acurrucado,<br />

dejó que su mente se llenara de él, que su cuerpo se impregnara de su<br />

esencia que, seguro, seguía flotando en aquel rincón.<br />

El ruido de una motocicleta, deteniéndose a pocos metros, le<br />

devolvió a la realidad. Abrió los ojos y vio los cañones de dos pistolas<br />

apuntándole.<br />

6


- ¡Maldito vago, bastardo! ¡Sois la escoria de este país! – Le<br />

gritaron.<br />

… El papel resbaló de su mano ensangrentada.<br />

“Muchacho de 17 años es acribillado por paramilitares en el<br />

parque Lage”, fue el titular del periódico al día siguiente…<br />

Reca Refojos (Vigo, Pontevedra)<br />

7


The best friends – Wojciech Cieslak http://500px.com/Wojciech_C<br />

8


Chichipío<br />

Se decía de él que tenía pajaritos en la cabeza, por ser suaves.<br />

Otros murmuraban que le faltaba un tornillo (pero en realidad era una<br />

cerradura). Todos conocían la historia de Chichipío, el loco lindo del<br />

barrio, que se la pasaba contando fábulas increíbles: que era el segundo<br />

hijo no reconocido de la Virgen María; que había conseguido el brevet<br />

para aviones de combate en la II Guerra Mundial (a pesar de que tendría<br />

unos cuarenta años); que había sido secuestrado por alienígenas, y<br />

después de muchas pruebas dentro del OVNI, le habían insertado un<br />

chip con forma de llave… y esas cosas.<br />

Lo cierto es que al Chichi, vagabundo por propia voluntad, que<br />

vestía una gastada túnica de arpillera, se lo veía siempre seguido por dos<br />

picaflores descoloridos a los que llamaba Chi y Pío, e intentando trepar a<br />

los cables de la electricidad.<br />

Los chicos de la cuadra acostumbrábamos arrojarle piedras hasta<br />

que las madres nos corrían con escobas llamándonos irrespetuosos<br />

porque era un santo.<br />

El Chichi comía lo que encontraba en los botes de basura o lo que<br />

esas piadosas progenitoras le guardaban del día anterior. Después, subía<br />

a un árbol cualquiera y miraba hacia el cielo durante horas, como<br />

esperando.<br />

Pasaron los años. Pero el Chichi no cambiaba. Una tarde me<br />

acerqué a él en la plaza: le llevaba una marmita con pollo cortado y<br />

papas. Le pedí que bajara de la rama para comer conmigo. Con su<br />

sonrisa me indicó que no era peligroso, que no le tuviera miedo. Al<br />

deslizarse, acompañado por los pajaritos, se rasgó un poco la vieja<br />

túnica y me dijo que su madre María, se iba a enfurecer. Lo calmé: la<br />

virgen no se iba a molestar.<br />

Me contó las historias que ya conocía y dijo que le gustaría irse en<br />

la nave espacial de nuevo: allí nadie le tiró nunca piedras. No pude<br />

menos que sonreír, incrédulo.<br />

9


Terminó su comida y mirándome fijamente señaló:<br />

—Ellos me necesitan. ¡Ayúdeme! Precisan la llave para abrir la<br />

puerta del OVNI. Están encerrados desde hace muchos años; nadie me<br />

ayuda. ¡Yo no puedo sacarla porque se desvanece! Está cosida en la<br />

manga de mi túnica.<br />

Muy suavemente, como si fuera un cirujano, arranqué un pedazo<br />

de tela Y ahí estaba la llave que nadie daba por cierta. Se la di.<br />

No cabía en mi asombro; estaba paralizado.<br />

—Gracias. Gracias. Usted es un buen hombre.<br />

Recordé todas las veces que lo había apedreado sin razón y me<br />

sonrojé.<br />

Mientras, Chichipío dejó el banco de plaza donde estábamos y,<br />

seguido por los pájaros, salió corriendo hasta perderse de vista. Una luz<br />

muy fuerte y blanca encandiló todo por un momento.<br />

Sonreí.<br />

Lidia Castro Hernando (Mar del Plata – Argentina)<br />

http://escritosdemiuniverso.blogspot.com<br />

10


Última función<br />

Drama and comedy – Tomás Blanco http://500px.com/TomsBlanco<br />

Aquella noche, ella lloró tras escucharlo y le agarró del brazo. Él<br />

titubeó, la miró perplejo, buscó la indicación del apuntador y, al no<br />

encontrarla, continuó. El público, en vez de reaccionar con las carcajadas<br />

previstas, guardó silencio y, ante un nuevo chiste denigrante, la<br />

emprendió a insultos con el cómico. Desconcertado, él le gritó y ella, por<br />

primera vez, le replicó después de tantos años. Juntos armaron una<br />

escena inolvidable por la cantidad de metáforas que se lanzaron. El<br />

drama fue nuestro por no apreciar el cariz de las mismas hasta que, días<br />

después, aparecieron en todos los periódicos de sucesos.<br />

Nicolás Jarque Alegre (Albuixech, Valencia)<br />

http://escribenicolasjarque.blogspot.com<br />

11


Óleo de Evelyn Carell (http://evelyncarell.artelista.com/)<br />

12


El vuelo del palomo<br />

Una paloma blanca – Ingrid Taylar https://www.flickr.com/photos/taylar/<br />

Fue un día difícil, su cuerpo adolorido necesitaba descansar. Él iba<br />

con su madre rumbo al hospital, cuando un grupo de personas les<br />

impidieron pasar. Se bajaron del autobús y decidieron caminar para<br />

buscar una ruta diferente. En el trayecto, tapizados por un día nublado<br />

que opacaba sus hermosos ojos negros, trató de detallar cada momento<br />

en busca de migajas de alegría, donde sólo veía adversidad.<br />

Caminaron por un largo rato, y en el trayecto, lo primero que le<br />

llamó la atención, fue un conductor que se había pasado la luz roja<br />

provocando un accidente. No obstante, el hombre le gritaba improperios<br />

a la señora que maneja el otro vehículo que él chocó. Ella a su vez se<br />

13


justificaba, porque un anciano cruzó con lentitud la vía, y al tratar de<br />

evitarlo por la prisa que tenía, no lo vio.<br />

Al instante, se formó una gran tranca, las cornetas de los carros<br />

desquiciaban con su impaciencia, y entre gritos y diretes, se terminó de<br />

cogestionar la tarde, que ya con la carga gris que arrastraba su paso<br />

lento, hizo más pesado el aire que necesitaba inhalar su débil corazón.<br />

Su madre se percató de su malestar, y preocupada al verlo tan cansado,<br />

decidió dejarlo en la esquina para buscar un poco de agua en un negocio<br />

cercano.<br />

Desde allí, sentado en la acera, observó como el hombre del<br />

negocio discutía con otra mujer, que le reclamaba por el sobreprecio en<br />

sus artículos, motivo por el que retrasaba la atención a su mamá.<br />

Aturdido por tanta incomprensión, desvió su mirada hacia la otra<br />

esquina, percatándose de lo que nadie en sus descontroladas emociones<br />

advirtió; era un anciano tendido junto a un bote de basura, muy próximo<br />

al semáforo donde comenzó la discusión.<br />

El niño, casi sin aliento, decidió caminar hacia él. Al llegar le ofreció<br />

su ayuda, pero el anciano con una mirada dulce, y humedecida de dolor,<br />

solamente lo tomó de la mano, y le pidió por la libertad de un palomo,<br />

que llevaba en una caja agujereada y atada con un cordel.<br />

El pequeño asustado sin saber qué hacer, con el humo que llegaba de<br />

las calles vecinas, el ruido de las cornetas, y la gente discutiendo,<br />

aturdido sólo comprendía que aquel hombre poco a poco se quedaba sin<br />

aliento, con su mirada perdida en algún recuerdo. Así que tomó la caja y<br />

se fue al centro de la discusión, justo en el lugar del accidente, y desde<br />

allí, frente a todos les gritó:<br />

- ¡Basta! ¡El abuelito necesita ayuda! ¿Qué les pasa? ¿Qué mal<br />

hemos hecho para que se porten así?<br />

La madre del niño al escucharlo y verlo en medio de la calle, corrió<br />

hacia él y lo abrazo. El pequeño con sus ojitos nublados cayó de rodilla,<br />

diciéndole:<br />

14


- Mami… el abuelito se golpeó, míralo, está allá, solito...él tampoco<br />

quiere caminar más…<br />

El niño cansado languideció en los brazos de su madre, que<br />

ahogada en su llanto, pedía ayuda para su hijo. Sin embargo, como<br />

congelados en el tiempo, sólo los miraban en silencio. Fue cuando el<br />

anciano se levantó, extendiendo su mano hacia el niño. El pequeño al<br />

verlo comprendió lo que él quería. Así que desató el cordel de la caja, y<br />

un palomo blanco voló. Alcanzando el alma de aquel hombre, que<br />

acompañado de un ángel dejó una estela de paz en cada lágrima<br />

presente, tatuando de por vida con su amor inocente, sus viejos<br />

corazones impíos…<br />

Eva C. Franco (Isla de Margarita – Venezuela)<br />

15


Laughing – Quinn Dombrowski https://www.flickr.com/photos/quinnanya/<br />

16


Ríe el hombre<br />

…Y el hombre ríe, sin respiro y sin remilgos, con la risa que se sale<br />

de su centro y se expande al universo como estrellas. Con la risa animosa<br />

y descastada, azotando los confines de la pena. Riendo como ríen los<br />

idiotas, que se ríen sin saber de qué se ríen, con la risa de los chicos en<br />

verano que corren presurosos las veredas, jugándole carreras a la vida.<br />

La risa que te sale furibunda, incontenible, plena, sanadora, que te<br />

limpia los túneles del alma, que te vela los ojos, los humecta y le dan ese<br />

