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~~ Con vocación de tertulia TOGAS
tros el propósito de dedicarse al libre ejercicio
de la abogacía, debe estar prevenido. No existe
para mi profesión mas hermosa, ni creo que
la ciencia humanística pueda encontrar mejor
campo de aplicación. Pero siendo así, como
es, no podemos soslayar la razón cierta de
que también se trata de una profesión de duro
ejercicio, absorbente en el mayor grado, que,
cuando se da una dedicación seria y honesta,
no deja margen para otras distracciones,
alcanzando en su voracidad de atenciones al
propio solaz.
Debe estar avisado, pues el futuro abogado
del espinoso camino que se propone
emprender.
Seria necio negar que el abogado, en
muchas ocasiones ve compensados sus
esfuerzos y su entrega con intimas satisfacciones;
incluso a veces le pagan su trabajo. Pero
también ha de reservar en los sótanos del
alma un rincón para almacenar tantos sinsabores,
tanta incomprensión y tanta ingratitud.
Hay ocasiones en que un detalle baladí
pone un punto de amargura en los que solo
debiera ser motivo de contento.
Tal fué el caso de aquel compañero, que
me relató consternado lo que le había ocurrido.
Defendía en la Audiencia a un individuo
que debía responder de un delito grave. La
pena solicitada era ciertamente severa.
La intervención del letrado en la prueba
testifical fue tan hábil y eficaz que el asunto
tomo un derrotero bien distinto, hasta tal punto
que el Ministerio Fiscal modificó sus conclusiones
provisionales y redujo la petición de condena
a unos límites, que prácticamente, ponía
en franquía el porvenir del procesado. El informe
de la defensa fue modélico. Una clara
exposición de los hechos a la luz de las pruebas
practicadas, y una sólida fundamentación
jurídica, en el uso de un verbo apasionado,
dejó el asunto visto para sentencia con las
máximas probabilidades de que ésta fuera
absolutoria.
El abogado se sentía íntimamente contento
al terminar el acto. Y así se lo hizo saber a
su cliente.
Pero toda la respuesta que recibió fué esta
decepcionante confesión: -Ud. estará muy
contento, pero yo estoy muy disgustado. -
Pero, hombre ¿por qué? ¿ No le he dicho que
todo ha ido bien? -Puede ser- respondió el
incrédulo sujeto- pero yo considero que he
estado mal defendido. Mi compañero quedó
estupefacto. Después de muchas horas dedicado
al estudio de aquel asunto, después de
despertar en la soledad de la noche, sobresaltado,
y no poder conciliar el sueño porque el
caso de aquel tipo le rondaba por la cabeza;
(...) después de haber conseguido alejar la
amenaza de prisión para su cliente, va éste y
le dice con el mayor descaro, que se considera
mal defendido.-
- ¿ Y por qué me dice usted eso?
- Porque usted se ha quedado todo el
tiempo quieto, sentado en su sitio, y no se ha
levantado y se ha ido hacia el Fiscal y le ha
metido las manos por la cara, y usted no le ha
gritado y le ha dicho que es un embustero ...
Nada de eso ha hecho usted.
-El Letrado no salía de su asombro. ¿ qué
desvarío era aquel? Notando que la indignación
galopaba hacia sus pulsos, todavía le
dijo:-
-¿Pero qué dice usted? ¿ Pero usted no
sabe que eso no se puede hacer? Y el tipejo,
mirando a su defensor de arriba abajo, le contestó
con un tono en el que se aliaba la suficiencia
con el desprecio:-
-Que no se puede hacer. .. Que no se
puede hacer ... ¿ Es que acaso usted no ve las
películas del Perro Manso ...?
-Evidentemente, aquel estúpido no se perdía
un telefilme de Perry Mason."
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