SE RUEGA DIFUNDIR - El avisador malagueño
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LA MÁLAGA DEL AYER<br />
Por Diego Ceano González<br />
ANITA DELGADO BRIONES<br />
LA MAHARANÍ DE KAPURTHALA<br />
(TERCERA PARTE)<br />
... Anita llega a Kapurthala, cuando su esposo, el maharajá estaba terminando, después de diez años, de<br />
construir un palacio llamado L´<strong>El</strong>ysée (<strong>El</strong> <strong>El</strong>iseo), copia exacta del original en Versalles, con unos jardines<br />
que eran reproducciones exactas de los que había en el palacio de Versalles de París.<br />
Este palacio había comenzado a construirse mucho antes de que el maharajá conociera a Anita y<br />
posteriormente, quedaron las obras interrumpidas. Ahora el maharajá tenía verdaderos deseos de que las<br />
obras se acabaran para ofrecerle a su nueva esposa, aquel magnífico palacio digno de la más bella de las<br />
princesas.<br />
Antes de instalarse en aquel suntuoso palacio, Jegatjit, le acondicionó una bonita villa de estilo<br />
italiano, junto a un río, a la que llamaban Villa Buona Vista, donde habría de pasar dos semanas hasta que<br />
por fin se pudieran trasladar al palacio. <strong>El</strong> maharajá era un fiel aliado del gran Imperio Británico, lo que le<br />
llevó a obtener los mayores honores del Imperio, aunque sus devaneos amorosos, antes de casarse llevaban<br />
de cabeza a las autoridades británicas.<br />
<strong>El</strong> maharajá había nacido en 1872, por lo tanto, cuando se casó con Anita, éste tenía 36 años, es<br />
decir le doblaba la edad. Jegatjit fue coronado como príncipe de Kapurthala a la temprana edad de 5 años,<br />
siendo educado en un estilo liberal inglés. A los trece años, hablaba con fluidez el Sánscrito, el Persa, el<br />
Urdú, el Inglés y el Francés.<br />
Jegatjit descubrió en la gastronomía una de sus más apasionadas aficiones lo que le causó bastantes<br />
problemas. Uno de esos problemas fue que a la edad de 14 años, el joven maharajá, a consecuencia de<br />
su desmesurada afición a la gastronomía, pesaba 157 kilos, padecía una gran obesidad, lo que le impedía<br />
desarrollar su vida con regularidad.<br />
<strong>El</strong> Imperio Británico decidió que el gordo Jegatjit, debía encontrar esposa, por lo que le buscaron<br />
150 candidatas. Su gran obesidad le impedía hacer el amor con sus amantes, por lo que una de ellas, basándose<br />
en la observación de cómo hacían el amor los elefantes, ideó una cama articulada, que le fabricaron<br />
en madera y acero reforzado, con lo que le facilitó al maharajá tener relaciones amorosas. Le casaron<br />
por primera vez a la edad de catorce años y al cumplir veinticinco años, tenía ya, cinco esposas, cinco<br />
hijos y una hija. Gracias a este artilugio tuvo a su primer hijo, al que llamaron Paramjit Singh, el cual ahora<br />
tenía prácticamente la edad de su nueva madre. En el harem, vivían, entre esposas y concubinas, 150<br />
mujeres con los hijos de éstas. Aquel era un lugar donde Anita, nunca quiso entrar.<br />
Como quiera que la colonia británica, establecida en la India, se oponía a los matrimonios entre<br />
hindúes y europeas, la ceremonia se celebró en secreto, sin que ni siquiera se hicieran alguna foto de tan<br />
señalado enlace 1 .<br />
En enero de 1908, se celebra la boda por el rito hindú. Para Anita aquella boda fue un tanto<br />
inesperada. A las tres de la mañana, las otras mujeres, las que después descubriría que eran esposas del<br />
maharajá, las ayas y otras mujeres del palacio, la levantaron diciéndole que era el día de su boda y<br />
comenzaron a bañarla, perfumarla y a vestirla con ropajes propios de la India.<br />
Anita luciendo bellos ropajes indios. En su frente la que más tarde sería la famosa gema de la Media<br />
Luna. Según el escritor <strong>malagueño</strong> don Baltasar Peña Hinojosa, ella se mostró sorprendida al ver que por<br />
vestido, le sacaron una gran caja donde sólo iba un lienzo de tela de color rojo intenso, con ricos ribetes<br />
bordados en oro y plata.<br />
<strong>El</strong>la comentó que aquello no era un vestido, que no entendía cómo se iba a poner aquella pieza de<br />
tela sin que se le cayera. <strong>El</strong>la jamás había vestido un sarí.<br />
1 Esa era la razón por la que el maharajá le pidió a Anita que fuera de incógnito a reunirse con él en la India.<br />
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