brillo tan preciado, ese lustre de caireles en tu puerta. Esa risa que te<br />

inunda, te rebasa, te abre las ventanas, ventila tus ambientes y carga<br />

con ozono y licores de naranja el negro de tus cejas, y que embriaga los<br />

sauces, las praderas.<br />

Ríe sin pensar paralizando el mundo y los segundos, el tiempo que<br />

no corre, los pájaros festejan, se mecen en abrazos las luces y se abrazan<br />

los ángeles de fiesta. Los pulmones que luchan por seguir, por seguir<br />

cantando sin melodía y sin letra, con lo sonidos encantados de los tonos<br />

de su risa. Sus ojos ya no miran, no observan, solo dejan que fluya como<br />

arroyo carcajadas y trinos de simpleza.<br />

Simple y efectivo como bálsamo que le deja las piernas<br />

temblorosas, las manos relajadas, el sentir un momento que el mundo<br />

se desviste y se despliega, a merced de sus caprichos, que puede<br />

mejorar y merecer que su risa le lleve de la mano y voltee lo malo de las<br />

gentes, que cure a los enfermos, que acaricie ancianos, que pare ya las<br />

guerras, que le lleve radiante, nuevo y pleno a tomarse la risa palmo a<br />

palmo, sin miedo de mostrarse tal cual es.<br />

Lo mirarán reír enajenado, se burlarán, dirán que está perdido, que<br />

la razón la dejó en algún hospicio, que habría que encerrarlo y<br />

esconderlo, no vaya a ser cosa que contagie su risa a otras almas y que<br />

juntas conviertan algún día a los infames que destrozan la vida por<br />

monedas, que su risa despierte a otras risas, que tengan más poder que<br />

los soldados, que la alegría tumbe las fronteras, que los malditos y los<br />

necios huyan espantados, que el dinero se disuelva… que solo se<br />

17


compren ya las cosas a cambio de sonrisas, que el alimento se consiga<br />

con abrazos, que te curen a cambio de caricias, que los buenos reciban<br />

los halagos; una moneda que circule sin los bancos, que el dinero se<br />

cambie por afecto, y solo así quizás juntos de la mano los que ríen y<br />

lloran y que sienten sean ricos y no padezcan la miseria, que todo lo que<br />

ganes sea a fuerza de devolver amor, de estrechar manos.<br />

Que entiendan que el tesoro más preciado se encuentra en las<br />

almas, las conciencias, en el canto de jilguero del afecto, en los ojos de<br />

un hombre enamorado, en manitos de bebé, notas de piano, que tus<br />

ojos guardan los diamantes, que brotan de la risa o de la pena, que no<br />

hay oro ni plata en esta vida que valga ni un segundo la condena de<br />

recibir amor a cambio de algún pago.<br />

Lucho Bruce (Mar del Plata – Argentina)<br />

18


Desenlace<br />

Fotografía de Joey L. http://www.joeyl.com/<br />

Cuando bajé a la zona de parking del Pawn Shop y vi su imponente<br />

figura apoyada en un majestuoso coche, supe que no me quedaba<br />

mucho tiempo. Me encomendé a Dios y al diablo y vi mi vida pasar en<br />

un segundo, al tiempo que mi mano se manchaba de la sangre que fluía<br />

a borbotones de mi corazón atravesado por su maldita bala. Pero aún<br />

tuve tiempo de hacer un último disparo.<br />

Lu Hoyos (Valencia)<br />

http://inventariodelucrecia.blogspot.com.es/<br />

19


See me – Rebeca Saray http://500px.com/rebecasaray<br />

20


El guerrero<br />

Jamás dudó de sus palabras. Le prometieron una isla con cien<br />

mujeres, y allí estaban: todas para él.<br />

Al poner pie en la arena, miró al cielo y abrió los brazos como<br />

muestra de agradecimiento. A continuación, comenzó a correr al<br />

encuentro de aquellas diosas desnudas que, con una sonrisa<br />

complaciente, lo esperaban en la playa.<br />

Enloqueció de lujuria al verse rodeado de tanta belleza, joven y<br />

virginal. ¿Con cuál pasaría la noche? ¿Tal vez con una de cabellos de<br />

oro? ¿O, tal vez, con la de piel de ébano? Finalmente, distinguió una<br />

hermosa morena, parecida a un antiguo amor que le abandonó. Sin<br />

duda, sería la primera.<br />

Se abalanzó sobre ella con ansiedad, pero observó horrorizado<br />

como sus brazos la atravesaban, igual que a un pensamiento.<br />

Desconcertado, se volvió hacia las demás y, con un braceo nervioso,<br />

buscó el contacto de sus cuerpos, pero sus manos, etéreas, fueron<br />

incapaces de sentir la suavidad de su piel ni el calor de sus carnes.<br />

Abatido, se arrodilló y, por primera vez, se cuestionó su sacrificio.<br />

Y seguiría haciéndolo.<br />

Eternamente.<br />

David Rubio (Sant Adrià de Besòs, Barcelona)<br />

http://elreinorobado.blogspot.com.es/<br />

21


Sirius – Inês Matos http://500px.com/slayra<br />

22


El libro<br />

Martín se sirvió un whiskey, tomó el extraño libro que había<br />

encontrado en el escritorio y se sentó sobre la cama dispuesto a leerlo.<br />

Inquieto.<br />

“El beso eterno del amor sellaba el encuentro de estas dos almas<br />

que desde los orígenes estaban unidas al mismo tiempo que la luz de la<br />

luna entraba por la ventana de la cabaña, solitaria en aquella montaña,<br />

las estrellas brillaban con pasión en el cielo profundo, las luciérnagas<br />

dibujaban flores en el aire y la suave brisa acariciaba la piel desnuda.”<br />

Se estremeció, no pudo evitar cerrar los ojos y sentirse ese hombre<br />

amado por aquella mujer. Sus sensaciones eran muy fuertes. Su<br />

imaginación estalló con una noche plena de amor. La ansió con todas las<br />

fuerzas.<br />

-¿Pues qué me pasa por Dios? ¿Qué tiene de distinto esta historia<br />

de otras tantas que he leído?<br />

Intentó recomponerse. Caminó nerviosamente por el cuarto, salió<br />

del mismo, abrió sigilosamente la puerta de la habitación de su hijo<br />

Tomás para cerciorarse que no había llegado, la cerró, se sirvió otro<br />

whiskey y continuó con la lectura.<br />

La muerte de la protagonista lo sumió en una enorme tristeza. Sus<br />

últimas palabras fueron:<br />

“Mi amor, no llores por favor, la muerte no existe, la muerte no<br />

nos separa, nos prepara para una nueva vida. Te encontraré, me<br />

encontrarás, nunca nos separaremos, estamos juntos desde siempre y<br />

para siempre mi amor.”<br />

-¡Basta por favor! ¿Qué diablos me pasa… cómo alguien puede<br />

escribir así y emocionarme de la forma en que lo está haciendo? Tengo<br />

que conocerla.<br />

23


Pero al decir esto algo sucedió. La más profunda oscuridad se<br />

apoderó del cuarto, no podía ver absolutamente nada. Se quedó<br />

sentado en la cama sin moverse. De pronto una exquisita fragancia<br />

inundó la habitación. Y sintió como unos labios cálidos y húmedos se<br />

posaban sobre los suyos. Se dejó llevar por aquellas maravillosas<br />

sensaciones. Y comenzaron a prodigarse los besos más apasionados con<br />

la misteriosa mujer, aunque aquella boca no le resultaba del todo<br />

desconocida.<br />

Sintió en su pecho el calor de unos senos desnudos, suaves como<br />

las alas de una mariposa lo que le permitió perder sabiamente el control.<br />

Buscó los pezones para besarlos, mimarlos, acariciarlos con extrema<br />

dulzura. Comenzó a recorrer el cuerpo de ella con su lengua hasta llegar<br />

a su mundo de placer, la vagina, exquisita como un pétalo de rosa.<br />

Siguió recorriendo sus larguísimas piernas hasta llegar a los pies<br />

para luego regresar con una magnifica energía y adentrarse suave pero<br />

firmemente en las entrañas de la mujer y ser solo uno en el Universo.<br />

Los gemidos de placer eran musicales. La petite mort llegó en medio de<br />

húmedos besos empapados de amor. Había regado con su simiente el<br />

interior de su amada colmándola de estrellas.<br />

Se siguieron prodigando caricias hasta que de pronto y muy<br />

lentamente comenzó a hacerse la luz.<br />

La miró a los ojos y la reconoció; era la protagonista de la historia<br />

de amor que estaba leyendo.<br />

Allí se dio cuenta que él era el otro protagonista y que Florencia,<br />

ella, había venido a buscarlo…<br />

Tomás llegó a su casa al amanecer. Al pasar por la puerta del<br />

cuarto de su padre vio que estaba entreabierta y se asomó para saber<br />

que todo estuviera en orden.<br />

Mas no estaba. Entró para cerciorarse y no lo encontró; buscó en el<br />

resto de la casa también.<br />

24


Regresó a la habitación y vio un libro sobre la cama. Lo tomó y al<br />

hacerlo cayó una hoja. La letra era de Martín y decía:<br />

“Sé que no lo creerás si te lo explico, así que tan solo mira la<br />

ilustración al final del libro y libera tu imaginación. Te amo hijo y saluda a<br />

tu madre de mi parte. Adiós”.<br />

Sumamente confundido hizo lo que le pedía. La imagen lo dejó<br />

confundido, quedó así unos minutos hasta que sonrió; había entendido.<br />

En la ilustración, una bella mujer y un hombre desnudos en una<br />

cabaña…<br />

…El beso de ella lo despertó. La brisa cálida de la montaña que<br />

entraba serenamente por las ventanas, el sol que con sus rayos<br />

iluminaba el cuarto de la casa, los perfumes silvestres que se esparcían<br />

en cada rincón del mismo y Florencia, ofreciendo su magnífica desnudez,<br />

lograron que el momento se eternizara, ese momento viviría para<br />

siempre. Eran inmortales, como el Amor.<br />

Ricardo Mazzoccone (Buenos Aires, Argentina)<br />

http://ricardomazzoccone.blogspot.com<br />

25


Herbert Ellis<br />

http://www.weirdpalace.com/vintage-photos-of-criminals-from-20th-century/<br />

26


¡Salute!<br />

Herbert Ellis fue siempre un buen, fiel y disciplinado soldado. Su<br />

única deficiencia, carecer de origen italiano. Pero ya dicen que nadie es<br />

perfecto, y os garantizo que en nuestro negocio esa ley se cumple<br />

inapelablemente. Jamás me faltó al respeto, cumplía con rapidez y<br />

pulcritud todos los trabajos que le encomendaba y se cuidaba de poner<br />

en solfa cualquiera de mis decisiones, por equivocadas que pareciesen.<br />

No discutía por los emolumentos y mantenía una vida privada muy<br />

conveniente para los intereses de la familia, con la que estaba<br />

comprometido hasta la médula. A Ellis lo descubrí muy joven, hace<br />

ahora más de treinta años, en un lupanar del West End; vigilaba que los<br />

clientes conservaran la debida compostura con las chicas y retribuyesen<br />

sus servicios de forma exacta y puntual. A pesar de su severa apariencia,<br />

no era un matón al uso: se declaraba un apasionado del diálogo aunque<br />

a veces, cuando las discusiones desembocaban en un callejón sin salida,<br />

sus obstinados interlocutores terminaban con algún hueso roto, un<br />

agujero en la tripa o sencillamente fiambres. Porque Herbert Ellis,<br />

además de fuerza física e inteligencia, disponía de una cualidad de la que<br />

muchos adolecen, tenía criterio, amigos, y sabía cuándo alguien merece<br />

o no seguir respirando.<br />

Nuestro querido Herbie era también un hombre de principios. No<br />

sólo detestaba la religión, tampoco creía en Dios. Recuerdo que en cierta<br />

ocasión me aseguró que, si se lo encontraba en el otro barrio, le invitaría<br />

a unos tragos en compensación a todas aquellas veces en las que le<br />

maldijo. Apuesto a que necesitará más de una destilería para poder<br />

saldar esa deuda con el Creador.<br />

Pocos de vosotros sabéis que estuvo a punto de cumplir la ilusión<br />

de intervenir en una película de Hollywood. Intercedí por él ante un<br />

empresario de la industria del cinematógrafo, pues daba el perfil de<br />

malvado que la mayoría de los films requieren. Sin embargo, poco antes<br />

de debutar junto a Broderick Crawford, Veronica Lake y otros peces<br />

gordos, fue condenado a tres años por robo con allanamiento. Cuando<br />

salió de la trena, ya no volvió a mencionar aquel sueño.<br />

27


Hoy Herbie nos dice adiós, la tierra de la que vino cubrirá su<br />

féretro, pero este gran colega permanecerá siempre en nuestros<br />

corazones. Y no sólo en los nuestros, también en los de quienes lo<br />

asesinaron, porque ya he ordenado que las balas que los atraviesen<br />

lleven grabado el apellido Ellis. De esa forma, el diablo no necesitará más<br />

referencias y sabrá administrar a esos traidores el castigo que merecen.<br />

Finalicemos este acto como él hubiera deseado que lo hiciésemos.<br />

Alcemos nuestras copas y brindemos por los magníficos momentos<br />

compartidos con ese fenómeno llamado Herbert F. Ellis. ¡SALUTE!<br />

Rafa Sastre (Valencia)<br />

http://rafasastre.blogspot.com<br />

28


Hace tiempo<br />

Untitled – José Luis Piña http://500px.com/PinnaPhotography<br />

Hace tiempo que morí en tu sonrisa,<br />

asesinado a traición por un beso,<br />

por unos labios tan suaves<br />

que deberían ser considerados no sólo arma blanca,<br />

sino de todos los colores<br />

que robaste del arcoíris en ese instante.<br />

Hace tiempo que deambulo como alma en pena,<br />

rondando por tu boca, cuello, pecho, y espalda;<br />

arrastrando mis cadenas,<br />

mis dudas y certezas hechas añicos,<br />

fundidas por una piel que irradia fuego al contacto,<br />

por unos ojos que quemaron todos mis miedos.<br />

29


Hace tiempo que hago apariciones repentinas,<br />

imitando lo que era en vida,<br />

volviendo donde ya no me llaman.<br />

Hace tiempo que he cambiado<br />

y no sólo por la muerte,<br />

he cambiado por la vida.<br />

Hace tiempo que he estado atascado<br />

en este mundo de muertos,<br />

pues para vivir necesito de nuevo esa mirada,<br />

la que regalas después de un beso,<br />

acompañada de una sonrisa tímida<br />

en la que se mira que vuelves a tu infancia.<br />

Hace tiempo necesito del suspiro<br />

que me robas en las noches de insomnio,<br />

y con ese viento preparo el vuelo sobre tu cielo.<br />

Manuel Alejandro Ramos Ayala (Naica, México)<br />

http://chatomusik.blogspot.mx<br />

30


Cuestión de segundos<br />

Nos encontramos en un arrinconado y sucio antro. En la barra, un<br />

puñado de tipos enjutos nos miraron sin inmutarse. Escogimos una mesa<br />

apartada. Un desaliñado camarero se acercó y Benítez, sin consultarme,<br />

pidió dos whiskies.<br />

Era la segunda vez que nos veíamos. Nos examinamos con astucia.<br />

El brillo punzante de la traición centelleaba en nuestras pupilas. Él, un<br />

zorro viejo. Yo, algo más joven y temerario, quizás. Me llevé el vaso a los<br />

