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“Aproximadamente un 15% de nuestra clientela es extranjera”
Me licencié en la Universidad de
Zaragoza en 1993. La situación de
los veterinarios jóvenes en España
era muy mala, no había trabajo y la
gente hacía prácticas durante
años sin ninguna retribución. En
junio de 1994 conseguí un trabajo
en el Reino Unido en una ONG llamada
People´s Dispensary for Sick
Animals, dedicada a tratar animales
cuyos dueños no pueden
pagar un veterinario privado. En el
95 empecé el certificado en Small
Animal Surgery tomando de tutores
a John Houston y Dick White,
ambos de Cambridge, y un año
después me pasé a la clínica privada,
que suponía menos estrés y
más tiempo para estudiar.
En el 98 volví a Mallorca y fundé
Aragó Clínica Veterinaria. Ahora
somos un equipo de 6 veterinarios
con 7 enfermeras y ofrecemos servicio
de referencia a otras 45 clínicas
de la isla.
De Inglaterra me quedo con la
organización, puntualidad, horarios
de trabajo y la comida india.
De España me encanta la posibilidad
de estar en casa, el café y el
ritmo más tranquilo de trabajo
(cada vez menos frecuente el ritmo
tranquilo).
“Algunos de mis clientes
extranjeros van al
veterinario español
con cierta desconfianza,
pero luego se sorprenden
del nivel y grado
de equipamiento
que tenemos en nuestro
país... Hablar su idioma
ayuda a que se relajen
y confíen en ti”.
Hay una gran diferencia entre los
dos países: en Reino Unido la figura
del veterinario está mucho más
valorada socialmente. Eso se nota
en el trato del cliente y el respeto
que éste te demuestra (incluso en
el periódico llegué a leer que se fiaban
más del veterinario que del
médico de cabecera). Otra cosa
que valoraba en el Reino Unido es
la formación poslicenciatura. En
cuanto al nivel de equipamiento de
las clínicas, creo que cada vez hay
menos distancia entre nosotros y
ellos, aunque la diferencia mayor
está en la cantidad de casos que
ellos reciben y tratan a diario, que
les permite amortizar los equipos
mucho más rápido.
Aproximadamente un 15% de
nuestra clientela es extranjera: alemanes,
ingleses y ahora tenemos
la nueva inmigración argentinos,
búlgaros, ecuatorianos... En un
principio nos publicitamos en
medios de comunicación ingleses
para darnos a conocer pero, al no
estar en una zona turística, no
vimos un gran rendimiento de
nuestra publicidad. Luego, poco a
poco, con el boca-oreja, la posibilidad
de atender a los clientes en
inglés y las referencias aumentamos
la clientela extranjera. En este
sentido, es importante hablar inglés
por lo menos. Nosotros lo pasamos
mal con algunos clientes que sólo
hablan alemán. Si tuviera que dar
un consejo a un estudiante de veterinaria
sería que aprendiera inglés a
un nivel aceptable, ya que te abre al
mundo entero a la hora de hacer
internados o residencias o trabajar
en otros países... Mis colegas ingleses
me daban envidia cuando se
iban de “working holidays” a países
como Australia o Nueva Zelanda.
Algunos de mis clientes extranjeros
van al veterinario español con
cierta desconfianza pero luego se
sorprenden del nivel y grado de
equipamiento que tenemos en
nuestro país y se dan cuenta que no
somos el “tercer mundo” de la veterinaria.
El hablar su idioma ayuda a
que se relajen y confíen en ti.
Guillem Riera
Viajeros
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