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Malvada lo sabía. Siempre lo había sabido. Y su conocimiento le dijo dónde golpear.
-Paul, ¿sólo porque las cosas están extrañas entre nosotros ahora mismo? Eso no significa que yo
no sea yo.
Ella pronunció las palabras como si confesara alguna terrible tragedia. La depresión y la duda de
Paul se habían convertido en sus armas. Si pudiera volverlo contra sí mismo, hacerle una pausa antes
de actuar contra mí, aunque sea por un minuto más, ella ganaría.
Mi padre dio un paso hacia él, la mano extendida como si estuviera a punto de revisar la frente de
Paul por fiebre. -La fragmentación... lo que le pasó a tu alma... no habíamos considerado los efectos
secundarios. ¿Te sientes desorientado?.
-Sí -admitió Paul.
Pero sus ojos seguían centrados en mi cara. Su cuerpo traicionaba su tensión interior. No confiaba
en su propio juicio, pero tampoco confiaba en Malvada.
Fue entonces cuando Theo entró, la versión Triadverso usando su cuerpo pálido y debilitado como
una marioneta.
-Hey, hombre, está bien. Marguerite está bien, y tú también, y yo también. Sólo tomé mi primer
viaje a través de las dimensiones, y wow, que el lío con la cabeza. Yo entiendo cómo puedes estar
confundido. Toma una respiración profunda.
-Tú nos volviste medio loco de preocupación, ya sabes. -dijo papá a Theo. -Tan pronto como estés
bien, estarás en un gran problema, señor Beck.
-Puedo vivir con eso.- Esa sonrisa pícara era Theo en todas las dimensiones que había encontrado,
en todas partes por lo que el engaño parecía completo.
Mi madre permaneció en silencio, con las manos entrelazadas frente a ella. Entonces ella dijo. -
¿Estabas experimentando con el tratamiento de Nightthief?.
No entendí por qué mamá estaba pensando en eso en este mismo momento. Tampoco lo hizo
Malvada. -Acabamos de regresar, mamá.
-Pero el Nightthief está sobre la mesa.- dijo.
El frasco de líquido verde esmeralda, la droga que había sido usada para secuestrar mi cuerpo y
Theo, estaba sentada en la mesa del arco iris, con testimonio silencioso del crimen. Los ojos de mi
madre se abrieron de par en par. Papá se puso de pie. La mirada de Paul afilaba de la duda en terrible
certeza.
Theo se lanzó hacia adelante. A pesar de que era unas buenas cuatro pulgadas más corto que Paul,
se lanzó contra él con toda su fuerza, empujando su hombro contra el estómago de Paul. Cuando
Paul se dobló, mis padres corrieron hacia mí y mi mano se cerró alrededor del abrecartas. Era tan
fuerte como cualquier puñal. El horror se inundó a través de mí cuando me di cuenta de que podría
tener que ver a mis padres morir por mi propia mano.
Pero Malvada no les apuñaló la hoja. En su lugar, ella lo sostuvo en mi garganta.
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