labios y di un trago; el sabor acre del licor barato arañó mi garganta y<br />

carraspeé. Benítez se movió en la silla y vi la culata de su revólver.<br />

Advertí cómo deslizaba su brazo derecho hacia algún rincón de su<br />

cuerpo y, sin parpadear, agarré mi pistola y le disparé entre los ojos. Me<br />

acerqué, no tenía pulso y tanteé: un sobre amarillento con dinero que<br />

guardé en mi chaqueta, en su costado derecho, el arma.<br />

- Gracias. Lárguese, nosotros nos ocupamos.<br />

Amparo Hoyos (Valencia)<br />

31


"Satan, Don't Get Thee Behind Me!" (1872) - Cornell University Library<br />

32


¿Qué se te ofrece?<br />

Julián, padre de familia, pertenecía al cada vez más numeroso<br />

grupo de los que no tienen dónde ganar algo de dinero y sus muchas<br />

deudas lo desesperaban de fea manera.<br />

Habiendo dejado solicitudes de empleo en diversas fuentes de<br />

trabajo, los encargados del personal prometían llamarlo en cuanto<br />

hubiese una vacante, lo que nunca sucedía.<br />

Por investigaciones minuciosas de los vecinos, se sabía que el<br />

hombre le debía al malmodoso de la tienda de la esquina; que tenía<br />

muchos abonos atrasados en una caja popular, en Coppel, en Elektra, y<br />

según testigos dignos de fiar, les debía dinero hasta a los que venden<br />

agua en garrafón.<br />

Era del dominio público que había ido a todas las casas de empeño,<br />

en donde, por un poco de dinero les había dejado hasta el anillo que le<br />

había puesto en el dedo a su mujer cuando se casaron, de lo que ya<br />

habían transcurrido algunos años.<br />

Así las cosas, una noche, en el cuarto donde dormía toda su familia,<br />

nervioso se paseaba Julián, pues a la cama no lo enviaba el sueño, y muy<br />

avanzada la noche, cerrando la puerta con extremas precauciones para<br />

que nadie despertara, salió al corral, en donde lo aturdió el metálico<br />

ruido del viento que se filtraba entre las hojas del granado, y parándose<br />

bajo sus ramas levantó los brazos, apretó los puños, respiró profundo,<br />

tragó tantita saliva, pegó las pestañas y gritó:<br />

-¡Diablo… Demonio… Lucifer… Si es cierto que existes, como dice el<br />

Padrecito en las misas del domingo, aquí te espero! ¡Quiero proponerte<br />

una tratada! .<br />

Pasaban los minutos y nada sucedía; todo estaba impregnado de<br />

silencio revuelto con murmuraciones de animales de corral.<br />

33


Las atrevidas invocaciones al enemigo malo se repitieron en las dos<br />

siguientes noches, pero a la cuarta, ya no salió Julián, sino que se quedó<br />

en la cama.<br />

-¿Para qué seguir rogándole que se me aparezca? ¡A lo mejor ni<br />

existe ese desgraciado! –se dijo, desilusionado, con los ojos fijos en los<br />

morillos del techo que sostenían las tejas, al no llegarle el sueño, pues lo<br />

atormentaban, como siempre, los muchos pagos de dinero que debía de<br />

hacer, y el fracaso de su último intento para conseguirlo.<br />

Esa noche, roncaban su mujer y sus hijos, cuando la puerta de<br />

madera que daba a la calle empezó a chirriar, abriéndose con lentitud<br />

para dejar pasar a un sujeto vestido elegantemente, que se plantó en el<br />

centro de la recámara.<br />

-¡Ya vine! ¿Qué quieres? –.<br />

-¡Que qué se te ofrece! ¡Soy el diablo!<br />

Y como el hombre no le respondiera, dijo, a voz en cuello y<br />

enojado:<br />

-¿Con que no me crees que soy el mismísimo demonio? ¡Bueno,<br />

ahorita mismo me verás tal y como soy!<br />

Fue cuando, haciendo a un lado la cobija y después de un gran<br />

esfuerzo, el hombre pudo abrir la boca y expresar, muy asustado:<br />

-¡No, no lo hagas… Te creo, te creo!<br />

-¿Para qué me quieres?<br />

-Para… Para… El dinero… Que necesito…<br />

-Está bien; tendrás mucho, pero ya debes de saber las condiciones.<br />

-¡Sí, sí, que son a cambio de mi alma empecatada!<br />

-¡Efectivamente, amigo; me ahorras una detallada explicación!<br />

Y en un pestañear desapareció el rey de las tinieblas, dejando un<br />

tufillo a pelos de puerco metido en un cazo de cobre con agua hirviendo.<br />

Desde entonces Julián tuvo dinero a manos llenas; sus amigos,<br />

parientes y vecinos afirmaban que se había sacado el premio mayor de<br />

34


la lotería nacional del diez de mayo; otros aseguraban que lo que había<br />

ocurrido era que tumbando adobes de un cuarto viejo que ya no servía<br />

ni como guarida de ratones, se había encontrado una olla repleta de<br />

monedas de oro.<br />

El caso fue que Julián pagó sus muchas deudas; que le dio su dinero<br />

al de la tienda, al del agua purificada en garrafón y al carnicero; que<br />

recuperó las cosas empeñadas, aunque, sin saberse bien a bien por qué,<br />

dejó que se perdiera el anillo que le había puesto en el dedo a su mujer<br />

cuando se casaron.<br />

Sin embargo, una tristeza inextinguible no lo dejaba en paz; se<br />

exasperaba al pensar que en cualquier momento el diablo podría llegar<br />

por él, como efectivamente sucedió una noche, lúgubre a causa del<br />

tenebroso silbar del viento en el corral.<br />

El demonio, después de entrar sigilosamente a la recámara de<br />

Julián, se lo echó a la espalda, enredándole los pies entre los afilados<br />

cuernos, amarradas las manos con la peluda y larga cola, y calle abajo se<br />

lo llevó a zancada larga.<br />

Mas, como el hombre lanzaba espeluznantes gritos, no los soportó<br />

el demonio, que lo arrojó en un lodacero, diciéndole, irritado:<br />

-¡Eres un collón, amigo! Tenía pensado inscribirte como ciudadano<br />

distinguido del averno, pero, siendo tan cobarde, mejor aquí te dejo;<br />

para nada me servirías en el infierno, y de la cuenta, te la perdono, no<br />

me debes nada, pues has de saber que el dinero no es más que mi<br />

excremento.<br />

Jorge Martínez (Sahuayo de Morelos, México)<br />

35


Untitled - Katerina Plotnikova http://500px.com/katerina_plotnikova<br />

36


Desvergonzada<br />

¡Deje de comerse las uñas!<br />

Señorita, es usted muy burra,<br />

tiene malos modales<br />

y es hora que cambie.<br />

¡Siéntese derecha!<br />

¡No se ría en la mesa!<br />

Jovencita ¿Cuándo va a aprender,<br />

a comportarse como una mujer?<br />

Hoy llegará el joven Corrado,<br />

y usted debe enamorarlo,<br />

así que pellizque sus mejillas<br />

y póngase bonita.<br />

-¡Pero señora, yo no quiero!<br />

¡Déjeme jugar en el suelo!<br />

luego tendré tiempo para esas cosas,<br />

pero aún no siento que sea la hora.<br />

-¡Niña desvergonzada!<br />

¿Cree que quince años no es nada?<br />

ya debería empezar a adelgazar,<br />

porque el vestido no le va a entrar.<br />

Aldana Giménez (Mendoza, Argentina)<br />

37


Fairy Tale Path – Notis Stamos http://500px.com/notisstamos<br />

38


El árbol mágico de Irati<br />

Dicen que en la selva de Irati, en Navarra, existe un árbol mágico<br />

que está custodiado por una hada blanca, y que en sus entrañas hay<br />

montañas de caramelos, ríos de leche, un lago de chocolate y una casa<br />

encantada en la que habitan desde hace siglos dos hermanas gemelas,<br />

que aún esperan la llegada de sus padres. Se cuenta que si te acercas a<br />

él, despacio y en silencio, puedes oír sus risas.<br />

Cuenta la leyenda que su madre, una noble francesa, se enamoró<br />

de un campesino aragonés. Que los padres de ella, al enterarse de sus<br />

amoríos, la enviaron a un convento de La Provenza para que le olvidara,<br />

pero la noble languidecía de amor y en vez de olvidarle se abrasaba en<br />

las llamas del deseo.<br />

Dicen que el aragonés, cuando se enteró del destino de su amada,<br />

emprendió un largo viaje a pie para rescatarla. Y que una noche sin luna,<br />

cuando atravesaba los Pirineos por Roncesvalles, apostado en una cueva<br />

al abrigo del gélido viento, vio unas luces que titilaban no muy lejos de<br />

donde él se hallaba y creyendo que se trataba de algún caminante<br />

perdido entre las nieves eternas de las cumbres, salió en su búsqueda. Al<br />

llegar, no daba crédito a lo que veía; una mariposa atrapada en una red<br />

era la que emitía tal luminiscencia. Se apiadó de aquella pequeña<br />

criatura. Sacó su cuchillo y rasgó la red para liberarla de su cautiverio. En<br />

el mismo instante que la mariposa salía de su prisión, se transformó en<br />

una hada blanca y dos lágrimas de agradecimiento rodaron por sus<br />

mejillas, solidificándose y convirtiéndose, una en oro, la otra en<br />

obsidiana. Se las regaló al aragonés, el oro su recompensa, la obsidiana<br />

su llamada; ella acudiría cuando él la necesitara. Volvió a transformarse<br />

en mariposa y se alejo con un vuelo magistral hacia su selva. Él,<br />

incrédulo, se guardó las piedras en su taleguilla.<br />

Cuentan que cuando llegó al convento no le dejaron pasar y que<br />

cuando ya había perdido toda esperanza de recuperar a su amada, una<br />

tarde de fina lluvia apareció una anciana que arrastraba tras de sí un<br />

cesto lleno de víveres para las hermanas. Él se prestó rápido a llevarle el<br />

