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Me río de nuevo. -Como si no fuera ruso.
-Por supuesto, pero unas generaciones atrás. Las nieves de San Petersburgo apenas se han derretido
en las botas de Markov.
Por lo tanto, es un nativo de Rusia en esta dimensión, como su acento sugirió. Mi acento es extraño
aquí no muy inglés o americano, en algún lugar intermedio, al igual que el de Josie. Probablemente
ese es el resultado de una vida viajando de ida y vuelta a Egipto y a museos de todo el mundo.
Mamá continúa. -Si el propio egiptólogo del zar no es suficiente para impresionarte, ¿qué será?
Sólo me está molestando. Pero eso me recuerda a la Rusiavieja donde mi madre estaba casada con
el zar y donde yo era el resultado de un asunto clandestino entre ella y mi padre, el tutor del
tsarevich. Mamá siempre quiso un montón de niños, pero el embarazo era peligroso para ella, por
lo que en mi universo, ella y papá se detuvieron conmigo y con Josie. En el Russiaverse, ella murió
dando a luz a su cuarto hijo. El monstruoso zar Alexander la embarazo, básicamente, hasta la
muerte.
La abrazo con fuerza. Ella huele a rosas. -Te amo mamá.
Mi madre obviamente no tiene idea de lo que inspiró este estallido de emoción, pero es demasiado
sabia para preguntar. -Yo también te amo.
Después de que ella se va, trato una vez más de saltar lejos, pero no hay tal suerte. Me desnudo, lo
cual toma un tiempo; cuello con volantes, medias y botas de encaje no son fáciles de tratar.
De nuevo trato de saltar; de nuevo, nada. Cuando me deslizo en una camisa suelta y fina que
encuentro en uno de los cajones del maletero de madera, y decido quedarme despierta todo el
tiempo que pueda, intentando saltar cada diez minutos más o menos.
Esta Marguerite ha sido salvada de ser enterrada viva. ¿Quién sabe lo que tiene que enfrentar la
próxima vez? Pero estoy cansada. Tan cansada. Cuerpo y alma. Tan pronto como tire de la colcha
sobre mí y descanse mi cabeza sobre la almohada me desmaye.
Las pesadillas me persiguen toda la noche. Sin embargo, nunca soñé con la terrible caída en el
Londresverso, esa última caída fatal. En cambio, estoy de vuelta en la tumba con cadáveres
momificados que caen fuera de las puertas y pasajes, docenas y docenas de ellos. Y en el sueño de
alguna manera, cada uno de esos cadáveres es mío.
Cuando me despierto en la mañana, intento el Firebird otra vez. Todavía no hay escape.
Aparentemente Malvada está teniendo problemas para llegar a algo mortal esta vez. Espero, que
en la próxima dimensión de Marguerite, viva en un lugar tan seguro, tan guardado, que Malvada no
encuentre nada que hacer con ella.
Aunque eso significaría que me voy a quedar en el Egiptoverso por un buen rato.
Bueno, he tratado con peores dimensiones.
Comenzando de nuevo en el Renacimiento, muchos pintores utilizaron un pigmento llamado
marrón de la momia. Tenía un tono de humedad, una tonalidad natural y terrenal que nunca era
aburrida, y podía ser ligeramente transparente, lo que la hacía buena para los esmaltes. El color
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