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El-otro-cristo-espaniol-juan-a-mackay

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46 JUAN A. MACKAYde Panamá. Hicieron ahí pacto con cierto fraile Luque,quien ofreció costear la empresa de descubrir la Tierradel Oro. <strong>El</strong> frailuno financiero celebró misa y los treshombres participaron de la misma Hostia como voto ypromesa de que los despojos se dividirían entre ellos porpartes iguales. Las palabras pronunciadas por Pizarro altrazar su famosa línea en la arena simbolizan el espíritude la Conquista: "Pasad de este lado, e id al Perú parahaceros ricos; quedad de aquel lado, y volved a Panamápara ser pobres." Más tarde, cuando el monarca de losincas cayó preso de los españoles, y después que sus vasalloshabían traído de la capital de su imperio la fabulosacantidad de oro que se tenía estipulada como rescate, sustraicioneros captores violaron su promesa. En vez de poneren libertad a Atahualpa, lo ejecutaron, mientras su padreespiritual, el padre Valverde, alzando en alto la cruz,absolvía a los asesinos. Aquellos hombres estaban entregadosa la causa de la cruzada bajo la protección de lacruz. Su misión oficial era obligar a los paganos a someterseal símbolo sagrado. Por tanto, estaban convencidosen lo más íntimo de su corazón, de que nada de lo quehicieran podría ser malo.La religiosidad de los conquistadores no es menos sorprendenteque su codicia de oro y su conducta sin escrúpulos.Se tomaron muy en serio por apóstoles del cristianismo,aunque su religión personal era más cuestión desimples palabras y formas. Escuchad una proclama de unode los más famosos de su casta: "Yo, Alfonso Ojeda,servidor de los altísimos y poderosos reyes de León, conquistadoresde las naciones bárbaras, su emisario y general,os (a los indios de las Antillas, 1502) notifico y declarodel modo más categórico, que Dios nuestro Señor, quees único y eterno, creó el cielo y la tierra y un hombre yuna mujer, de los cuales vos<strong>otro</strong>s, yo y todos los hombresque fueron y serán en el mundo descienden".^Cortés, el conquistador de México, jamás, a pesar desu implacable ferocidad, habló a un sacerdote sin descubrire inclinar la cabeza. Se cuenta que cuando los mensa-® Oliveira Martins: Historia de la Civilización Ibérica, pág. 297.En la novela postuma de Blasco Ibáñez, <strong>El</strong> Caballero de la Virgen, sehalla una descripción de este famoso caballero.

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