39


cesto hasta la puerta y por el camino le contó su desdicha. La anciana,<br />

con una sonrisa malévola, se ofreció a ayudarle pero a condición de que<br />

le entregase a su primer vástago en el día de su décimo cumpleaños. El<br />

aragonés aceptó.<br />

Dicen que esa misma noche los dos amantes se reunieron en un<br />

claro del bosque y bajo las estrellas sellaron su amor, ignorando que<br />

desde un árbol cercano eran observados por la bruja anciana convertida<br />

en lechuza. Al alba emprendieron el camino de regreso en busca de<br />

tierras donde asentarse.<br />

Cuentan que con el oro compraron un castillo en el señorío de<br />

Ochagavía y que pronto se llenó con las alegrías de un par de gemelas<br />

idénticas que nacieron al poco tiempo de llegar, proporcionando una<br />

gran felicidad a la pareja. Y así fueron pasaron los años.<br />

Dicen que en la fiesta del décimo cumpleaños de las niñas llegó una<br />

anciana de lejos, arrastrando tras de sí un cesto lleno de regalos. Cuando<br />

el aragonés la vio, se acordó de aquella estúpida promesa que hacía<br />

años había hecho. Lloró desolado porque no podía faltar a su<br />

compromiso, pero quería tanto a sus niñas que no iba a ser capaz de<br />

cumplirla.<br />

Buscó a su mujer para contárselo. Ella asustada, subió a las niñas a<br />

la almena mayor para esconderlas pero la anciana, convertida en águila,<br />

ya las estaba esperando e intentaba picotear a la madre cuando llegó el<br />

padre con la obsidiana en la mano.<br />

Cuando la bruja vio sus intenciones intentó atrapar a las dos niñas,<br />

en el mismo instante en el que aparecía un ejército de mariposas<br />

blancas que se las llevó al árbol mágico de las hadas de Irati.<br />

Enfadada la bruja por el engaño, se convirtió en huracán arrasando<br />

el castillo con su furia y haciendo desaparecer a todos los que estaban<br />

dentro.<br />

Cuentan que, desde entonces, todas las noches del diez de agosto<br />

se oyen los lamentos de aquellos que perecieron y que el cielo se<br />

ilumina de estrellas fugaces en su recuerdo.<br />

Marisol Santiso Soba (Madrid)<br />

40


La última de Disney<br />

Fotocomposición de Dashu Pagla https://www.flickr.com/photos/dashupagla/<br />

Allí sigue, en silencio, acumulando polvo, junto al proyector de<br />

cine, el barco pirata y la nave espacial… parece mentira que este<br />

importante avance de la ciencia pudiera quedar arrumbado en un<br />

desván. Lo cierto es que después del terremoto todo se descontroló y el<br />

experimento cayó en el olvido. Lástima, todo ese potencial<br />

desperdiciado…<br />

Y es que la ciencia siempre ha tenido en sus comienzos esa fase<br />

clandestina que escapa a la moral de la época, que impide avanzar.<br />

Suerte que los científicos son por definición unos valientes que desafían<br />

lo establecido.<br />

Lo cierto es que allí quedo el pobre Walt, criogenizado y a la espera<br />

de que otro loco de la ciencia decidiera arriesgar su carrera y<br />

descongelarlo al fin.<br />

Caridad Blázquez (Cartagena, Murcia)<br />

41


Sadness – Thomas Lieser https://www.flickr.com/photos/onkel_wart/<br />

42


Frente a la tumba<br />

La mañana era<br />

tormenta.<br />

fría y gris, gruesos nubarrones anunciaban<br />

El lugar estaba totalmente solitario, abandonado y descuidado, la<br />

maleza crecía por doquier.<br />

Llegó muy temprano, a eso de las 8 de la mañana, con el rostro<br />

compungido, la mirada apagada, abundantes lágrimas rodaban por su<br />

rostro. Traía en sus manos un ramillete de flores que depositó con sumo<br />

cuidado en florero que tenía para tal propósito, lo llenó con agua y<br />

procedió a quitar las hierbas que crecían en la tumba de su amado.<br />

Estuvo largo rato hablando con él.<br />

Fuertes sollozos estremecían su cuerpo, cabizbaja lloraba<br />

desconsolada. Se evidenciaba que padecía una profunda pena. Después<br />

sacó un sobre de su bolso y lo colocó con ternura debajo del florero.<br />

Pasados 20 minutos se alejó por el mismo lugar por donde había<br />

llegado.<br />

Yo, que estaba desde temprano y había presenciado la escena, no<br />

pude resistir la tentación de leer la carta que aquella hermosa y triste<br />

joven había dejado para él.<br />

Me acerqué con sigilo, me sentí como un ladrón hurgando en la<br />

intimidad de los demás, acallé mi consciencia diciéndome que los<br />

muertos no pueden leer.<br />

ser.<br />

Me acerqué, la abrí y empecé a leer.<br />

Decía así:<br />

Al hombre que algún día me amó.<br />

Has sido el amor de mi vida, siempre presente en cada fibra de mi<br />

En cada pensamiento, en cada sueño, en cada ilusión, en cada<br />

despertar, en cada anochecer.<br />

43


En las estrellas que miro desde mi ventana, en la luna que se asoma<br />

temerosa y en el sol de mi mañana. En el piar de los pajarillos que<br />

alegres cantan de madrugada cerca de mi balcón.<br />

En el viento fresco que mece mis cabellos y acaricia mi piel, en la<br />

suave brisa de mar que me acompaña, en el rugir de las olas, en el azul<br />

del mar, en el atardecer, en el ocaso que pinta las montañas azuladas<br />

desde la roca junto al mar donde me siento a pensar en ti.<br />

En las aves marinas que cruzan el firmamento y visten el cielo de<br />

bellos colores, de gozo y algarabía.<br />

En la playa que te recuerda, en los paseos que compartimos. En las<br />

cabañas de la playa donde me siento a escribirte y a fantasear contigo.<br />

En ese lugar mágico donde me sentí conectada con todo y contigo.<br />

Donde sentí un amor inmenso por ti, en el bosque hermoso y mágico, con<br />

el río cantarino y naturaleza exuberante, donde el paisaje es digno del<br />

más bello cuadro para conservar en la memoria del más diestro pintor.<br />

En los rostros que veo pasar, en cada sonrisa te busco, en cada<br />

sueño, en cada historia, en cada cosa que hago, en todo momento.<br />

En cada abrazo que deseo, en cada caricia que ansío, en cada beso<br />

que no llega, en mi soledad y en mi destino.<br />

Ese es el hombre que algún día me amó. El está y vive en mi<br />

corazón por siempre.<br />

El es el amor mío, de mi alma, mi sol, mi estrella, mi todo.<br />

Gracias ángel mío por haber llegado a mi vida.<br />

Por la oportunidad de reconocernos y reencontrarnos.<br />

Por el amor que me brindaste, por ser sensible y amoroso.<br />

Por protegerme y hacerme madre nuestro hijo que la vida no<br />

permitió tener, pues los arrancó tan pronto de mis brazos.<br />

Por todos los sueños compartidos, por vibrar conmigo, por amarme<br />

tanto, acompañarme y permitir que yo te amara.<br />

Por abrazarme y darme tu calor, por entender como nadie mi<br />

corazón enamorado.<br />

44


Por nuestra cabaña en la playa junto al mar, con su chimenea,<br />

nuestras sábanas blancas, nuestras caricias, por la dulzura, el amor y lo<br />

que has significado para mí.<br />

Gracias amor mío.<br />

Espérame hoy, espérame ahora. Cuando llegue, dame tu mano y<br />

hazme saber que he llegado a casa, a tus brazos, para estar juntos<br />

eternamente.<br />

Alejandra.<br />

Al terminar de leer, no sabía qué hacer, las emociones me podían,<br />

corrí a la estación de policía y le di a leer la carta al oficial que me<br />

atendió, y le expresé mis temores.<br />

Horas después, el cuerpo de una hermosa joven fue encontrado sin<br />

vida en una playa de aquella ciudad.<br />

Lucía Uozumi (Miyazaki, Japón)<br />

http://www.mishumildesopiniones.com/<br />

http://luciauozumi.com/<br />

45


Sin título - Foto de Tomasz Dunn https://www.flickr.com/photos/tdd/<br />

46


Sueños de arena<br />

Mi hermana Eva es una soñadora impenitente. Ya de pequeña mis<br />

padres le prohibieron ir al cine porque se creía todo lo que veía.<br />

Sabíamos que algo no funcionaba bien en su cabeza, pero en aquella<br />

época no se le dio mayor importancia. De jovencita, seguía soñando.<br />

Más de una vez he tenido que ir a buscarla a los lugares más recónditos<br />

del planeta porque no quería regresar a casa. La última vez, el percance<br />

fue en la India, ella ya había sobrepasado la veintena, y ya estaba casada<br />

con un hindú cuando llegué yo a recogerla.<br />

Todos pensamos que había superado esa tendencia ensoñadora<br />

cuando nacieron sus hijas. Creímos que se había vuelto una persona<br />

cabal y responsable. De hecho, ya no sentía el impulso de dejarlo todo.<br />

Ahora sus hijas han crecido y son mayores, pero hará cosa de un<br />

mes me llamó mi sobrina mayor para decirme que no había regresado<br />

de su periplo por el desierto del Sahara.<br />

¿Cómo la habéis dejado viajar sola?<br />

Yo sí la he encontrado, siempre sé seguir su rastro tras los senderos<br />

como un explorador. Conozco sus gustos y motivaciones porque son los<br />

míos. No ha hecho falta que me convenciera, me quedo a vivir aquí con<br />

ella, en el Atlas, junto a la gran duna, tras las huellas de los hombres<br />

azules.<br />

Malén Carrillo, “Maga” (Sóller, Mallorca)<br />

http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es<br />

47


Estatua del Inca, Plaza de Armas en Cusco (Perú) – Silvia Quoos<br />

http://500px.com/silviaquoos<br />

48


Huáscar, el hermano olvidado por la historia<br />

A la muerte del inca Huayna Cápac y de su heredero (al parecer por<br />

culpa de la viruela) los hermanos Huáscar y Atahualpa se disputaron el<br />

imperio de su padre. Lo que ninguno de los dos sospechaba era la<br />

llegada de una amenaza mucho mayor para la integridad territorial: los<br />

conquistadores españoles, al mando de Francisco Pizarro.<br />

Huáscar era uno de los doscientos hijos de sangre de Huayna<br />

Cápac. Fue designado como sucesor para la regencia de Cuzco por los<br />

orejones (nobles de sangre real). Aceptó que su hermano Atahualpa<br />

fuera vicegobernador de Quito y su zona de influencia.<br />

Los intentos de derrocarlo fueron muchos, unas veces protagonizados<br />

por alguno de sus muchos hermanos (a algunos los mandó matar bajo la<br />

acusación de delito de traición) y otras por el levantamiento de sus<br />

generales. Sin embargo, debido a que no confiaba en nadie, creó un<br />

enrevesado pero efectivo aparato de espionaje. Gracias a sus servicios<br />

secretos, equiparables a la actual CIA o al Mosad (servicio de inteligencia<br />

