SE RUEGA DIFUNDIR - El avisador malagueño
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La reacción de Anita, al verse vestida con aquel sarí, que era todo lo contrario a lo que ella había<br />
soñado, es decir ella quería vestirse de blanco el día de su boda, fue ponerse a llorar amargamente, exclamando<br />
que era muy desgraciada, sólo se calmó un poco, cuando su criada malagueña, Lola, la convenció<br />
de que estaba muy guapa con aquella indumentaria.<br />
A Anita le explicaron que en la India, el blanco es el color de los muertos y en las ceremonias sólo<br />
lo llevaban los sacerdotes.<br />
La ceremonia sería recordada por su fastuosidad, pues entre otras cosas, Anita llegó montada en<br />
un elefante ricamente ataviado y ella iba<br />
adornada, con joyas, perfumada con mirra y<br />
vestida con ricos lienzos de seda.<br />
Una curiosidad de aquella boda, fue<br />
que Anita debía adoptar un nombre indio y<br />
para ello le acercaron un libro de ritos. <strong>El</strong>la<br />
debía abrir y cerrar aquel libro, tres veces y<br />
la cuarta su esposo. Cada vez que abriera el<br />
libro se le asignaba la primera letra de la<br />
página que por suerte hubiera elegido, con<br />
lo que conformaría su nuevo nombre. La<br />
primera letra fue la P, luego le sucedieron la<br />
R y la E, el esposo lo abrió por la página en<br />
la que estaba la letra M. Ahora Anita tenía<br />
un nuevo nombre, el nombre que Anita debía<br />
adoptar era el de PREM y también se le<br />
asignó el apellido que llevaban las mujeres<br />
de la casa del maharajá, KAUR.<br />
Lo curioso es que aquella palabra<br />
surgida del azar PREM, venía a significar<br />
en lengua hindú AMOR DE PRÍNCIPE.<br />
A partir de la boda, a Prem Kaur,<br />
Anita, todos la llaman con el nombre de<br />
“princesa amor de príncipe”, pero fue a partir<br />
de ahí cuando descubre que ella no era la única esposa del maharajá.<br />
Según Anita, el maharajá, era un hombre sumamente educado y correcto que siempre la trató con<br />
mimo.<br />
Aquel asunto de las esposas la hizo enfadar y cuando se lo recriminó a su marido, éste le dijo que<br />
aquellas mujeres habían sido sus esposas pero que ahora ella era la única, ya que él las había repudiado.<br />
Como más tarde se pudo comprobar, el maharajá, después de su boda, sólo vivió en su palacio con Anita<br />
como única esposa.<br />
<strong>El</strong> maharajá pidió a una fotógrafa francesa que le hiciera a Anita un reportaje de fotografías y este<br />
álbum de fotos exclusivas, lo guardaba en secreto, sólo para verlas él.<br />
Una de las anécdotas que Anita contaba en su diario era el hecho de que no sabía cómo llamar a su<br />
esposo.<br />
<strong>El</strong>la un día se lo preguntó: “...¿cómo debo llamarle?<br />
Él le contestó que no se preocupara, que sólo debía nombrarle como Su Alteza Real el maharajá<br />
de Kapurthala, mi esposo.<br />
<strong>El</strong>la le dijo: ¿no puedo llamarle Jegatjit?<br />
Él sobresaltado le contestó: ¡no eso nunca, la esposa nunca puede llamar a su esposo por su nombre!<br />
A lo que ella le contestó: ¡“Vaya por Dió, con er trabaito que ma costao aprenderme er nombrecito”!<br />
En abril de 1908 nació su único hijo, Ajit Singh. <strong>El</strong> parto se desarrolló con muchas dificultades, tal<br />
y como recoge el diario de Anita.<br />
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