israelí) pudo evitar varios atentados contra su vida.<br />

Huáscar se consideraba, al igual que sus antepasados, un dios<br />

descendiente del sol. Como tal, era inmortal y dotado de amplios<br />

poderes sobrenaturales, o eso creían sus engañados súbditos. La<br />

arrogancia, y por qué no decirlo, la autocomplacencia de los incas, era<br />

tal que fueron masacrando a cuanta etnia o pueblo encontraron a su<br />

paso, con el solo pretexto de considerarlos seres inferiores, hasta forjar<br />

uno de los mayores imperios que hayan existido.<br />

Huáscar se casó con una de sus hermanas, siguiendo la tradición de su<br />

pueblo, pero gozó de cientos de concubinas que le dieron otros tantos<br />

hijos, nuevas bocas que alimentar. Era despiadado con sus enemigos: o<br />

los asesinaba o los esclavizaba de por vida. Bajo su reinado el Cuzco se<br />

hizo más fuerte si cabe, mas las intrigas palaciegas también fueron en<br />

aumento. No permitía tener bajo su mismo techo a ningún varón, salvo<br />

sus hijos menores, pues tenía pánico a ser traicionado. Así, escogió a una<br />

guapa doncella como consejera, aunque en realidad lo hizo más por<br />

49


mantener el cargo que por otra cosa, pues él no se dejaba aconsejar por<br />

nadie y tomaba unilateralmente las decisiones, fuesen de gobierno o<br />

familiares.<br />

Resultó que la voluptuosa y seductora consejera era una de las<br />

muchas amantes de Atahualpa, a quien mantenía bien informado de<br />

cuanto se cocía en la Corte de su hermano. La dama, además de<br />

consejera, se convirtió en la concubina preferida por Huáscar, tanto que<br />

relegó a todas las demás a un segundo plano. Lo cierto es que los<br />

encantos de la dama le volvían loco, pues su belleza no era comparable a<br />

ninguna otra del imperio, quizá debido a sus raíces helenas; de ahí que la<br />

llamase a menudo: mi diosa griega.<br />

Pero su diosa resultó ser su sentencia, pues desempeñó un papel<br />

primordial en el enfrentamiento final contra Atahualpa en la lucha por el<br />

imperio inca, ya que a través de un emisario de confianza, desveló la<br />

posición que las tropas de Huáscar tendrían en el campo de batalla.<br />

Huáscar fue derrotado y hecho prisionero.<br />

Descalzo y atado por el cuello fue conducido a presencia de su<br />

hermano, quien no quiso verlo y ordenó su asesinato. Su cuerpo fue<br />

arrojado al río Yanamayo, mas Atahualpa no pudo celebrar la victoria<br />

por mucho tiempo, pues pronto Pizarro lo derrotaría y ajusticiaría en la<br />

ciudad de Cajamarca.<br />

Triste final para dos reyes, dos dioses y dos hombres sin escrúpulos,<br />

pues uno murió a manos de su propia sangre, y el otro, por las de un<br />

extranjero al que acompañaban menos de doscientos harapientos<br />

hombres, pues así los definieron en un primer momento.<br />

El autor de este relato, mitad real y mitad ficción, lo escribe desde<br />

Trujillo, ciudad fundada por Francisco Pizarro, un nuevo dios para<br />

aquellas gentes.<br />

Alberto Casado Alonso (Trujillo, Perú)<br />

50


La perindola<br />

Estaba sentado muy cerca del césped, al lado del camino enlosado<br />

que conducía a la gran casona. Jugaba extasiado con su perindola, y<br />

acompasaba el movimiento de sus ojos al rotar silencioso del pequeño<br />

juguete, como si él mismo fuera la elegante pareja que danzara también<br />

aquel bello baile... El impoluto blanco de las mangas de su bata le<br />

estorbaba estando a pleno sol; reflejaban en exceso la luz y le herían la<br />

vista impidiéndole fijarse en cada compás, cada vuelta, cada balanceo de<br />

aquella volandera cintura hecha para el contoneo y el perfecto<br />

equilibrio, mostrando orgullosa en cada uno de los lados del decágono<br />

los diez primeros guarismos... La encontró en la litera de su buen amigo<br />

y se la quedó... De pronto pareció dudar, se quedó sin fuerza de giro,<br />

gesticuló pararse y al final se apoyó sobre el lado del … ¡tres...! Lo<br />

apunta en papel, y de nuevo la hace girar... Segundo baile... Disfruta<br />

otra vez sus compases imaginándose un rápido trote en foxtrot donde él<br />

es el zorro que lleva la cantante voz... Doce, trece giros y de nuevo<br />

pierde el oxígeno; se aligera de vueltas poniendo fin al cortejo y cae<br />

51


sobre el... ¡siete! Lo apunta también..., tras el tres, y grita en voz alta...<br />

«¡TREINTA Y SIEEEETE...!»... «¡No haaaay...!», le contestan ansiosos...<br />

Los locos más locos se han amotinado en el General Psychiatric y<br />

están ajusticiando a sus cuidadores... Durante la revuelta contaron<br />

dieciséis, y los numeraron prendiendo en sus pechos cartones<br />

marcados... Después los alzaron con una soga al cuello en las gruesas<br />

ramas de los robles más bajos y fuertes, y apenas llegan a apoyar sus<br />

nerviosos pies sobre las banquetas traídas desde el comedor... Quedan<br />

catorce vivos en el ancho patio... Esta vez no hubo suerte en aquellos<br />

dos bailes... No importa; es cuestión de tiempo..., no hay prisas... Es<br />

entretenido..., muy entretenido... Hay muchos estilos de danza, y la<br />

locura está muy acostumbrada a tener paciencia...<br />

Germán Repetto (Albalate de Zorita, Guadalajara)<br />

http://grepettoblog1949.wordpress.com<br />

52


Vacaciones en la casona<br />

Castillo de Soutomaior (Foto de Puri Otero)<br />

Solicité en la agencia de viajes un lugar solitario para pasar mis<br />

vacaciones, aprovecharía para corregir mi libro antes de enviarlo a la<br />

editorial.<br />

La descripción que me dieron reunía todas las características que<br />

yo buscaba: casa señorial de dos plantas con un gran salón, cocina y<br />

baño. Me insistieron que la planta superior no estaba disponible. Me<br />

dieron las llaves, ya que estaba vacía desde hacía tiempo<br />

Me dirigí al emplazamiento sabiendo que estaba a 10 km. del<br />

pueblo más cercano, por ello me cargué con provisiones para dedicarme<br />

de lleno a mi tarea.<br />

Al llegar el paraje era idílico, casona de piedra con una pequeña<br />

torre y jardín. Al entrar lo primero que vi me retrotrajo al Medievo. Un<br />

53


gran salón con armaduras, escudos de armas, blasones y grandes tapices<br />

en las paredes, así como una señorial mesa de madera con 12 sillas.<br />

Seguí mi periplo y descubro una pequeña cocina con todo lo necesario<br />

para su uso, una habitación con baño y una gran cama con dosel.<br />

Me instalé rápidamente y como estaba cansada me dormí. Al rato<br />

me despertaron pasos en el piso superior, agucé el oído y esperé,<br />

enseguida se hizo el silencio. Había transcurrido no sé cuánto tiempo y<br />

volví a escuchar pisadas, me armé de valor, encendí la luz y<br />

silenciosamente salí de la habitación, descubriendo para mi sorpresa a<br />

una mujer con un pequeño candelabro caminando por el salón. Decidí<br />

esconderme detrás de una armadura que encontré a mi paso y que me<br />

permitía ver su figura sin ser vista.<br />

Vestía ropa de época y su rostro denotaba sencillez y sosiego, por<br />

un instante se detuvo y pude ver como sus ojos buscaban cobijo en el<br />

infinito.<br />

Pensé si todo sería un sueño, pero pronto descubro algo que me<br />

hace dudar:<br />

-¿Sebastián hijo, mi amor, estás ahí? -pregunta dirigiendo su voz a<br />

lo alto.<br />

La mujer permanece inmóvil esperando una respuesta que nunca<br />

llega, salvo la propiciada por el eco de la estancia. Yo continúo en mi<br />

escondite, pellizcándome para verificar los hechos que están sucediendo.<br />

Cansada de esperar, la mujer sale al jardín en la obscuridad de la<br />

noche regresando al rato con una rosa en su mano, que delicadamente<br />

deja caer sobre la mesa.<br />

Me refriego los ojos con fuerza para dar veracidad a los hechos que<br />

acabo de presenciar, durante unos segundos pierdo la consciencia y en el<br />

momento que la recupero la mujer había desaparecido. El silencio vuelve<br />

a reinar en toda la estancia.<br />

Cuando nace el día busco y no encuentro a nadie, lo único que veo<br />

es la rosa, tal y como ella la había dejado, subo al piso superior y<br />

descubro que el paso del tiempo había destruido todo atisbo de vida.<br />

El resto de los días los pasé tratando de averiguar los hechos,<br />

54


pregunté en el pueblo cercano quién había sido el último inquilino de la<br />

casa y lo más que pudieron decirme era que venían turistas como yo a<br />

pasar días de descanso y nada más que pudiera aclarar lo que yo<br />

presencié, pero cuando ya estaba rendida a los hechos, un hombre llamó<br />

mi atención. Al ver que me seguía por todo el pueblo, decidí<br />

enfrentarme a él y le pregunté que quería respondiéndome:<br />

-En esa casa hace muchos años vivió una mujer con su hijo y los dos<br />

aparecieron muertos una mañana ahorcados en el salón, las malas<br />

lenguas decían que eran amantes. Ahora se dice que como no recibieron<br />

cristiana sepultura, sus almas vagan errantes por la zona, sus cuerpos no<br />

se sabe donde están, nunca nadie los reclamó. El marido enloqueció y<br />

pocos años después murió de igual forma. La casa la heredó un criado y<br />

éste la puso a la venta. Algunos visitantes igual que usted dicen ver a la<br />

mujer paseando por la casa, pero eso solo son habladurías, los fantasmas<br />

no existen ¿usted qué opina?<br />

Yo no le respondí. Continué mi camino procurando no hacerme<br />

preguntas a las que no me atrevía a responder.<br />

Han transcurrido 20 años desde aquellas vacaciones y sigo sin saber<br />

qué ocurrió.<br />

Puri Otero Domarco (Vigo, Pontevedra )<br />

http://puri-dulcinea.blogspot.com.es/<br />

55


Them – Taylan Soytürk http://500px.com/taylansoyturk<br />

56


Diálogo<br />

La tarde comenzaba a ser penumbras y las sombras luchaban por<br />

cubrirlo todo. Un hombre esperaba impaciente la llegada de otro que<br />

había conocido en aquel lugar. Siempre se juntaban a conversar en las<br />

noches puesto que el día estaba lleno de visitantes que iban y venían<br />

continuamente.<br />

— Hola —saludó el que estaba esperando—, llegas tarde<br />

— Hola —contestó el recién llegado—, es verdad. Te pido<br />

disculpas. Es que estuve un poco deprimido y dudaba en venir<br />

— ¡Caramba! ¿Vos deprimido? ¿Y a qué se debe eso? Si me lo<br />

cuentan no lo creo<br />

— Es que vino mi mujer a visitarme.<br />

— ¿Y esa es la causa de tu depresión?<br />

— Aunque no quieras creerlo. Estáa cambiada. Nunca pensé que la<br />

vería así<br />

— Bueno, querrá verse distinta. Tenele paciencia<br />

— No. Creo que no es por ella. Es que la veo avejentada. Y aunque<br />

intente arreglarse no puede impedirlo.<br />

— Pues, sí. El tiempo pasa para todos, también para ella.<br />

— Hubiera preferido no llegar a esto.<br />

— ¿Y que pensás hacer? ¿Hablarle una noche y decirle que se haga<br />

una cirugía?<br />

— Si ella quiere hacer eso, no creo que espere que alguien se lo<br />

diga. Lo hace y listo.<br />

— Lo que pasa es que hacía mucho que no la veías<br />

— Sí, es cierto. Creí que ya no se acordaba más de mí.<br />

— ¡Mira si no se va a acordar! ¡Siempre viene! ¡Eso puedo pensar<br />

yo, que la mía hace tres años que no pisa por acá!<br />

57


— ¡Bueno, pero tu mujer todavía es muy joven! Tiene derecho a<br />

rehacer su vida<br />

— ¡¿Qué vida?! ¡Mirame a mí donde estoy! ¿Yo no tengo derecho?<br />

— ¿Pero que me estás diciendo? ¡Esto es totalmente distinto!<br />

— No importa, yo la extraño y ella debería acordarse de mí<br />

— ¿Y quién te dice que no se acuerda? Pero ella tiene necesidades<br />

que satisfacer<br />

— ¡Bueno! ¡Qué amigo que sos! ¡Yo llorando por mi mujer y vos<br />

me decís que ella tiene derecho! ¡Yo tampoco tengo la culpa de<br />

esta mierda! ¡Yo no elegí estar acá!<br />

— No es cuestión de culpas, amigo. Vos me lo estás diciendo, el<br />

tiempo pasa para todos. También para ella y tiene que<br />

aprovecharlo, si no va a perder. Y el tiempo no se recupera más.<br />

¿No te digo que mi mujer está vieja? Ella tal vez no pueda<br />

rehacer su vida, entonces se va a quedar sola. Ella allá sola, y yo<br />

acá, también solo.<br />

— Nuestra soledad es eterna. Nunca vamos a dejar de estar solos.<br />

— Bueno, eso es literal. Yo te acompaño a vos y vos a mí. Mira<br />

además cuántos más hay que nos pueden acompañar. Es una<br />

cuestión de lugar. Nosotros no podemos volver allá y ellas no<br />

pueden venir a donde estamos. Es así<br />

— ¿Y vos estas deprimido por tu mujer? No entiendo, la extrañas<br />

pero decís que tiene un derecho que vos no. ¿En qué<br />

quedamos?<br />

— Lo mío es distinto. No hay vuelta para mí. En cambio quisiera<br />

poder verla un día que viene y me dice” Viejo, yo siempre te<br />

quise, pero encontré a otro hombre que me quiere y me cuida.”<br />

Entonces la veo alejarse con un dejo de esperanza y bueno… yo<br />

me resigno. Para eso están los amigos como vos<br />

— ¡Dejate de joder! ¡Menos mal que mi mujer no vino a decirme<br />

semejante pelotudez! ¡Que ya es suficiente con tener que estar<br />

acá para que además me tenga que aguantar eso! Me revienta<br />

la falsedad!<br />

58


— Ja, ja, ja! Bueno, por lo menos no nos vamos a aburrir nunca con<br />

tipos como vos!<br />

El otro también se rió<br />

— Y bueno, algo hay que hacer para que sea más llevadero<br />

Detrás comenzaron a levantarse otras personas que se iban<br />

acercando al lugar de la conversación<br />

— ¡Miralo a este! —dijo el primero— ¡dice que está deprimido!<br />

María Olariaga (Río Cuarto, Argentina)<br />

59


Weeeee! – Samuel Allen http://500px.com/SamuelAllen<br />

60


La marmita hirviendo<br />

La temporada de verano estaba acabando y Mauricio Contreras<br />

aún no estaba listo para volver a la monótona e injusta vida de<br />

proletario. Con el fin del estío desaparecerían esos fantásticos días de<br />

calor, de cenas con amigos, piscina, regocijo… La rutina con su pesado<br />

yugo destrozaría una vez más sus esperanzas de ser mejor persona.<br />

A partir del lunes los días serían otra vez grises, anodinos, insípidos.<br />

Tendría que despertarse muy temprano para despertar a las pobres<br />

criaturas a su cargo, darles el desayuno, vestirlas, hacer las camas,<br />

fregar, peinarlos, preparar el almuerzo, llevarlos al colegio e ir a la<br />

oficina a cumplir con tareas rutinarias con el solo objeto de pagar las<br />

cuentas a fin de mes. Oquedad total. Tomaría alimentos grises del<br />

comedor de empresa y daría un paseo circular, inútil. Volvería a la<br />

tercera planta hasta completar ocho horas, las obligatorias cuarenta<br />

horas semanales: mil setecientas y tantas horas anuales.<br />

A las tantas de la tarde —con el gran estruendo imaginario de<br />

salida— se levantaría de su silla para tomar el autobús de regreso a casa.<br />

Mauricio Contreras se encontrará seguramente ese lunes de nuevo cara<br />

a cara con su mujer, esa desconocida con la que comparte el mismo<br />

techo, esa que ahora mismo ríe y disfruta de la piscina, de las cenas con<br />

amigos, del buen tiempo. Esa hermosa mujer se transformará<br />

nuevamente y como cada año en una estatua viviente. El lunes Carmela<br />

volverá a ser su señora esposa. Carmela la de los gritos. La Carmela de<br />

los regaños, las correcciones, los «tú sabrás» y los «a mí no me vengas».<br />

Mauricio Contreras encontrará la horma gris de su zapato a la hora de la<br />

cena cuando los reproches sobre lo que falta hacer y lo que tienen que<br />

pagar le hagan sentir que el mundo se ha vuelto a parar y que cada día<br />

de su vida volverá a ser una verdadera mierda hasta el próximo verano.<br />

Acostarán juntos a los niños y luego irán ellos mismos a ocupar cada uno<br />

su hueco en el colchón que comparten desde hace más de una década.<br />

Mauricio Contreras se ha acostumbrado ya a la montaña infranqueable<br />

que se ha formado al centro del maldito colchón. Sería estúpido negar la<br />

61


ealidad. Cada semana se consolará como pueda recordando momentos<br />

extraños y lejanos, aquellos en los que todo era de colores, cuando no<br />

había niños, ni montañas, ni pesados lunes, ni veranos traicioneros.<br />

Pero el lunes estaba a la vuelta de la esquina y Mauricio Contreras,<br />

padre, marido y empleado estaba por perder de nuevo su esperanza de<br />

vida, su rayito de luz en la oscura realidad cotidiana. Quince días de<br />

gloria al año que llegaban a su fin, maldito mundo, maldito dinero.<br />

Mientras preparaba las cosas en el maletero para volver a esa maldita<br />

casa gris recordó su infancia y un rayo fugaz lo dejó ciego durante el<br />

recuerdo. Mauricio nunca había sentido nada tan fuerte, tan intenso<br />

dentro de su ser. Herminia Santos, su mamá, le había inculcado el<br />

respeto a los mayores y a la familia. Herminia Santos, la misma que se<br />

acostaba con el cura del pueblo y nunca nadie más que los íntimos lo<br />

supo. Su mamá. Y Adolfo Contreras era el Alcalde del pueblo, el amo y<br />

señor de Villavega de Hontoria, su papá. El mismo que le inculcó civismo<br />

y moral, era el más ladrón de la comarca, que pasó de rico a pobre<br />

cuando uno más listo y más ladrón que él le hizo ver el mundo que solo<br />

los aristócratas se quedan con las chicas guapas. El rayo de luz recorrió<br />

todas esas viejas imágenes en la mente de Mauricio Contreras en un<br />

microsegundo, justo cuando subía las bicicletas de los críos al maletero<br />

mientras miraba pasar su infancia a través de la de sus pobres hijos<br />

mientras se daba cuenta de que no quería vivir un lunes más como el<br />

que estaba por venir mientras pensaba en Carmela y el vecino, ese<br />

microsegundo eterno en el que por fin Mauricio Contreras Santos<br />

levantó la mirada al cielo y dijo «que le den por culo».<br />

Carmela desconsolada llamó a todos sus conocidos, incluidos doña<br />

Herminia y don Adolfo. Recorrieron Villavega y alrededores, también el<br />

pueblo de Carmela y todos los sitios donde pensaban que Mauricio<br />

Contreras Santos pudo haber ido a parar; su paradero era un enigma.<br />

Nadie lograba entender lo sucedido. Tenía que ser un secuestro, no<br />

había dudas para Carmela. Cuando la policía la interrogó no le fue difícil<br />

explicar su teoría. Confiada de sí misma dijo a los agentes que su<br />

Mauricio era un padre ejemplar y un marido excepcional. Jamás (e<br />

insistió en el término) jamás había dado señales de enfado o estar<br />

molesto por nada, nunca. Siempre atento a todo en casa, en el trabajo,<br />

62


con la familia. «Los veranos se le notaba diferente, como ido, pero quién<br />

no está así fuera del confort de su casa, señor agente... era obvio que las<br />

vacaciones no eran lo suyo... y alguien se tiene que haber aprovechado<br />

de su bondad, de su obnubilamiento vacacional para llevárselo, para<br />

llevarse a mi pobre Marcelo...»<br />

Pasaron los años y Carmela olvidó con facilidad al desaparecido y<br />

pudo rehacer su vida con otro Mauricio. Cortesano Iglesias era muy<br />

parecido al primer Mauricio aunque más alto y adinerado. De Contreras<br />

Santos no se supo más, o mejor dicho no supieron los que lo quisieron<br />

olvidar. Un hombre valiente como Mauricio Contreras no podía dejar a<br />

sus hijos de lado y al llegar a la edad necesaria se los llevó con él.<br />

Conocieron tierras lejanas, aprendieron idiomas extraños y vivieron<br />

aventuras inimaginadas. El hijo del maldito Contreras y de la sucia<br />

Santos, casado con una puerca maltratadora llamada Carmela, había<br />

hecho estallar su marmita de los sueños. Mauricio Contreras Santos un<br />

día se había escapado con juguetes de playa, un balón y dos bicicletas<br />

pequeñas a vivir un eterno verano.<br />

Pernando Gaztelu (Iruña, Navarra)<br />

http://lokos-a-disfrutar.blogspot.com.es/<br />

63


Tik Tok Clocks – Cynthia Vanessa http://500px.com/cynthiavanessaphotography<br />

64


Nos vemos en Kairos<br />

Apenas advierto el incesante tic tac. Son tantos años en este lugar<br />

escuchando el sonido de los que atrasan, los que adelantan, los de<br />

pared, los despertadores, los de cuco, los vulgares, los de coleccionista…,<br />

que éste se ha convertido en un silencioso ruido que sólo percibo con<br />

mucho empeño.<br />

Pero ayer pasó algo insólito. Cuando él entró en la tienda, todos,<br />

sin excepción, realmente dejaron de sonar. El intenso silencio se podía<br />

casi tocar. Cuando, despacio, se acercó sonriendo y me besó, sentí lo<br />

mismo que aquella primera vez.<br />

Hoy dudé, pensé que sólo había sido un sueño, hasta que encontré<br />

una nota en mi bolsillo. Era su letra, la misma de antaño. “Te espero en<br />

Kairos”, decía.<br />

Mi reloj se ha vuelto a parar a la misma hora. Sólo escucho el<br />

chirriar de la puerta al abrirse y el ritmo acelerado de mi corazón.<br />

Concha García Ros (Cartagena, Murcia)<br />

http://nosvemosenkairos.blogspot.com.es/<br />

65


© Eulalia Rubio<br />

66


Dolor<br />

Hoy me dolió la soledad<br />

¿Será porque te extraño?<br />

Sé que te necesito, el vacío que me invade<br />

Es grande, oscuro, frío<br />

¿Dónde estás? Quiero mirarme en tus ojos<br />

Quiero sentir el calor de tu piel<br />

Quiero ser yo<br />

Quiero…<br />

La tarde lenta va cayendo<br />

Te pienso, en silencio te llamo<br />

El móvil permanece mudo<br />

Ahonda la espera<br />

Sé que sonará, ¿pero cuándo?<br />

A través de mi ventana la noche llegó<br />

El viento es un lamento lúgubre<br />

Que quiebra el silencio donde me falta tu voz<br />

No estás…<br />

Me duele la soledad.<br />

Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />

http://www.luismolin.blogspot.com<br />

67


Imagen: Fotograma de la película Mulholland Drive de David Lynch en<br />

http://norocksolo.com/pierrick-sorin-o-de-como-alicia-atraveso-el-espejo/<br />

68


Por debajo de la puerta<br />

Cuando las palabras no bastan, cuando las palabras no encajan,<br />

cuando no brotan, cuando se resisten -después de haber sido tan<br />

magnánimas-, y no se muestran, pues la alquimia ha volado hacia otra<br />

parte y, en el empecinamiento de estrujarlas, de exprimir su jugo, ha<br />

quedado el pozo seco, hambriento de experiencia. Así, afligida, te<br />

vences, dejando a un lado la terquedad, para por fin comprender que<br />

nunca fuiste patrona de ellas, pues no rinden reverencia a ningún tirano,<br />

se deslizan y vagan de boca en boca, de mente en mente, buscando a los<br />

auténticos voceros poseídos por la magia del momento; afortunados<br />

ellos, por un instante se creen sus dueños, tocados por la gracia del<br />

ingenio. Descubres que no son suficientes, que no son importantes, pues<br />

reclaman su esencia, mostrándose como simples sonidos y letras,<br />

sucesión de vocales y consonantes, repetidas una y otra vez, que pierden<br />

el sentido y se transforman en grotescas onomatopeyas parodiando tu<br />

intento vano de aprehender lo indescifrable.<br />

Entonces en un amago de congraciarte, aunque sólo sea por un<br />

segundo -si deciden concederte su favor-, ejercitas, barajas las cartas y<br />

repartes, comprendiendo, que no las domarás con los deberes, pues son<br />

libres de andar por donde quieran, navegar por el espacio etéreo<br />

tocando con su estrella a aquellos que las llaman con verdadera<br />

devoción, para palpitar en sus corazones agitados, bombeando la<br />

energía y luz que alumbra la oscura materia dormida en los hilos<br />

neuronales que se forman con los destellos percibidos de, tal vez, la<br />

verdadera sabiduría, el misterio nunca revelado que juega gentilmente a<br />

enseñar la punta de los dedos por debajo de la puerta.<br />

Asun Ferri (Valencia)<br />

http://patadeelefanta.wordpress.com/<br />

69


Lone voyage home – Mladen Bozickovic http://500px.com/Archangel72<br />

70


Misión: Olvido<br />

Tenía que olvidarse de él. No sería fácil, pero lo había de hacer en<br />

beneficio de su salud mental, en beneficio de su salud cardíaca. Era difícil<br />

cuando su mente se empeñaba en recordar momentos vividos, pero<br />

tenía que hacerlo.<br />

Empezaría por olvidar su nombre, seguiría olvidando su cara, esa<br />

sonrisa que le hizo desearlo desde el momento en que cruzaron la<br />

mirada en aquella cafetería, y continuaría olvidándose de sus caricias y<br />

el sabor de sus besos. Los nombres desaparecen de la cabeza pero los<br />

sentidos tienen la memoria muy larga.<br />

Facilitaría las cosas si viviera alejada de él, si viviera aislada del<br />

mundo, pero no, los dioses, la providencia o el destino, quien rayos<br />

fuera, se lo tenían que poner complicado.<br />

Se dijo que todas las cosas, los pequeños detalles que había<br />

detectado mientras hacían el amor, habían sido producto de su<br />

imaginación. La forma de besar, entrelazar las manos, las miradas<br />

mientras llegaban los dos al orgasmo habían sido erróneamente<br />

interpretadas por ella. Le pareció que él sentía algo por ella, pero no hay<br />

que cometer el error de suponer que la ternura y la intimidad en la cama<br />

es producto de un sentimiento más fuerte.<br />

Ahora le tocaba olvidarse de él y seguir adelante pero hay cosas<br />

que jamás se olvidan, se aprende a vivir sin ellas y ella tenía que<br />

aprender a vivir sin él. Tenía nueva misión en esta vida: el olvido.<br />

Pilar Descalza (Valencia)<br />

http://micuartosecret.blogspot.com.es/<br />

71


The Pearls of Aphrodite (1907) – Herbert James Draper (1863-1920)<br />

72


Helíaco<br />

Necesito momentos que se desbandan<br />

En el agobio uterino de lo injerido.<br />

Momentos que vivan en la desmesura del cuerpo<br />

Donde las palabras no sean lustros añejos<br />

Reflejos al llanto de orillas cerinas<br />

Al borde y crepúsculo del escaso cielo.<br />

Momentos.<br />

Eternidades de historia revestida de horas<br />

Sin miedos ni gabanes de espumas cohibidas.<br />

Momentos.<br />

Plácidos homenajes de clandestinos pelajes<br />

Enigmáticos secretos, tersuras en furtivas verdades.<br />

Vida que me rehuye y exhuma vahídos restos.<br />

Nadie, ninguno, nada.<br />

Momentos.<br />

Eclipses calibre de sombras ahumadas<br />

Remembranzas que no resucitan elipses.<br />

El viento en jactancia de inmodestia<br />

En intervalo de mortal permanencia<br />

Exhala en persistente metáfora.<br />

Crónica, relato, memoria<br />

Biografía, vida, e historia.<br />

Momentos.<br />

Faine (Silla, Valencia)<br />

http://fadaluna-faine.blogspot.com.es/<br />

73


Vacancy, Route 66 – Cinda LeBus http://500px.com/cindasl<br />

74


Habitación 321<br />

Vivo obsesionado contigo noche y día. Tú no me conoces,<br />

demonios, ni siquiera te suena mi cara, te has prometido a ti misma<br />

olvidar, dejar la vida pasar. Tampoco recuerdas la única noche que<br />

pasamos juntos. Te regalé un ramo de rosas con mi corazón<br />

despedazado de tarjeta, pero pasaste por alto ese pequeño detalle.<br />

Desconozco tu verdadero nombre, pero todos te llaman Mariposa<br />

Nocturna. Porque estás cerca y eres intocable a la vez, fuerte pero<br />

delicada, controlando tus danzantes movimientos en cada momento, de<br />

no volar tan alto y quemarte las alas con el fuego. Porque bailas<br />

demasiado cerca del fuego, querida, y lo sabes.<br />

Soy el vigilante de todos tus pasos. Observo desde las sombras a<br />

todos los hombres sin rostro que suben a verte, noche tras noche, a la<br />

habitación del motel. Tú también lo sabes, aunque no eres consciente de<br />

ello. Te apoyas en la repisa de la ventana y sonríes distraídamente,<br />

mientras te escondes un rebelde mechón de pelo detrás de la oreja. Y yo<br />

me dedico a estudiarte. Tu decadente belleza, tu triste sonrisa escondida<br />

detrás de esos labios de furcia. Entonces llega alguno de ellos y aparece<br />

detrás tuya, y tú muestras una sonrisa automática en el rostro, una<br />

expresión que practicaste muchos años delante del espejo y que tanto te<br />

costó aprender. Observo vuestras sombras, fundidas en una sola a través<br />

de las gruesas cortinas, mientras otro cigarrillo más marchita mis<br />

pulmones.<br />

Sabes que tu final está cerca, Mariposa. Lo intuyes, porque cada<br />

día estás más nerviosa, porque te echas a llorar sin motivo agarrada al<br />

teléfono, porque sales a la calle con la bata puesta y buscas algo, con la<br />

furiosa mirada. Jamás se te ocurrió ser más observadora, mirar a tu<br />

alrededor. Descubrirme en una esquina, desnudando tu alma con la<br />

mirada. Tu instinto de supervivencia la percibe, sí, pero tu cerebro no<br />

logra comprender. Tranquila. Es mejor así.<br />

75


Llegó el día. Hoy hace un año de tu arrogante rechazo. Si hubieras<br />

sabido lo caro que te saldría no mostrar un atisbo de cariño por el único<br />

hombre que te ofreció amor, quizás me hubieras contestado de otra<br />

manera. Quizás no te hubieras echado a reír, dejándome sumido en la<br />

vergüenza y desarmado ante tus malditos encantos. Pero guardaste las<br />

rosas y acariciabas sus pétalos, y las cuidabas a diario, distraída. Por eso<br />

te regalé un año de vida, te di la oportunidad de cambiar, y no lo hiciste.<br />

Entro al motel, pensando en lo que pudo ser y no fue. Me registro<br />

con un nombre falso, por supuesto, es lo que hacen todos los hombres<br />

sin rostro. Sólo que yo nunca fui uno de ellos. Subo por el viejo ascensor,<br />

y en mi imaginación bailas con un vestido blanco, y tu rostro no tiene<br />

marcas de tu vida anterior. Dejo caer esos pensamientos al vacío,<br />

porque en realidad es culpa tuya el no haber sabido llevar una vida<br />

digna. Habitación 321. La recuerdo perfectamente, y el olor a Mariposa<br />

te delata. Abro la puerta...Y no estás. ¡No estás! Recorro el apartamento,<br />

furioso. Nada. Absolutamente nada. Te lo has llevado todo, hasta las<br />

malditas sábanas desgastadas por el sudor. Me siento aturdido mientras<br />

me dejo caer en una silla y me sirvo los restos de Jack Daniels, lo único<br />

que queda de ti en la habitación ¿Cómo…? ¿Cómo pudiste sentir que<br />

había llegado el momento? Entonces suena el teléfono. Respondo y<br />

escucho tu ahogada risa en algún punto de la línea. Recuerdo gritarte<br />

algo y cuelgas. Pero vuelves a llamar, todos los días, todas las noches.<br />

Vuelves a llamar, esté donde esté.<br />

Ahora sé que estoy condenado, muñeca, a recibir tus llamadas<br />

todos los días de mi vida, porque los días se van gastando y tú me<br />

esperas en el Infierno, con los brazos abiertos y la sonrisa desdentada,<br />

dispuesta a entregarte, a darme todo el amor que jamás recibí.<br />

Christine Carcosa (Murcia)<br />

76


La masía<br />

Masía al atardecer – MC SimonE https://www.flickr.com/photos/mcsimon/<br />

Cuando comenzó a ver los árboles, supo que estaba cerca. La sangre<br />

le recorría el cuerpo tres veces más rápido de lo normal y notaba como<br />

aumentaban sus pulsaciones a cada metro recorrido.<br />

Cruzó el umbral de piedra que coronaba la entrada a la masía y giró a<br />

la derecha para coger el camino más largo, necesitaba recrearse<br />

revolcándose en su pasado, 25 años atrás. Minutos después, se encontraba<br />

parado frente a la puerta, nervioso como un niño pequeño en su primer<br />

día de colegio, y cuando finalmente entró, se paralizó por completo y<br />

perdió la cuenta del tiempo que dedicó a observar de nuevo todo aquello<br />

mientras recordaba mil imágenes por minuto.<br />

–¿Puedo ayudarlo, caballero?<br />

Una voz femenina lo sacó de su letargo.<br />

–¡Oh! ¡Disculpe! eh... Sí, mi nombre es Albert Serra, vengo a...<br />

–¡Sí! Discúlpeme usted a mí, el tío de la novia ¿cierto?<br />

77


–Sí _contestó sonriendo.<br />

–Acompáñeme por favor.<br />

Recorrieron tres preciosos pasillos decorados con flores y telas beiges<br />

hasta llegar al fondo del pasillo, que se abría en abanico mostrando un hall<br />

espectacular recubierto de piedras y enredaderas, prácticamente igual que<br />

antaño. La escena era maravillosa aunque se tratara de un simulacro del<br />

día de la boda. Cuando recorrió gran parte del lugar, se paró en seco y miró<br />

fijamente a una esquina donde descansaban dos sillas rodeando a una<br />

pequeña mesa con un pequeño florero sencillo centrando la escena. Varios<br />

minutos después, otra voz femenina lo volvió a sacar de sí mismo.<br />

–Veo que el tiempo no pasa igual para todos.<br />

Se giró y abrió sus ojos al completo. Quiso hablar pero no pudo.<br />

–Siempre fui muy ingeniosa, pero tanto como para dejarte sin voz, lo<br />

dudo.<br />

–Nuria...<br />

–Sí, solía llamarme así, y tal y como te has quedado mirando aquel<br />

rincón, veo que no es lo único que recuerdas bien.<br />

Él sonrió levemente.<br />

–Cómo olvidarlo, fue la mejor noche de mi vida.<br />

–Siempre tan exagerado.<br />

Ambos se miraron y callaron. Él rompió el silencio.<br />

–¿Tienes tiempo para dar una vuelta por este lugar? No te enseñaré<br />

nada nuevo pero, creo que la conversación será mucho más interesante<br />

que cualquier vista.<br />

Una vez en el exterior, tenían varias opciones para caminar, pero los<br />

dos giraron inconscientemente para el mismo y ni siquiera se dieron<br />

cuenta. Recorrieron los primeros metros mirando alrededor sin hablarse,<br />

sin mirarse, sin sentirse. Cuando subieron un pequeño tramo pedregoso,<br />

ella se detuvo y se apoyó en una pequeña baranda.<br />

–¿Cómo es posible que no haya sabido nada de ti en 25 años?<br />

–Me enteré de tu embarazo.<br />

78


Ella torció el gesto.<br />

–Lo siento, a mí también me pilló en un momento difícil.<br />

–No te preocupes, las disculpas nunca son necesarias, y menos con<br />

algo que pasó hace tanto tiempo.<br />

–¿Sabes que te eché de menos?<br />

–¿En esos años de transición?<br />

–No, desde hace 25 años.<br />

Él miró hacia otro lado, y un aire de tristeza sobrevoló su rostro.<br />

–¿Puedo preguntarte algo?<br />

–Claro.<br />

Albert la miró a los ojos.<br />

–¿Qué pasó entre tú y yo?<br />

Ella encajó la respuesta a medias y reaccionó lo antes que pudo.<br />

–Que nunca fuimos tú y yo.<br />

Silencio.<br />

–Es increíble que esas palabras salgan tantos años después y duelan<br />

igual.<br />

–Tú has preguntado Albert, yo solo contesté.<br />

–Es que es una sensación tan extraña no saber por qué no he pasado<br />

mi vida contigo que da miedo.<br />

–Bueno, te casaste, tan mal no te fue ¿no?<br />

–¿El matrimonio da la felicidad?<br />

–Bueno, yo no me casé.<br />

–¡Touché! Para ti tampoco pasa la edad, sin comentar la evidencia de<br />

lo que ya sabes, sigues siendo igual de rápida.<br />

listo.<br />

–¿Evidencia?<br />

–Sí, sigues tan preciosa como siempre, no hace falta ser demasiado<br />

Un teléfono interrumpió la conversación.<br />

79


–¿Sí?<br />

Albert se alejó levemente para dar un poco de intimidad, aunque<br />

podía escuchar con claridad.<br />

–No, no tardo... Sí... No, con un amigo _Dijo mirándolo_. Vale, ahora<br />

nos vemos, chao.<br />

Guardó el móvil en el bolso.<br />

–Lo siento, era Miguel.<br />

Él asintió.<br />

–Una última cosa antes de marcharte.<br />

–Dime.<br />

–¿Por qué estás aquí?<br />

Se produjo un silencio lleno de intriga.<br />

–Roberto, el novio, es el hijo mayor de Miguel, fruto de su primer<br />

matrimonio.<br />

–Ah, vaya, al final seremos casi familia _Añadió sonriendo.<br />

–Bueno, la parte buena es que quizás así nos veamos más, o al menos<br />

no tendrán que pasar 25 años para volver a hacerlo.<br />

–Si, supongo. Bueno, deberías marcharte, a mí nunca me hiciste<br />

esperar, ni siquiera para las malas noticias, así que él no se merece menos.<br />

Me alegro mucho de verte, hablar contigo, saber de ti y que hayas sido<br />

feliz, al fin y al cabo es lo que cuenta.<br />

Nuria mostró una sonrisa débil y lo miró con gesto serio.<br />

–Yo no he dicho que haya sido feliz, habla por ti.<br />

Se dio media vuelta y se marchó despacio. Cuando la perdió de vista,<br />

él comenzó a ir hacia el otro lado con gesto serio y triste.<br />

–Yo tampoco.<br />

Eric Grants (Málaga)<br />

http://writtenrumors.com/inicio/<br />

80


Jaque<br />

Anyone for chess – Kevin https://www.flickr.com/photos/kevjc/<br />

El niño tenía la mirada perdida en el cielo. Sin embargo, su<br />

movimiento fue mortal.<br />

—No lo vi venir —musitó el oponente, al tiempo que su reina se<br />

perdía entre las nubes—. Jamás me acostumbraré al ajedrez<br />

tridimensional.<br />

José Luis Sandin (Valencia)<br />

http://josseluiss.blogspot.com/<br />

81


Clown de guerre – Claude Popok http://500px.com/ClaudePopok<br />

82


El regalo de cumpleaños<br />

Le puedo decir, sin temor a equivocarme, que acabé aquella<br />

bufanda el día 18 de mayo a las siete de la tarde. Lo sé porque el último<br />

punto de aguja coincidía con el sonido de las campanadas de la torre de<br />

la iglesia. Era su regalo de cumpleaños, al día siguiente cumplía los<br />

dieciocho y yo quería que tuviera algo muy especial, algo hecho con mis<br />

manos.<br />

No podía saber entonces lo que aquel inocente regalo iba a<br />

suponer en nuestras vidas. Quizás, de haberlo sabido, no habría tejido<br />

aquella prenda de color rojo vivo con rayas verdes y amarillas. O quizás<br />

sí, quién sabe cómo el destino o la providencia se sirven de nuestros<br />

pequeños gestos cotidianos.<br />

¿Sabe? Él siempre fue desde niño un chico muy serio y formal. Un<br />

muchacho como Dios manda, decían sus profesores. Jamás nos había<br />

dado, ni a su padre ni a mí, ningún motivo de disgusto. Es nuestro único<br />

hijo y desde que nació nos hemos entregado a su cuidado con amor y<br />

dedicación absoluta. No me malinterprete, con esto no quiero yo decir<br />

que quien tenga más hijos no los quiera con la misma intensidad. Pero<br />

comprenderá que el tener uno solo hace que se ponga en él todas las<br />

esperanzas.<br />

El caso es que al día siguiente de acabar yo aquella bufanda<br />

habíamos preparado una gran fiesta de cumpleaños. Aparte de la familia<br />

habían venido todos los conocidos de mi marido. Gente muy<br />

importante, pues mi esposo, que es notario, está muy bien relacionado.<br />

Estaba el señor alcalde con su señora, que es muy fina ella. Aunque, si<br />

me permite decirlo, se nota a la legua que no fue criada en alta cuna<br />

precisamente. Usted me entiende, ¿verdad? Pero no vaya a creer que a<br />

mí me gusta hablar mal de nadie. Cada uno que se honre con su<br />

persona. Vino también una pareja de abogados que tienen negocios con<br />

mi marido, muy cultos y educados los dos. A última hora se añadieron<br />

unos señores de Murcia, conocidos del alcalde, que estaban de negocios<br />

en el pueblo y se apuntaron a la merienda.<br />

83


Mi marido quería presentar al chico en sociedad. Algún día sería<br />

notario como él y estaba bien que se fuera relacionando. Antes de soplar<br />

las velas le dimos sus regalos. Todos le estaban gustando mucho pero<br />

cuando abrió el de la bufanda se le notó en seguida el contento. Se la<br />

puso de inmediato y bien guapo que estaba. No se imagina Usted lo<br />

buen mozo que es y lo bien que le sientan los colores vivos.<br />

Mi cuñado Manolo, que siempre tiene alguna sandez que decir en<br />

todas las fiestas, le dijo.<br />

- Anda chaval, si pareces un payaso con tanto colorido.<br />

En mala hora lo dijera. Para mí que fue la bufanda que se apoderó del<br />

chico. Puede que fuera también la influencia de mi cuñado, que siempre<br />

ha sido el garbanzo negro de la familia. Ya le tengo yo dicho a mi marido<br />

que todo se hereda. Y no es por sacudirme yo las culpas, pero al fin y al<br />

cabo es su tío carnal.<br />

El caso es que fue decir aquella frase y montarse en casa un circo de<br />

los de cuatro pistas. Al chiquillo le entró la gracia y la primera ocurrencia<br />

fue tirarle la tarta en la cabeza a la señora alcaldesa, ¡que menuda se<br />

puso! Se puede imaginar la cara de mi esposo intentando limpiar con el<br />

pañuelo la nata que le caía por los mofletes a aquella señora tan<br />

elegante.<br />

Después le tocó el turno a la pareja de abogados. Les hizo un truco de<br />

magia y a él le sacó un papel de la cartera. ¡Con que gracia se lo cambió<br />

por una flor amarilla! Era de esas que echan agua y todo. Al señor<br />

letrado, sin embargo, no le pareció nada gracioso. Decía que acababa de<br />

fastidiarle un contrato que le había costado Dios y ayuda redactar. Ni<br />

que decir tiene que los de Murcia, viendo el cariz que iba tomando la<br />

reunión, se despidieron amablemente.<br />

Ya se puede imaginar cómo terminó aquello. Los invitados indignados<br />

y mi marido hecho un energúmeno. “Que sí sólo se te ocurre a ti, que<br />

para qué le haces una bufanda con lo bien que le venía un jersey, que si<br />

no había otro color en la tienda”. Y a todo esto mi cuñado Manolo, que<br />

para mí era el culpable, riéndose a mandíbula batiente.<br />

84


El chico ya no entró en razones, que una vez que le había entrado el<br />

gusanillo del espectáculo, no hubo quien se lo sacara. Una semana<br />

después se marchó de casa a recorrer el mundo. En la maleta guardó<br />

dos mudas y la bufanda. Me dijo que iba en busca de algún lugar donde<br />

apreciaran más sus nuevas habilidades. A mí se me partió el corazón.<br />

Pero qué quiere que le diga, se le veía contento.<br />

Desde entonces vengo todos los días a la estación, por si pasa alguna<br />

vez por el pueblo. Y como me pareció que es usted un hombre de<br />

mundo, me he atrevido a contarle la historia. Puede que alguna vez, en<br />

alguna ciudad por la que pase haya un circo. Si ve por allí a un chico alto<br />

y guapo vestido de payaso, si es tan amable, dígale que le echo de<br />

menos. Cuéntele que su padre sigue aún enfadado, pero que por las<br />

noches se duerme mirando su retrato. Pídale, por favor, que no haga<br />

muchas payasadas, pero que sea feliz. Y sobre todo, que si alguna vez<br />

siente frío por dentro, se acuerde de ponerse la bufanda.<br />

Matilde Lledó (Madrid)<br />

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1001 fairy things to find – Sebastien Wiertz<br />

https://www.flickr.com/photos/wiertz/<br />

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Carta a Esperanza<br />

(Para ser entregada el 3 de Julio de 2024)<br />

Querida Esperanza:<br />

Recuerda, cuando seas mayor y tu vida se llene de memoria y<br />

nostalgia, que siempre te dije que ahí, en esos libros (o en otros) podías<br />

aprender a no sentirte sola. Sí, sé que conoces esa cita de Lewis. Y<br />

recuerda también, si puedes hacerme ese último favor, a tu padre y a tu<br />

madre, con las yemas de los dedos y las retinas cosidas a esa letra<br />

impresa.<br />

Los domingos, mientras mamá se duchaba y se arreglaba para dar<br />

una vuelta o tomar un aperitivo o para ir a la feria y montar en el tiovivo<br />

(sí, como Mary Poppins, yo lo escribo para que lo recuerdes), nosotros,<br />

tú y yo, leíamos un cuento o ese libro de poemas (Faulkner,<br />

Shakespeare) para niños en el que se decía que la nieve “es un espíritu<br />

viejo”. Mi dedo índice desvelaba cada palabra en una eterna ansia por<br />

descubrir la que seguía. Aquel código, aquel juego, era un dulce<br />

aprendizaje... para mí.<br />

El libro de Boswell, ¿lo recuerdas? Te referías a ese libro como “el<br />

libro gordo”. Claro, algo más de dos mil páginas. Si me veías leyendo<br />

otro, decías: no, papi, el libro gordo. Nunca leer a Boswell me hizo reír<br />

tanto. Ya ese libro para siempre tendrá tu mirada inquieta grabada (o<br />

impresa) como un sello, como nuestro ex libris (yo lo escribo para que lo<br />

recuerdes). Y, claro, la pipa. El humo de la pipa en nuestra imaginación.<br />

El humo de la pipa hilado al humo de las palabras del libro de Boswell. Y<br />

a tu mirada inquieta, impresa. Te prometí un cuento, “la pipa de papi”,<br />

escrito expresamente para ti, para que tú recuerdes, Esperanza, que<br />

nunca estarás sola, que los libros crean memoria; inquieta...impresa.<br />

87


Recuerda, cuando seas mayor y tu vida se llene de memoria y<br />

nostalgia, que ya alguien leía por ti, para ti, contigo. Y recuerda,<br />

mediante esta carta, que eres la autora del mejor libro: el de nuestra<br />

felicidad.<br />

Marco Antonio Torres Mazón (Torrevieja, Alicante)<br />

http://itacadeshabitada.blogspot.com.es/<br />

88


Muñeco de nieve<br />

Winter photo – Jorn-Are Longfjeld http://500px.com/jorn-arelongfjeld<br />

¿Sientes algo nuevo crecer dentro de ti? ¿No será acaso que te<br />

conformas con poder moverte un poco, solo un poco, como un pobre<br />

viejo, o incluso con poder al menos arrastrarte? Si esperas<br />

pacientemente, algún niño te pondrá una bufanda alrededor del cuello.<br />

¿Cómo? ¿Te preguntas de verdad qué te está pasando? ¿Percibes<br />

ahora lo que es en realidad el frío? ¿Acaso querrías beber del río de la<br />

sabiduría? ¿Seguro? Bien entonces.<br />

Enhorabuena: estás al fin vivo.<br />

Nicolás Aguilar (Valencia)<br />

http://tengaustedbuendia.wordpress.com/<br />

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Embraced by words – Robbert van der Steeg<br />

https://www.flickr.com/photos/robbie73/<br />

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¿Dónde encontrar los anteriores<br />

números de VALENCIA ESCRIBE?<br />

Número 0 (Marzo <strong>2014</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/23959053/valencia-escribe<br />

Número 1 (Abril <strong>2014</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/24317623/valencia-escribe<br />

Número 2 (Mayo <strong>2014</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/25030771/valencia-escribe<br />

Número 3 (Junio <strong>2014</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/25553855/valencia-escribe<br />

En el interior de cada revista se incluye el enlace para su<br />

descarga (en formato pdf) desde el servidor Mediafire.<br />

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FELIZ <strong>VE</strong>RANO A TODOS NUESTROS AUTORES<br />

Y LECTORES DEL HEMISFERIO NORTE<br />

© Eulalia Rubio<br />

Y FELIZ INVIERNO AL RESTO<br />

(los del Trópico, que sigan disfrutando)<br />

Visita nuestro blog: http://valenciaescribe.blogspot.com.es/<br />

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